'Lovecut'
Lo Mejor
- Cómo se acercan a los jóvenes
- La historia de Alex y lo que significa
- Reparto
Lo Peor
- El cierre
Esta crítica no contiene spoilers de ‘Lovecut’.
El universo adolescente es tan atractivo como complejo. Y difícil de reflejar con exactitud y realismo, sin quedarse en tópicos que hace tiempo todos dejamos atrás y sin apostar por la hipérbole. Dos errores en los que Iliana Estañol y Johanna Lietha no han caído con ‘Lovecut’, película que supone su debut en el largometraje. La mexicana y la austriaca han mirado a la juventud, a las generaciones que empiezan a florecer, y han querido reflejar los problemas a los que se enfrentan cada día y el universo que les rodea. Utilizando diferentes perspectivas y dilemas, algunos de ellos sorprendentes e inesperados, que nos acercan a los adolescentes de manera certera y potente.
Además de su reparto joven y notablemente natural, de la película destacaría esa potencia que he señalado. Una potencia que tiene mucho que ver con la fuerza con la que sienten y viven los adolescentes. La suya es una etapa vital en la que todo parece más grande de lo que es. En la que los amores se sienten como eternos y los rechazos como las mayores tragedias posibles. También es una etapa en la que sentimos que todo es posible y que todo vale con tal de lograr una meta que vemos clara. Pero que puede no ser la que corresponde al momento. Una etapa para volar, pero también para caer. Y esto aparece perfectamente reflejado en ‘Lovecut’.
Como en todo, hay historias que llegan más que otras. La de Alex se ha ganado un hueco especial en mi memoria cinéfila, captando gran parte de mi atención durante el visionado. Pero el equilibrio entre los diferentes personajes está bien conseguido, incluso cuando uno de ellos conecta con el espectador más que el resto. Quizá lo único que falla es la resolución de los conflictos, sin llegar a fallar del todo. Porque puede dejar al público con ganas de más o de un cierre más rotundo, en detrimento del punto y final natural al que llegan las dos directoras.
Sentimientos y realidades
Hay muchos aciertos en ‘Lovecut’. El guion es uno de ellos, así como la construcción de los personajes, perfectamente definidos y diferenciados. Aunque no tenemos demasiado tiempo para acercarnos a ellos, terminamos conociéndolos a fondo. Para el final de la película, sabemos cuáles son sus fortalezas y sus debilidades, sus inseguridades y sus sueños, así como los errores que han cometido. Conocemos los rasgos principales de sus personalidades y las relaciones que más les definen. Algo que, en poco más de hora y media, no era sencillo.
Junto a este acierto y a la potencia de la que hablaba unos párrafos más arriba, está la premisa de la que parte la propia película. El análisis de estos adolescentes es un acierto de principio a fin. Por los puntos y los dilemas desde los que parte, pero también por cómo está reflejado. El hecho de que las directoras se hayan apoyado en la fuerza de los sentimientos y las vivencias de esa etapa vital es quizá lo mejor de la cinta, en la que todos viajamos a nuestro pasado, tenga relación o no con las historias de los protagonistas. Para empatizar con ellos y para reflexionar desde sus propias ópticas.
También es fácil empatizar con ellos porque las directoras se han refugiado en sentimientos y miedos universales, que han sido nuestros en algún momento. En situaciones diferentes, pero iguales en la base. Por eso, comprendemos a la joven que quiere irse de casa, a la que necesita crecer demasiado rápido, al que comete un error que desencadena una hecatombe, al que no se cree suficientemente bueno para el resto y tiene miedo de mostrarse tal y como es… Las de ‘Lovecut’ son historias originales, pero a la vez son historias universales.
Buen planteamiento, mejor desarrollo
Aunque, como he señalado, el cierre de las diferentes tramas me ha dejado algo insatisfecha, el planteamiento y el desarrollo de las mismas es más que satisfactorio. Con poco, Estañol y Lietha nos presentan a los personajes y a sus problemas, los cuales desarrollan con mimo y haciendo paradas en los puntos adecuados. Manteniendo un equilibrio que, de no haber existido, podría haber condenado a la película. Y obligándonos a mirar en la dirección en la que quieren que miremos. Adelantándonos siempre a la debacle que está a punto de llegar.
Las directoras nos entregan una ópera prima potente y sensible a partes iguales. En la que demuestran haber escuchado activamente a aquellos que analizan, dejando a un lado juicios y tópicos que también habrían condenado a ‘Lovecut’. Una película que, más allá de invitar a la reflexión, nos invita a conectar con diferentes realidades e historias. Y que nos emociona, nos enfada, nos enamora y nos hace sentir con la intensidad de la adolescencia.
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