Hemos asistido a un capítulo habitual en ‘The Walking Dead’. Es habitual que sus responsables se tomen un par de episodios por temporada para desviar la atención de los protagonistas de siempre y centrarse en otras sub-tramas que necesitan completarse para seguir recorriendo la trama principal con toda la información que el espectador necesita. En este segundo episodio de la décima temporada los protagonistas han sido los Susurradores y ahora podemos decir que conocemos (¿comprendemos?) un poco mejor su modo de vida. Cuidado, spoilers.

Ni rastro de Daryl (Norman Reedus), Michonne (Danai Gurira) o Carol (Melissa McBride), solo Alpha (Samantha Morton), Beta (Ryan Hurst), sus seguidores y sus porqués. La locura que desde el principio se intuyó en su líder y que hemos sufrido desde que aterrizó en la vida de las Comunidades ha encontrado ahora una especie de porqué, aunque no terminemos de comprenderlo. No es sencillo de comprender. Alpha es una persona desequilibrada que ha decidido identificarse con los muertos, porque los considera libres. Se ha asemejado a ellos no solo porque busque sobrevivir: lo ha hecho porque se identifica más con esa manera suya de vivir. Por supuesto, de ellos se sirve para hacerse fuerte, para hacerse respetar y para fomentar el miedo, pero hemos visto que considera que en ellos, los muertos, hay una libertad que los vivos no llegarán a experimentar jamás.

El asunto con Beta es semejante. Ambos se descubrieron y se unieron porque se vieron reflejados el uno en el otro, porque sus objetivos y sus deseos, dentro de que no hay nada que puedan realmente desear, son los mismos. No se dieron sus nombres: Beta fue bautizado así a partir de “Bestia”, porque es la primera sensación que trasmite, y Alpha se colocó por encima con este apodo dejando así claro quién mandaba en esa relación. No hemos visto, por cierto, la cara de Beta. Es una carta que se reservan para más adelante, como imagino que se están reservando más conversaciones similares en un futuro, conversaciones a través de las que nos acercaremos más a su manera de ver el mundo.

Al margen de su origen y sus porqués, hemos conocido un poco más de su modo de vida. La lealtad y la entrega hacia la causa de Alpha, basada en esa identificación con los muertos, es fundamental, y con el mínimo atisbo de duda puedes desaparecer de su manada. No hay apegos ni espacio para las relaciones más personales. Hay miedo entre sus miembros, y después de ver «la vida» de las Comunidades, parece que muchos de ellos se están planteando abandonar a la peligrosa líder y encaminarse hacia un futuro más humano.

También en Alpha hemos visto humanidad, aunque siempre encuadrada dentro de esa especie de negación hacia la vida. Su rechazo hacia Lydia, porque no es como ella, porque está decepcionada con ella, es evidente, pero tampoco puede desprenderse por completo de sus sentimientos y sigue reconociéndola en sus recuerdos como su hija. Y la desea de vuelta. Supongo que este deseo dominará parte de sus próximos movimientos, también asentados en la sospecha de que las Comunidades han traspasado la frontera. Se avecina una nueva guerra en ‘The Walking Dead’.