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Crítica de ‘Nobel’: una fantástica ficción sobre la guerra, la paz y el poder

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Ya está disponible en Filmin una de las ficciones más completas de la década: ‘Nobel‘. Tiene acento noruego y ocho episodios fantásticos en los que se reflexiona sobre la guerra, la paz y el poder. Y hasta dónde está uno dispuesto a llegar por evitar lo primero y mantener lo segundo. También el poder. Dirigida por Per-Olav Sørensen, con un guion de Mette B. Bølstad y Stephen Uhlander, ‘Nobel’ está protagonizada por Aksel Hennie, cuyo rostro quizá os suene por su participación en ‘Marte’ (2015), de Ridley Scott. Nombres propios a los que se suman el de Kristian Eidness Andersen como responsable de la música, y Ulf Brantas como responsable de fotografía. Y aunque al pensar en Noruega nos imaginemos nieve, hielo y frío, con ‘Nobel’ tenemos la constante sensación de estar bajo el dominio de un sol asfixiante.

Así es ‘Nobel’

Eirling (Aksel Hennie) es un veterano soldado que, a raíz de su papel en la guerra de Afganistán, se convierte en poco más que un peón de una conspiración internacional entre diferentes poderes. Eirling sólo quería regresar con su familia, pero al llegar a Oslo comprende que la guerra no ha concluido. Y aunque se adapta pronto a un escenario mucho menos hostil, un escenario que conoce, su casa, no puede descansar. El gobierno, la prensa, los talibanes, sus propios compañeros… Todos parecen contribuir a la continuidad de esa guerra.

Uno de los aspectos más positivos de ‘Nobel’ es su ritmo constante. No tiene un instante de pausa, demostrando así que una ficción no necesita de escenas de acción para que el corazón del espectador se desboque. Si entras en esta propuesta con el alma puesta, tu corazón se desbocará en estos instantes finales del cuarto episodio. O cuando Eirling tiene que enfrentarse a la difícil tarea de explicarle la guerra o su papel como soldado a su hijo. Salvando las escenas que transcurren en Afganistán, ‘Nobel’ se mueve entre despachos y los diferentes hogares de los personajes, pero es siempre frenética. En parte por ese buen guion, que apunta y dispara siempre con acierto, en parte por las buenas interpretaciones del reparto. En muchas ocasiones, por la dirección escogida, por esos primeros planos que parecen producto de la improvisación del momento, el espectador sentirá que está ante un documental.


Nobel (2016)

‘Nobel’, y con esto la simplificamos de alguna manera, se asienta sobre varios misterios. Vamos conociendo poco a poco los sucesos que han tenido lugar en Afganistán, antes de que las tropas regresaran a Oslo. Una vez en la capital noruega, nuestro protagonista es conducido a una misión ordenada por un fantasma. Esa misión tiene consecuencias a todos los niveles en el país. No sabemos quién es ese fantasma, también tenemos que ir averiguando la identidad de todos los que le suceden, y finalmente responder a la pregunta: quién y por qué querría estar provocando esa crisis en el país. Una crisis para el gobierno, para los políticos y los diplomáticos, una crisis para los soldados y las fuerzas especiales del ejército noruego, una crisis para aquellos que todavía están en Afganistán.

‘Nobel’ logra la tensión que necesita en los momentos de oscuridad y guerra, y también la emoción necesaria para que conectemos con los personajes, precisamente, a un nivel emocional. Sobre todo a medida que somos testigos de cómo era la vida de los soldados destinados: el buen humor, el buen rollo, el compañerismo. Quedas completamente involucrado con ello. Por la naturalidad de los intérpretes y por la naturalidad de las imágenes, porque comprendes en seguida el subtexto que hay tras todo esto. ‘Nobel’ es emocionante no porque busque la emoción: es emocionante porque es la vida misma, aunque una vida diferente para las personas corrientes como yo misma, que no conocemos la guerra ni los conflictos generados a esos niveles a partir de lo de siempre: el poder.



