El arte es una de las pocas características de comportamiento únicas y exclusivas del ser humano. Este concepto hace referencia a la capacidad de introspección que tenemos, ahondando en nuestras emociones más profundas para sacarlas a flote de una forma hermosa. A lo largo de la historia, hemos sido testigos de la aparición de una gran variedad de corrientes artísticas y, entre las diferentes disciplinas que componen este sector, la pintura y la escultura son las más destacadas en los museos. Para entender las expresiones más extrañas en esta materia, como el arte abstracto, lo más adecuado es analizar su procedencia y la mente de sus creadores.

Cuál es la procedencia del arte abstracto y cómo funciona

Si nos ponemos técnicos, el origen del arte abstracto se remonta al año 1910 con la obra del pintor ruso Vasili Kandinsky, llamada precisamente ‘Primera acuarela abstracta’. Sin embargo, para comprender realmente de dónde viene el abstracto, lo más adecuado es hablar de la corriente de pensamiento que la define. Esta hace referencia a la capacidad del ser humano para desordenar, dividir y buscar significados a todo lo que sucede a su alrededor. Es decir, se trata un medio de desconstrucción que disocia el mundo material y la forja de nexos con lo imaginario.  

Vayamos un poco más lejos y analicemos las fases de este tipo de razonamiento. Una serie de procesos por los que pasa la mente del artista y que nos permitirá entender en mayor profundidad sus obras. La primera de ellas es la fragmentación no objetiva, momento en el que se desordenan todos los componentes de una imagen concreta. Acto seguido, llega la reconstrucción, volviendo a juntar las piezas de una forma sencilla, pero diferente al boceto original. En este punto ya podemos ver el sello del artista, puesto que no habrá dos reconstrucciones iguales.

Por otro lado, encontramos la fase de la bidimensionalidad, la cual consiste en entender la realidad como algo en dos dimensiones en lugar de tres. De este modo, toda figura se compondrá del ancho y del largo, dejando de lado la profundidad. En último lugar, se da el pensamiento no figurativo, todo lo que ha imaginado en su mente se convierte en líneas para materializarse según la forma tomada en la bidimensionalidad. Cuatro pasos que han hecho que los grandes pintores y escultores dejen a su paso auténticas maravillas abstractas para la posteridad.

Obras de arte abstracto que puedes contemplar en España

Una vez hemos analizado la procedencia del arte abstracto y curtimos nuestras pupilas para ir más allá de lo puramente material, nos será mucho más sencillo disfrutar de las grandes exposiciones de esta corriente. En España, podemos presumir de tener una de las mejores instituciones especializadas en este sector: el museo de arte abstracto de Cuenca. Allí encontramos a grandes artistas que han elaborado piezas de enorme belleza, simbolismo y un significado profundo; haciendo que los visitantes que recorren sus pasillos día tras día se embriaguen de la magia de lo abstracto.

Algunas de las obras que podemos encontrar hoy en día en el Museo de Arte Abstracto de Cuenca son los cuadros de ‘Intervalos Azules’ de José Guerrero, ‘Homenatge a Zurbarán’ de Josep Guinovart, ‘Semana Santa en Cuenca’ de Manuel Hernández Mompó o ‘Número 396’ de Antonio Lorenzo. Unos pocos ejemplos de la huella que ha dejado la pintura abstracta en nuestro país y que tenemos a nuestro alcance en Cuenca. Asimismo, esculturas como ‘Caudal’ de Joaquín Rubio Camín o ‘Venecia I’ de Susana Solano también destacan como claros atractivos de este museo tan destacado en todo el mundo.

Sin embargo, España siempre ha sido precursora del arte abstracto y son muchos los artistas que podemos encontrar a lo largo del siglo XX y XXI. Antoni Tàpies, Joan Miró, Eduardo Chillida, Manolo Miralles o Amadeo Gabino son algunos de los más destacados. Por lo tanto, si quieres dejarte maravillar por la imponente belleza de este sector, nada como explorar las muchas creaciones que dejaron dentro del arte abstracto.