Cuidado, este artículo contiene spoilers. 

Siempre con la promesa de una gran batalla en mente, cada vez parece más claro que los protagonistas de ‘Vikings’ no van a tener un final feliz en esta sexta temporada. Como digo, ya se nos avisó de que sería una entrega especialmente explosiva y violenta y los presagios del Oráculo llevan tiempo indicándonos hacia dónde se encaminan todos. Pero supongo que después de verles superar todo tipo de adversidades y acabar con todo tipo de enemigos, se nos antoja complicado creer que vamos a contemplar su final. Un final que, si todo sigue como hasta ahora, podría estar más cerca de lo que nunca hemos imaginado y ser más oscuro de lo que podemos llegar a imaginar. 

Ya en el capítulo anterior, con la derrota de Björn y su ejército frente al rey Olaf, vimos que no iba a ser todo un camino de rosas. El primogénito de Ragnar Lothbrok no está sabiendo tomar decisiones en esta nueva etapa como rey, está delegando demasiado, centrándose en batallas que en principio ni siquiera eran suyas y perdiéndose en un mar de responsabilidades que no tengo muy claro si alguna vez había buscado. Lo de reinar no es lo suyo y precisamente su inexperiencia y su falta de acierto pueden ser las que conduzcan a toda su familia y a Kattegat a la destrucción. Los frentes no dejan de surgir y la situación está a punto de colapsar, todo está a punto de venirse abajo. 

En este cuarto episodio ya hemos visto cómo Lagertha ha perdido a su nieto mayor, al primer hijo de Björn y Torvi, y cómo el propio Björn ha vuelto a tomar una arriesgada decisión. Todo ello mientras cosecha nuevos enemigos y mientras la amenaza de Ivar y los rusos comienza a acercarse también geográficamente. Resuenan los tambores, los nervios están a flor de piel y todo apunta a que se aproxima la hecatombe. Puede que el Ragnarok como tal no llegue nunca, pero parece que lo que vamos a ver en esta sexta temporada de ‘Vikings’ se le asemeja bastante. 

Lagertha ha vuelto

Estaba claro, ya vimos cómo en el capítulo anterior Lagertha recuperaba sus armas y aceptaba su destino. Pese a que prácticamente acababa de renunciar a su faceta de guerrera y a toda batalla física que implicara la violencia, los enemigos de su hijo -unos de los muchos- la han obligado a regresar. Y, una vez más, con el cabello trenzado y la mirada fría, ha regresado esa casi valquiria que lleva enamorándonos desde la primera temporada. Ha regresado la guerrera, y la líder ha hecho lo propio. Sin corona y sin título, solo con su carácter, su fuerza y su pasado, reúne en torno a su figura a todos los habitantes de la aldea, que la siguen sin dudar un segundo, admirándola y respetándola como probablemente no lo habían hecho con ningún otro ser humano anteriormente. 

El de la legendaria escudera es un regreso que los espectadores hemos disfrutado, porque verla dirigir, inspirar y luchar siempre es un placer. Pero también es un regreso agridulce, que ha traído consigo la dolorosa muerte de su nieto, que sirve de auténtico detonante en su interior. Desde el primer ataque de los supuestos ‘bandidos’, Lagertha tuvo claro que debía luchar, pero es este asesinato a sangre fría el que enciende su fuego interior, el que va a sacar a la bestia que lleva dentro y el que, diría que sin duda alguna, anticipa la muerte de esos enemigos de Björn que tan mal han elegido a su adversario. 

Consecuencias

El trono le queda muy grande a un Björn Ironside que encuentra en el mar -y en el planeta entero- su auténtico hábitat. El primer hijo de Ragnar Lothbrok no está cómodo en la posición de rey y no se siente seguro de sí mismo y de sus pasos. Le hemos visto pedir consejo casi hasta al apuntador -y también desoír las advertencias de muchos- y ahora le vemos tomar una decisión que puede cambiar absolutamente todo su futuro y el de todos los vikingos. Aceptando la oferta del rey Olaf de gobernar toda Escandinavia se mete en la boca de un lobo que no conoce. ¿Realmente le está ofreciendo este peculiar personaje todo su poder y sus reinos? Y lo que es más importante… ¿Van a ceder todos los reyes de la zona y a liberar sus tierras para que un extraño gobierne a sus pueblos?

De la misma manera que cometió un error, o al menos un aparente error, cuando optó por abandonar Kattegat y rescatar a Harald, Björn podría haber vuelto a equivocarse al aceptar esta proposición tan golosa. La avaricia y la ambición desmedida nunca son buenas compañeras, sobre todo porque suelen ir de la mano de la despreocupación. Un rasgo que estamos viendo en el actual rey vikingo, que parece haberse olvidado por completo de Ivar y de la amenaza que supone que ande suelto, enfadado y con sed de venganza. Las consecuencias de todo ello pueden ser terribles y pasan, presumiblemente, por esa gran batalla que tanto nos han prometido.