Esta crítica se ha elaborado después de ver los cinco episodios de ‘Relatos con-fin-a-dos’ y no incluye spoilers.

Cuando un hecho o una idea aislada se convierte en recurrente y, después, en moda, puede provocar cierto rechazo. O cierta reticencia. Quizá algo de duda. Algo que está ocurriendo en estos momentos con las ficciones rodadas en confinamiento. Cuando surgió la primera, la curiosidad se apoderó de nosotros. La segunda provocó interés. Pero según han ido apareciendo más anuncios, la incertidumbre ha pasado a ser protagonista. Suerte que ‘Relatos con-fin-a-dos’ se deshace de ella de un plumazo.

Esta serie, compuesta por cinco episodios que rondan los 20 minutos, se estrena el próximo viernes 3 de julio en Amazon Prime Video. Y cuenta con algunos de los nombres más destacados de nuestra ficción actual, así como con alguna que otra sorpresa en forma de futbolista al que no se le da mal la comedia. Está rodada en confinamiento, con unos medios que se alejan enormemente de los que requiere cualquier tipo de rodaje profesional. Pero en la que no se echa de menos nada. En parte por la apuesta de unir, en algunos de sus capítulos, diferentes ambientes. ¿Quién dice que, por estar confinados, no podamos tener un interrogatorio policial o clases magistrales impartidas por un implacable asesino?

Después de ver los cinco episodios de la serie, creo que el mayor acierto de ‘Relatos con-fin-a-dos’ es su ambición. Parte de la premisa de que, estando en cuarentena, sin poder salir de casa y sin poder interactuar físicamente con nadie fuera de nuestro hogar, también podemos hacer ficción. Podemos construir historias, recrear ambientes y generar todo tipo de sentimientos. El reto era considerable, ya no sólo por la dificultad intrínseca del proyecto, sino también por la presencia de esa duda en torno al formato. Pero, como espectadora, diría que Álvaro Longoria, Cecilia Gessa y compañía lo han superado de manera notable.

‘Selftape’, de Álvaro Fernández Armero

Se define a sí misma como una comedia romántica. Y lo es. Pero he encontrado más que eso en este episodio. Para empezar, unos Sara Sálamo e Isco Alarcón compenetrados y muy divertidos. La presencia del jugador del Real Madrid es la gran sorpresa de la serie. No sólo por el simple hecho de figurar en el reparto, sino por lo bien que funciona en cámara. Sí, yo era de las que tenía ciertas dudas, también con el futbolista reconvertido en actor. Pero a base de una gracia que, en principio, puede parecer nula, termina siendo uno de los puntos fuertes del episodio.

¿El otro? El guion de Álvaro Fernández Armero. He disfrutado especialmente los juegos de referencias y las bromas que se valen de la verdadera identidad de los personajes para aportarle más comicidad al episodio. Por otro lado, es un capítulo bien rodado, aunque no destaca por ello, pero tampoco hace falta. Porque todos los elementos están perfectamente compensados y los dos protagonistas se llevan todas las miradas y todas las (son)risas. Cumple su función, divierte y provoca alguna que otra carcajada a espectadores.

‘Emparedados’, de Fernando Colomo

Protagonizado por Manuela Velasco y Rafa Castejón y guionizado y dirigido por Fernando Colomo, ‘Emparedados’ es un episodio que baila entre lo absurdo y lo absolutamente terrorífico. Este capítulo comienza jugando con la situación que hemos vivido, con los lazos que creemos haber creado y con lo extraño del confinamiento. Y, según avanza, se va transformando en un thriller tenso, terrorífico e impredecible. Tanto es así que, escribiendo estas líneas, aún sigo repasando todo lo que podría haber pasado una vez apagada la cámara.

