Vais a perdonar el indigno juego de palabras que encabeza estas líneas, pero desde que vi ‘Chocolat’ por primera vez me prometí que algún día escribiría algo así. Que es un cuento, y que es un cuento delicioso. En este 21 aniversario del estreno de la película de Lasse Hallström en nuestros cines, quiero recuperar la historia protagonizada por Juliette Binoche para hablar (otra vez) de la magia que tienen las películas que no quieren ser más que un bonito cuento. Siento que en muchas ocasiones las estamos relegando a un segundo plano o, peor aun, al cajón de los placeres culpables. Siento que cada vez exigimos, como espectadores, historias rompedoras en las que encontrar más cosas de las que aparentemente se nos muestran.

A mí me gustaría pediros, si me encuentro en la posición de pedir algo, que no dejemos morir los cuentos. Que los hagamos evolucionar, pero que las películas como ‘Chocolat’ no se pierdan nunca.

¿De qué va ‘Chocolat’?

Vianne (Juliette Binoche) llega junto a su hija, Anouk (Victoire Thivisol), a Lansquenet. Este bonito pueblo francés es además muy tradicional. Nada ha cambiado en la última centuria. Ni siquiera dos grandes guerras han perturbado la inmutabilidad de sus calles. Pero el Viento del Norte tiene la capacidad de arrastrar cambios, y hasta allí arrastra a Vianne. Vianne es una mujer independiente, que siente que el camino y el viaje es su casa, que lleva felicidad en forma de chocolate a todos los lugares que visita. Lansquenet recibe a Vianne y sus dulces con reticencia porque, claro, los cambios no son bien recibidos. Pero, en secreto, sus habitantes sueñan con sus diferentes chocolates y también con dar rienda suelta a sus deseos, confesar sus pasiones y vivir, por fin, sin la sensación de estar pecando.

La personalidad de Vianne, agradable e intuitiva, le permite descifrar al momento las dudas y los sueños de todos aquellos que se plantan frente a ella. Así que ese Viento del Norte no solo lleva a Lansquenet un arsenal de dulces apetitosos: lleva, también, la esperanza en forma de mujer.

¿Por qué la recomiendo?

Recomiendo ‘Chocolat’ porque es un cuento precioso. La he recomendado durante toda mi vida, incluso cuando no podía explicar exactamente por qué lo hacía. Por qué me gustaba exactamente, qué me gustaba exactamente. Ahora sé que me gusta ese aire de posibilidad que corre entre sus personajes, la paleta de colores suaves escogidos para sus imágenes y también esos primeros planos que capturan muy bien los deseos de los protagonistas, y también de los secundarios. Me gusta una escena entre Juliette Binoche y Judi Dench en la que ésta última ríe con ganas; me hace pensar en una vejez amable, sin arrepentimientos y repleta de recuerdos secretos que compartir solo con quien lo merezca. También me gusta lo que me gusta siempre: que retrate una comunidad, que esta comunidad quiera despertar, que haya Vientos del Norte y también del Sur que animen a ello.

‘Chocolat’ me gusta porque es un cuento sobre la pasión, el deseo, lo mejor de la vida. Como ese chocolate que no tiene nada de particular, pero que nunca dejará de gustar porque es tan sencillo que no supone ningún esfuerzo, reto, ni siquiera sorpresa llevárselo a la boca. O porque es el de la infancia. ‘Chocolat’ me ha acompañado desde que tengo memoria, y cada vez que regreso a ella me siento como me he sentido siempre. Solo que ahora puedo explicarlo. La tenéis en HBO.