A veces avasallamos la vida de otra persona cuando queremos huir de la propia. Esa es una de las partes esenciales que podemos ver en el quinto capítulo de la cuarta temporada de ‘#Luimelia’. La llegada de la mejor amiga de la infancia de Luisita, Mari Carmen. Con todo lo que ello supone. Porque en muchas de las ocasiones esos amigos se comportan de forma grotesca, como si el pasado fueras todo lo que eres y no hubieses avanzado más allá de ese salto fallido de potro. Aunque lo hagan con todo su corazón. O por el egoísmo básico de si todo está desmoronándose, al menos que esa amiga de siempre siga siendo la constante que sujeta en tierra firme.
Mari Carmen llega a la vida de Luisita escuchando solo sus necesidades. Obviando las de su amiga. Perpetuando un ayer que ya no existe y que no tiene intención de volver. Incidiendo más sin cabe en aquello que aun Luisita no tiene o no ha conseguido, con el consiguiente desmoronamiento. Porque a ratos el pasado lo único que consigue es que nos aislemos preguntándonos si la vida que tenemos es tal cual la que soñábamos tener cuando aun la vida no había pegado tan duro. Y un simple recuerdo como un potro puede llevarnos a replantearnos todo. Hasta si vamos a ser capaces de ser aquello que fervientemente creíamos que éramos. O si desde siempre, hemos terminado cayéndonos.
Luisita está peleada con el Universo y necesita, de él, una respuesta clara que le confirme que la perseverancia, la constancia…tendrán su recompensa. Y no hay cabida para otra alternativa. Porque es lo que nos han enseñado desde que tenemos uso de razón…que todo esfuerzo tiene su premio final. Que bajar los brazos no es la solución aplaudida. O que tarde o temprano todos los astros se alinean para entregarte esa estabilidad que necesitas a todos los niveles. Y que estar en un ‘call center’, el tiempo que sea, es desistir porque no hay que ir hacia atrás ni para coger impulso. Sin darnos cuenta de que no todos somos el mismo sujeto y que quizá lo que para ti es dar un paso atrás, para otras es tomar un respiro hasta esa oportunidad real.
Pocas veces somos conscientes que cada persona necesitad de un tiempo, un espacio, un lugar…
Amelia es quien escucha ahora
No hay mejor acompañamiento que hacerlo desde el silencio. Porque es en el propio silencio donde mejor podemos escuchar. Y entender qué hay momentos en los que hay que quedarse justo un paso por detrás hasta que esa persona decida cerrar los ojos, confiar y dejarse caer. Amelia entiende que hay espacios que pertenecen exclusivamente a Luisita y los respeta de forma perfecta.
Capítulo a capítulo nos hacen partícipes de una madurez envidiable. Donde el amor se equilibra a la perfección con ese espacio independiente que toda persona necesita construir estando en pareja.
Luisita y Amelia nos dan una lección tras otra y está siendo una delicia hacer este viaje junto a ellas.
María y Marina, una conversación necesaria
‘#Luimelia’ siempre nos ha mostrado aquello que es importante mostrar. María y Marina han tenido esa conversación que estábamos esperando y ha resultado ser lo que necesitábamos. Dos mujeres adultas, abriendo o cerrando página, sin tener que pisotearse, tendiendo puentes, sumando y no restando. Porque es importante enseñar que María puede estar para Marina y que Marina puede estar para María. En el espacio que quieran y cuando lo quieran. Sin tener que comportarse como enemigas acérrimas, obcecadas en la imagen de un Nacho que puede o no estar en sus vidas.
Qué interesante es ver una serie donde las mujeres no van al cuello de las otras mujeres. Donde se acercan posturas y la empatía camina sin peligro de extinción.
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