Manuela Velasco nos regala aquí, como es costumbre hablando de ella, una interpretación magnífica. Intensa, como lo es la propia trama y su personaje. Y recibe una réplica sorprendente de un Rafa Castejón inquietante y divertido. Colomo juega con el espectador y con una atmósfera tensa en el que bien puede ser el episodio más surrealista, pero adictivo, de ‘Relatos con-fin-a-dos’. Uno de esos que se quedan cortos, tan prometedores que, en la distancia, consideramos que pueden dar incluso para un largometraje.

‘El aprendiz’, de David Marqués

Puede que este sea mi capítulo favorito. Desde luego, es con el que más me he reído. Aunque siendo objetiva el oro se lo tenga que dejar a otro del que hablaré más adelante. Igual que Sara Sálamo e Isco Alarcón funcionaban bien en pantalla, he descubierto a la pareja perfecta en Álvaro Rico y Carlos Bardem. El desparpajo del primero y la sobriedad del segundo han construido en este capítulo el perfecto ying yang. Y me han resultado adictivos.

Este capítulo, en el que se juega con el mito del asesino perfecto y con lo atractivo de un concepto tan horrible como es quitar la vida a otro ser humano, también me ha descubierto la faceta más cómica de Rico. Y que se puede recrear un flashback perfecto tan solo con sonidos. Todas las historias que relata el personaje de Bardem tienen imágenes y movimiento en la mente del espectador, gracias a unos efectos inmejorables. Quizá esto es lo más sorprendente del capítulo, lo más destacable. Pero no estaría siendo honesta si no me quedara también con el humor sencillo y con dos interpretaciones más que logradas. En definitiva, un episodio redondo.

‘Finlandia’, de Miguel Bardem

El capítulo mas amable de ‘Relatos con-fin-a-dos’. Alberto Ammann y Clara Méndez-Leite protagonizan una historia de amor en la que es fácil verse reflejado. Es el episodio con la estética más bella, desde mi óptica. Luminoso y esperanzador, otorga ese aire que nos ha faltado durante lo meses de confinamiento. Aunque haya compases más nostálgicos y dolorosos, lo encuentro abierto y a la vez acogedor. Me duele repetirme, pero es que lo encuentro tan bello que no puedo quitarme la palabra de la cabeza. Es bello lo que vemos, pero también lo que cuenta y lo que sentimos.

También creo que es un episodio que se atreve a tocar temas profundos y complejos, como el paso del tiempo, la aceptación, la ausencia de ambición, los amores no correspondidos o los amores que nos negamos a nosotros mismos. Y la convivencia, claro, que a veces hace el cariño y en otras ocasiones la desesperación. Confieso que en los primeros compases de ‘Finlandia’ me sentí titubear, pero ahora, cuando pienso en el capítulo, sólo encuentro cosas buenas. Y sí, bellas.  

‘Gourmet’, de Juan Diego Botto

Aquí está el oro. Un episodio exquisito a todos los niveles. La historia es todo lo intrigante y atractiva que puede ser, con un desarrollo tan ‘corto’. El guion funciona. Las interpretaciones son de diez, con un Luis Tosar que se vuelve a comer la cámara por enésima vez y una Luisa Mayol intensa y cómoda. Y la dirección es impecable. En ‘Gourmet’ he encontrado planos tan interesantes que me he visto obligada a parar la reproducción, para estudiarlos a fondo. Y un trabajo impecable, muy complejo, con la introducción de la conversación metafórica por el telefonillo y el peculiar interrogatorio telemático. Aunque no me gusta utilizar esta expresión, podría decirse que no parece haberse rodado en confinamiento. Por su calidad y por su precisión.

Además, sus elementos narrativos funcionan. La tensión en escalada se siente y está bien construida y el final es brutal. Es la joya de la corona de una serie bien concebida y bien elaborada, en la que se ha apostado fuertemente por un formato y se ha acertado. ‘Relatos con-fin-a-dos’ es una ficción equilibrada en cuanto a géneros y tramas, pero no puedo evitar mostrar cierta debilidad por esta maravilla.