Los conflictos de la serie

Porque si las imágenes de ‘Nobel’ son tan poderosas es porque las sostienen conflictos inherentes al ser humano que llevamos explorando siglos, y que aquí se exploran muy bien. No de una forma original, ni tampoco renovadora: simplemente muy bien.

Se entienden, se ven, las consecuencias físicas de la guerra, que nunca están separadas de las consecuencias emocionales pero que aquí adquieren una dimensión propia, siempre moviéndose en conjunto con lo demás. Hablamos también de la presión de la prensa, de la ética de la prensa, de hasta dónde tiene que llegar y de su poder. Tendemos a olvidar su poder, supongo que porque vivimos en un país en el que ese poder ha quedado en un segundo plano aplastado por la radicalización y el espectáculo. Pero la prensa tiene poder, y en ‘Nobel’ lo exploramos.

En general, en esta ficción exploramos este concepto, el del poder, personificado en diferentes personajes que tienen un papel diferente en el funcionamiento del país. Nos cuesta decir si las intenciones de estos personajes son buenas, malas o simplemente egoístas, que es ese estadio en el que puede moverse tanto el bien como el mal sin que su protagonista pestañee.

Y hablamos de la guerra. Aunque lo hacemos generalmente desde la perspectiva del lado noruego, no dejamos tampoco de advertir los muchos vértices que tiene este concepto. “Hasta Zamani ha perdido a su familia”, se nos dice en una ocasión. Y, aun con todo lo que hemos visto en esos personajes torturados que vuelven de Afganistán, somos capaces de asentir. Porque este escenario, del que también tenemos muchas imágenes, está abordado desde la perspectiva noruega, pero no dejamos de ver nunca el otro lado. El pueblo asustado, el pueblo que se defiende, el pueblo que es atacado.

‘Nobel’ empieza con un niño a punto de cometer un atentado suicida, y eso ya nos da una pista de que en esta guerra no hay bando vencedor, sino poderosos jugando con el poder y sometiendo al pueblo. Son peones, pienso en otra ocasión, esos soldados son peones al servicio de los de arriba que pierden su cuerpo y su cabeza en una guerra en la que creen solo a medias.

¿Se negocia con terroristas?, también empieza así, con esa pregunta que nos acompaña durante toda la ficción. Como nos acompaña la sensación de siempre: que los de arriba organizan y se organizan, y los de abajo son los que se juegan la vida.



¿A quién puede gustar ‘Nobel’?

‘Nobel’ puede gustar a todo el mundo. Es una buena serie. Es una ficción redonda que gira en torno a conceptos que nos importan, porque son inherentes al ser humano. Lo hace de la mejor de las maneras: con un guion fantástico, imágenes con mucha fuerza, en Afganistán y también en Oslo, y unos intérpretes que siempre saben encontrar su lugar en la escena. ‘Nobel’ es emocionante, tensa y cruda. Es una ficción política y también una ficción sobre la guerra, sobre el durante y el después. Por tener una referencia popular: recuerda a ‘Homeland’ en sus mejores momentos, pero con sus propias formas y al estilo noruego. Muy recomendada.

Nobel (2016)

8

Lo mejor
  • La constante sensación de estar viendo algo muy real, que podría haber sucedido o que podría estar sucediendo en estos momentos, de esa manera que nos cuentan
  • La tensión y la emoción que acompaña a cada capítulo, sin excepción, sin importar el escenario
  • Todos los elementos en los que generalmente más nos fijamos engrandecen esta propuesta: la dirección, el guion y las interpretaciones, muy bien
Lo peor
  • Que no podrás desengancharte fácilmente de ella
Judith Torquemada
Periodista, feminista, marvelita, Taylor Swiftista. Escribo sobre cine, libros y música. Se me da bien aprenderme letras de canciones y enamorarme de personajes ficticios. Aragorn dijo: por Frodo. Lo suscribo y lo amplío: por Ned Stark. Yo soñaba cada día poder alcanzar la playa, desde aquí, desde mi casa. Tomorrow there'll be more of us.

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