Avanzamos con la décima temporada de ‘The Walking Dead’. En este sexto episodio, hemos tenido estímulos suficientes como para ver el capítulo con atención, pero de alguna manera vuelvo a sentir que aunque las teclas reaccionan ante la presión, no termina de dar el resultado que se espera de una ficción con tantas posibilidades. Y con tantos personajes interesantes. Creo que en otras líneas hablaré de esto último, de momento analicemos el capítulo. Cuidado con los spoilers.
Eugene (Josh McDermitt) encuentra una amiga en las ondas radiofónicas. Esperando establecer contacto con Rosita (Christian Serratos), termina dando con una voz desconocida con la que en seguida establece una conexión guiada por la simpatía mutua, por la que terminan contándose varias cosas el uno al otro. Eso sí: nada de su posición, su estado o el estado de sus asentamientos. Aunque Eugene lo intenta, la misteriosa voz se niega. No le conoce, alude, no puede decirle nada. He aquí uno de los interrogantes que deberán resolverse en los capítulos venideros. ¿Quién es esa voz y qué papel juega en el futuro?
El siguiente interrogante: la enfermedad. Rosita se encuentra en Alexandria, junto con muchos de sus amigos, enferma. Padecen un virus, según detectan Siddiq (Avi Nash) y Dante (Juan Javier Cárdenas), cuya procedencia desconocen y cuyo tratamiento no pueden establecer, tampoco aplicar, pues no cuentan con los medios necesarios para ello. Lo que en principio no parecía algo demasiado grave, termina preocupando a ambos y por consiguiente al espectador. No sabemos si irá a mayores, ni el peso que tendrá en adelante, pero podría ser uno de los detonantes de la guerra que se avecina.
Más enfermedades: la de Carol (Melissa McBride). Su ansia de venganza es casi una enfermedad de la que no puede liberarse y cuyo único tratamiento efectivo es completarla. Ya la hemos visto en otras ocasiones en circunstancias semejantes, sabemos de su determinación, de su ira y de su lucha, y en esta temporada es el ejército de Alpha el que está en su punto de mira. No va a parar hasta destruirlo. Por el camino, arrastra a un Daryl (Norman Reedus) más o menos sumiso ante ella, que parece aceptar que la única manera de ayudar a su mejor amiga es dejar que explore los límites, incluso aunque estos sean peligrosos.
La sumisión definitiva: la de Negan ante Alpha, ¿o es, en realidad, la de Alpha ante Negan? Es él quien se arrodilla, pero es ella quien parece sentir un mayor interés hacia el ex líder de los Salvadores. Mientras que Negan busca sobrevivir, tal vez cobrarse una venganza que a mí no termina de convencerme, Alpha parece verdaderamente atraída por la personalidad de este personaje que no encaja entre los Susurradores porque, en primer lugar, no aprende a callarse.
Esta es precisamente la última imagen del episodio. En un gesto ya característico, Alpha manda callar a Negan, invitándole con ello de manera oficial a unirse a su ejército. Así es como se unen los dos villanos más escalofriantes de la historia de ‘The Walking Dead’. Ojalá pudiera creer que de esto solo puede salir algo bueno, pero no las tengo todas conmigo.
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