Nos parecía que teníamos de todo pero aún no lo teníamos todo. Nos vendieron que sí, que nuestro mercado había llenado el cupo de esos artistas vanagloriados por un séquito de adolescentes. Pero no. Teníamos al maestro, y al genio de las palabras unidas en metáforas, con Alejandro Sanz. Contábamos con el artista perfecto en Pablo Alborán. Con Enrique Iglesias a nivel internacional. Y con David Bisbal como ejemplo de que un programa de televisión junto a una audiencia fiel pueden catapultar a un artista a nivel estratosférico. Y nos decían que no había hueco para más. Que no era el momento. A él también se lo decían. Y se lo repetían. Casi de forma incansable. Pero no se rindió. Igual que cuando cada uno de nosotros tenemos un sueño y luchamos por alcanzarlo. Un año de llantos y muchos sinsabores después, sus ‘Once historias y un piano’ vieron la luz. Y la crítica como el público se rindieron ante él.
Pablo López es de esos artistas de la calle. Los que de pronto ven la luz de golpe, el éxito rozando sus dedos y cuando menos se lo esperan, bajan a la tierra, como su viaje de ida y vuelta a las promesas incumplidas de un show como ‘Operación Triunfo’. Pero no se detuvo. Continuó su periplo. El que los astros tenían guardado para él. Y compuso temas para terceros. Haciéndose un honorable hueco entre esos compositores que artistas como Malú o David Bustamante desean tener entre sus créditos.
‘Once historias y un piano’ relató esa lucha hasta conseguir su sueño. La firma de un proyecto. El suyo. Y con el aplauso a sus espaldas, el segundo trabajo no podía tardar en llegar para conseguir aquello que todos deseamos, consolidarnos: ‘El mundo y los amantes inocentes’. Diez nuevos temas que nos trasladan a un mundo de sentimientos y frustraciones. Viajamos desde la emoción del amor, la inocencia del amante, hasta los sinsabores de una sociedad tocada hasta el extremo.
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La séptima mayor, El mundo, Lo saben mis zapatos, Dos palabras, Tu enemigo, Canción prohibida, Debería, Romper con vos, Se busca y El invierno nos guarda son las mejores referencias para dejar una clara constancia: aún había un hueco que rellenar en nuestro pop nacional. El hueco del pianista. Del currante. Del luchador incansable que trabaja tecla a tecla y palabra a palabra cada nueva apuesta musical. Pablo López. El incansable soñador con un inmejorable compañero de batallas, su piano.
Si aún no ha llegado a tus oídos su último trabajo te invitamos a que le des una oportunidad y descubras que en el pop hay mucho más de lo que nos habían contado.
Y a ti Pablo…¡qué decirte! Simplemente, enhorabuena por el buen hacer. Nos acercas a quienes somos.
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