La obra de Rian Johnson (‘Puñales por la espalda’) ha sido una de las más criticadas de la historia de la galaxia. Este Episodio VIII de la historia de los Skywalker, este ‘Star Wars. Los últimos Jedi‘, renueva, amplia y continúa una trama que ya conocemos. No gustó a todo el mundo, pero no es una mala película. Es entretenida, y los minutos finales son fantásticos. Visualmente no puede ser mejor, más bonita, más certera con la luz, los colores y las intenciones. Al margen de esto, que disfruto como podéis imaginar, creo que esta película se hace grande cuando uno repara en todas las conversaciones y todos los debates que pueden surgir a partir de ella. Empecemos.

El caso de Luke Skywalker (Mark Hamill). Nuestro primer héroe ha decidido retirarse del mundo conocido y aislarse a sí mismo de la Fuerza; teme demasiado la forma en la que el poder puede corromper a las personas y ha vivido de cerca el fracaso más grande al tratar de controlarla. No solo en los demás, también en sí mismo. Otra vez las dos caras de la moneda, otra vez la luz y la oscuridad. Luke está cansado, y comprende las faltas de la Orden Jedi, de la que también ha decidido desentenderse. Pero Rey (Daisy Ridley) aparece para despertarlo y para buscar respuestas. Para aprender a su lado, para devolverle la esperanza y para que Luke, a su vez, devuelva la esperanza a la Resistencia. Para descubrirse a sí misma, para entender lo que crece dentro de ella, lo que siempre ha estado ahí, cómo rechazar las facilidades que la oscuridad le propone partiendo de sus debilidades. En fin: un solo párrafo, y cuántas cosas en las que profundizar.

A mí sí me gusta qué Luke Skywalker se haya rendido; me gusta porque sigue contándonos cosas del tipo de personaje que es. Es humilde, sensible y no tiene miedo a decir que ha fracasado. Al final, ni siquiera se ha rendido del todo; por decirlo de un modo coloquial, estaba pasando por una mala racha y necesitaba que alguien le tendiera la mano de una determinada manera. Esa mano se materializa en Rey, pero Rey tiene tras ella a toda la Resistencia. Luke solo necesitaba volver a creer, y es precioso que pese a haber renunciado a la Orden Jedi comprenda que ser un Jedi va más allá de todas las enseñanzas, las normas, las imposiciones. Ya nos lo dice Yoda: esos textos antiguos y originales de la Orden no contienen nada que Rey no sepa por sí misma. Por eso es Luke quien nos lo deja claro: Luke Skywalker no va a ser el último Jedi de la galaxia.

Sobre Rey. Me gusta cómo han desarrollado su fuerza y su valentía, me gusta que ni siquiera se tome un momento para decidir de qué manera actuar; nace de ella, un poco cómo las mujeres del Baztán de las que me hablaba la escritora Dolores Redondo hace unas semanas, que siempre han sabido hacer lo que hay que hacer. Rey hace lo que tiene que hacer, sin dudar, sin plantearse la situación. Sufre, llora, se pierde, pero se levanta y tiene las cosas claras. Como si hubiera un único camino. Atiende a la llamada de la oscuridad, pero qué poderosa es la luz en ella. Rey es un Jedi y ni siquiera lo sabe, pero nosotros lo sabemos, aunque no todos quieran asumirlo (¿profundizo o me callo?). No sé cómo concluirá el viaje de este personaje, pero todo lo que hemos visto hasta ahora es fantástico. No sé quién será su familia, pero Ben Solo (Adam Driver) lleva razón en una cosa: viene de la nada, y no necesitamos ningún apoyo, ningún gran nombre detrás, para valorarla.

Ben Solo. Kylo Ren. Un niño con una máscara. Un niño herido, confundido, con un conflicto interior evidente y capaz de sorprendernos varias veces, para bien o para mal, en las dos horas y media que dura esta película. Es imprevisible, manipulador y cruel, pero también es atractivo y hay un dolor en él que no podemos ignorar. Si nos limitamos a la sensación general que transmite, me recuerda mucho a su abuelo, Anakin Skywalker (Hayden Christensen), pero creo que Ben está más solo de lo que lo estuvo Anakin. Se quiere convencer de ello, por cierto; no nace como algo natural: se tiene que convencer mucho a sí mismo de que está solo y de que su destino está en el lado oscuro. Pero qué conflicto tiene dentro, y por eso no puede evitar aferrarse a Rey; por eso y por la conexión evidente entre ambos, que nos dejan los mejores momentos de la película.

Hasta aquí los tres ejes en torno a los que siento, desde el sentimiento más subjetivo posible, que gira esta película. El héroe de siempre, la heroína en busca de su propio camino, el personaje roto y perdido, y las relaciones que les unen a los tres. Qué cóctel tan poderoso, como ellos mismos.

‘Los últimos Jedi’ tiene más cosas, pero no me entusiasman tanto. Me entusiasma Leia (Carrie Fisher) como siempre me ha entusiasmado, y a ella le consagraría mi vida, pero desgraciadamente su protagonismo es poco más que simbólico. Me gusta Poe (Oscar Isaac), y creo que hacen algo muy interesante con su personaje demostrando que los héroes no siempre están en lo cierto, que cometen errores que tienen consecuencias y que también podemos convivir, como espectadores, con ese escenario. No me gusta tanto Finn (John Boyega), y en este último visionado me he sorprendido a mí misma asintiendo cuando Rose (Kelly Marie Tran) le ha llamado traidor egoísta. Tiene una evolución y un pasado que tampoco puedo ignorar, es cierto, pero en general no conecto con él. Ni termino de conectar con esta historia paralela a la que siguen Rey-Ben-Luke. Eso no me impide reconocer sus virtudes; creo que es una simple cuestión de gustos.

Pero, en general, ‘Los Últimos Jedi’ me gusta. Y no es una mala película. Y mirad todo de lo que podríamos hablar durante horas. Las que quedan para el estreno de ‘Star Wars. Episodio IX: El ascenso de Skywalker’.