He roto una de las tradiciones más sagradas. Por primera vez*** desde que tengo memoria he escuchado la canción que representará a España en Eurovisión. Sanremo me lo trago enterito esperando que de ahí salga la italiana, pero la canción patria quiero que me llegue en pleno festival, para que la propuesta al completo me sorprenda o me horrorice. Realmente no suele ser ni una cosa ni la otra, pero se entiende el punto. He llegado a taparme los oídos para no escuchar, he abandonado salas y conversaciones, he cambiado de canal, en fin, he hecho muchas cosas para llegar inmaculada al día E.
Pero este año ha pasado una cosa y es que Rigoberta Bandini estaba ahí. Ninguna ley sagrada puede conseguir que pase meses enteros sin escuchar una canción nueva de esta mujer, así que con una devoción absoluta tuve que ir a por ‘Ay mamá’. Y luego a por todas las demás, porque ya el compromiso conmigo misma estaba roto y me dio un poco igual todo.
Así que este año puedo entrar en el debate y menos mal, porque creo que me hubiera fastidiado mucho llegar a mayo sin haber podido aupar la candidatura de Tanxugueiras con su ‘Terra’. Seguro que Rigo sabe perdonarme por esta falta. Los creyentes a veces fallamos, pero nos confesamos, rezamos ‘Perra’ tres veces y nuestros pecados son expiados.
Voy con las gallegas. No me sorprende, en parte porque siempre voy con Galicia y en parte porque últimamente ando bastante interesada en eso que estamos llamando música tradicional. No solo la gallega. Por poner un ejemplo, en los últimos meses habré escuchado más de cien veces ‘Jota para Riaño’, de Guille Jové y Fauna Ibérica. Riaño, por cierto, tiene una historia bastante triste. Si tenéis a bien escucharla, no dejéis de leer cositas.
En fin, que el rollo que llevan las Tanxugueiras y lo que transmiten con su ‘Terra’ es un poco el rollo en el que me muevo ahora mismo. Es una canción preciosa, pegadiza y llena de fuerza, que puede tener, además, una propuesta muy poderosa sobre el escenario. Fue escucharla y decir: pues sí, ya está, esta tiene que ser, a ganar.
He tenido muchas conversaciones sobre ‘Terra’ en los últimos días. Hay quien teme, desde la matria gallega, que el conservadurismo gane y que, a pesar de ser la canción más coreada en su primera semana de vida, no se atrevan a enviar una propuesta en gallego. Una propuesta que no sea en castellano, por ser del todo clara. Yo dije “no, no, no, no va a pasar eso”. Bueno.
Días más tarde se me dijo, en referencia a esto, que en efecto no todos se sentirían representados si llegase a ganar esta ‘Terra’. Me dejaron al borde de las lágrimas. Después me pregunté si es que acaso estaba siendo yo la rara, porque no la sentía en absoluto ajena. Al contrario, la sentía más mía que cualquier otra de las canciones que se presentaron en castellano, que es donde encontraban el obstáculo. “Pero se entiende lo que cantan”, dije yo. “Sí, sí”, me respondieron, pero que no. “Y las Tanxus dicen que su canción está pensada para representar la cultura gallega, pero también a todos y todas”, dije. “Ya, ya”, respondieron, pero que no. “Que no hay fronteras”, dije. “No, no, si es bonito”, dijeron, pero que no. Vale.
A lo mejor es por eso que dice la gente que me conoce de que me creo gallega, pero creo que se trata más bien de que entiendo la universalidad de la música y sus mensajes, y me da igual que me canten en gallego, en italiano o en panyabí mientras me canten algo de verdad. Esta ‘Terra’ es muy de verdad. También me interesa lo de encontrarme en las canciones y en esta me encuentro mucho más que en la vigesimoséptima nueva canción que escucho de amor y desamor.
‘Terra’ ha nacido aquí, como todas las demás, al abrigo de una cultura que igual en apariencia no abarca toda la geografía pero que forma parte de esto que llamamos país. Yo no he crecido con pandereteiras, he crecido con jotas segovianas, pero lo disfruto igual y comprendo su valor cuando tengo oportunidad de acercarme a ello. No lo siento una amenaza, al contrario. Qué bonito tener cerca tanto. Qué pena hacer como que no existe la diversidad y la riqueza cultural, en este caso musical. Si realmente no nos vale lo de todos por igual pues qué sitio tan feo este que se ha construido, la verdad.
Con todo, en lugar de llorar, confirmé tajante mi apoyo a las gallegas, terminé la conversación y me marché a seguir con mis cositas mientras cantaba ‘A Serea e o Mariñeiro‘. Seguramente me confundiré haciéndolo porque no es castellano y yo gallego no sé, pero ojo cómo la canto y la disfruto. Desde hace años ya. Ahora estoy en proceso de aprenderme ‘Terra’. Seguramente mal también.
*** En realidad, hubo otra excepción a esta regla sagrada. ‘Tu canción’, de Alfred y Amaia, que tuve que zampármela por exigencias laborales en la edición que menos me ha importado de la historia de las ediciones. ¿Por qué? Porque ese año tendría que haberse celebrado en Italia y no en Portugal. Pero Europa votó mal y no votó por Francesco Gabbani, así que lo que sucediera en los siguientes meses me daba bastante igual, yo esa edición la impugnaba. Después ganó Israel y tuve que impugnar otra, aún más enfadada. En fin. Dramas eurovisivos. Un besito para Francesco desde aquí.
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