Un 11 de enero de 2013 llegaba ‘Amor‘ a nuestras pantallas de cine. A tiempo de que viéramos, para sumarnos a la fiesta final, esta película de Michael Haneke que se había colmado de gloria en los festivales de cine celebrados en los meses anteriores. La fiesta final fueron los Premios Oscar, con los que siempre tenemos nuestros más y nuestros menos, pero que supieron premiar aquí este trabajo íntimo, humano y complejo.

El equipo de la película se marchó a casa con el galardón que la confirmaba como la mejor película extranjera del año. Sumando, además, otras cuatro nominaciones: mejor película, sin extranjerismos, mejor director y mejor guion original para Haneke, y mejor actriz para Emmanuelle Riva. Su compañero en pantalla, Jean-Louis Trintignant, también podría haber obtenido un reconocimiento similar. Esta es mi recomendación de hoy.

¿De qué va ‘Amor’?

Georges (Jean-Louis Trintignant) y Anne (Emmanuelle Riva) forman un matrimonio tranquilo que disfruta envejeciendo juntos. Ambos fueron, un día, profesores de música, por lo que asisten a conciertos, tienen contacto con antiguos alumnos y mantienen intacta la pasión por el aprendizaje y por, en fin, la pasión. Escuchan música, leen y conversan, conversan mucho. Todavía tienen cosas que decirse y todavía tienen ganas de hacerlo. Pero un día, Anne sufre un derrame cerebral. Su situación es muy delicada, pero consigue salir adelante, aunque ha perdido la movilidad en el lado derecho de su cuerpo. Rechazando separarse de ella, Georges decide cuidar de ella. No hay otra cosa que amor en esta decisión.

¿Por qué la recomiendo?

La recomiendo porque es una película que puede sacudir a cualquiera. En sus primeros compases, porque ese amor tranquilo, un amor de rutina, un amor de años que no se ha perdido, que solo evoluciona, puede conmocionar a cualquiera. Haneke no apuesta por la lágrima fácil en su creación: todas las imágenes son imágenes intrascendentes que tienen su importancia, precisamente, en su ausencia de importancia. Es el día a día de una pareja mayor, y es un día a día muy corriente, pero hay amor en cada una de las escenas, en sus gestos, su manera de moverse alrededor del otro, en sus silencios. Se ha retratado en muchas ocasiones el amor en la vejez, y en muchas ocasiones se ha hecho muy bien. En muy pocas se ha logrado hacerlo tan humano.

Mientras vuelvo a verla, reflexiono sobre cómo las cosas pueden funcionar hasta el final entre dos personas que siguen teniendo ganas de tener al otro a su lado. Ni más ni menos. De esto va ‘Amor’, en un principio. Georges y Anne se siguen escuchando, se siguen hablando, se siguen divirtiendo juntos, se siguen haciendo bromas. Se siguen queriendo, y no hay dramas aquí, solo serenidad, la confianza que concede el tiempo, la seguridad de que sigues queriendo esa vida. Después hay mucho más: hay dolor, pero también hay paciencia, un cariño infinito, preocupación sincera, temor. Eso también es amor.

Es amor hasta el final, con todo. También la recomiendo por ese final. Quizá no tanto por lo que significa a efectos emocionales, pues cada uno extraerá sus propias conclusiones y llegará a un escenario diferente, estoy segura. La recomiendo también por ese final porque me sirve como prueba, y últimamente intento demostrarlo siempre que puedo, del gran efecto que puede tener una buena película en un espectador entregado. Porque ‘Amor’, en sus últimos compases, te sacude hasta que casi quieres suplicar que pare y salir a la calle y correr y respirar aire fresco. Y aun así no dejas de entender lo que has visto en pantalla. Por eso esta película de Michael Haneke es una película tan redonda, porque la ha construido en torno a una única idea. Y por eso tenéis que verla. La tenéis disponible en Filmin.