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Crítica de ‘Lupin’: la fórmula que no falla

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Esta crítica no contiene spoilers de ‘Lupin’ y se ha realizado tras el visionado de sus cinco primeros episodios.

Historia de un ladrón de guante blanco + crítica social + trasfondo humano + protagonista carismático: acierto. Esta bien podría ser la fórmula definitiva del éxito y, a su vez, la empleada por George Kay y François Uzan en ‘Lupin’. La nueva serie de Netflix se estrena en la plataforma este mismo viernes 8 de enero y da comienzo al año de la mejor manera posible. Con emoción, con sorpresas de las que gusta ver y con una serie en la que la fórmula del éxito, efectivamente, funciona. Sin importar que en ella nos encontremos elementos clásicos y explotados de sobra. El efecto de la ficción en el espectador es el mismo que el de un imán en el hierro. Atracción absoluta, magnetismo irrompible y, finalmente, un disfrute que se agradece especialmente en un momento de sobreproducción como el que estamos viviendo.

‘Lupin’ nace de las novelas de Maurice Leblanc, de las historias de Arsène Lupin, pero no es una mera adaptación de las mismas. Los creadores de la serie sitúan a este famoso ladrón de guante blanco como la inspiración y, en cierta manera, el espejo en el que se mira el auténtico protagonista de esta historia: Assane Diop (Omar Sy). Cuando era niño, una tragedia le dejó completamente solo, con la única compañía de uno de los libros de Lupin, legado de su padre. Una novela que fue para él un clavo ardiendo al que agarrarse y que, finalmente, dio sentido a su vida y en parte le dio forma a él mismo. Años más tarde, convertido también en un habilidoso ladrón, Assane pone en marcha un plan aparentemente perfecto para vengar la muerte de su padre y alcanzar esa justicia que le fue negada en su momento.

En sus acciones, es fácil reconocer los golpes del mítico personaje, pero con un toque moderno que renueva por completo al mismo. El contraste de lo actual con lo clásico, como siempre que está bien planteado y construido, funciona. Y también lo hace la historia en sí. En ella aparecen las dosis justas de venganza y de nostalgia, sin llegar a convertirlo todo en un melodrama demasiado intenso. Junto a ellas, hay espacio a su vez para la injusticia social, para la corrupción de las altas esferas y para el humor, que también está introducido en su justa medida, ejerciendo de un liberador de tensión totalmente necesario y que será bien recibido por los espectadores.

‘Lupin’ une presente y pasado de manera satisfactoria en esa recuperación del personaje de Maurice Leblanc, pero también en la narración de la propia historia de Assane Diop. Aunque la utilización de flashbacks no sorprende a nadie y en ocasiones no es acertada, aquí las pequeñas píldoras de los orígenes del protagonista que nos van entregando aportan valor a la historia en sí. Y permiten que el espectador vaya construyendo su imagen total poco a poco, sin prisa pero sin pausa. Esto último es, probablemente, la clave del buen resultado final.

No sobra nada


Lupin
Foto: Emmanuel Guimier

Encontrar el término medio parece estar convirtiéndose en algo al alcance de solo unos pocos. Estamos viendo ficciones que se gustan demasiado, hasta el punto de perder la historia por el camino. Y otras tantas que quieren contar mucho en muy poco tiempo, y acaban siendo abrumadoras y casi desesperantes. Por eso, me sale solo destacar que todo esté tan bien medido en ‘Lupin’.

En sus primeros cinco episodios, a los que he tenido acceso, no hay prácticamente tiempo para respirar. Ni mucho menos para distracciones. Pero las acciones no se atropellan y el guion no se salta absolutamente ningún paso. Cuenta lo justo y necesario, deteniéndose y gustándose más en las escenas más potentes, y colocando las transiciones necesarias de un punto álgido a otro. El ritmo está tan bien conseguido y la narración es tan buena que la cadencia te lleva de un episodio a otro sin darte prácticamente cuenta.

Claro. También tiene parte de la culpa el carisma natural de Omar Sy, que aquí está explotado hasta la máxima expresión. Jugando a idealizar al ‘malo’ o al ‘medio bueno’, como tantas veces hemos visto, los creadores tiran de ese carisma y de esa sonrisa angelical para engañarnos a nosotros mismos. No porque el personaje no sea bueno, ni mucho menos. Sino porque, sencillamente, se mueve por una cuerda floja de la que, inevitablemente, le queremos salvar. Siempre. Incluso cuando no se lo merece.

El actor francés vuelve a firmar aquí una notable interpretación. Y esta no es una sorpresa, sino más bien una reafirmación (y ya van muchas) de su talento y de su versatilidad. Funciona como canalla, como hijo roto por el dolor, como caballero y como padre preocupado. Es como si realmente Lupin se hubiera metido en su cuerpo, convirtiéndole en un ser tan camaleónico como lo es él en las páginas de los libros de Leblanc.

Verle resulta cómodo, liviano, incluso cuando nos encontramos ante un relato de notable profundidad. Sorprende, precisamente, lo profundo y complejo de lo que nos cuentan entre robos, planes perfectos y venganzas. Y el mensaje se cuela en el espectador de manera más o menos natural, pero ante todo satisfactoria. ‘Lupin’ funciona como conjunto, pero sus piezas también lo hacen individualmente. Y probablemente lo mejor (bueno, de lo mejor, que hay mucho) sea que es perfectamente adaptable para cualquier público. Inspiración camaleónica, protagonista camaleónico y serie camaleónica. Me gusta.

‘Lupin’ se estrena en Netflix este viernes 8 de enero.

'Lupin'

8

Lo Mejor
  • Pasado + Presente
  • Cada elemento en su justa medida
  • Visionado magnético
  • Omar Sy, siempre
Lo Peor
  • -
Rosa Suria
Periodista. Escribo y hablo continuamente de cine, series y música.

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