Con Claudia Riera me ha pasado lo que muy pocas veces me ocurre. Eso de tener la seguridad de que cada nuevo personaje será un alma diferente, donde no volverás a ver a nadie más que haya interpretado en el pasado. Con miradas nuevas, silencios diferentes y hasta un movimiento corporal ajeno al pasado. Un trabajo de campo y de alma. “Lo más complejo es deshacerte de ti para ser el canal más puro posible y encarnar un alma que no tiene ni voz ni cuerpo. Al final, tienes que ser eso, el cuerpo de otra persona. Hablamos de personajes y, al final, son personas con sus complejidades y con sus dolores de cabeza. Con su vida, con su mochila de traumas. Y tienes que poner eso en tu cuerpo, en tu vida, en tus traumas”.

Ahora podemos ver su trabajo en las manos de Inés dentro de ‘El Internado: Las Cumbres’. Un personaje tan misterioso como magnético. 

MW: ¿Qué te pedía Inés cuando la conociste?

Claudia Riera: Muchas cosas que no entendía (Risas). Ha sido un proceso muy intenso con Inés. Me ha costado muchísimo porque todo son grandes interrogantes. He hecho todo el proceso de preproducción y producción sabiendo lo mismo que sabe el espectador viendo los ocho capítulos. Que como bien sabrás no es mucho. Y ha sido muy intenso. Tenía que buscarle la lógica a eso, sus comportamientos. Tiene carácter, pero es una persona que está en el vacío. Tiene amnesia, pero es una amnesia de un año atrás. Así que tiene un año de vida el cuerpo recuerda. Así que es como tener que encajar muchas piezas juntas. O como un puzzle donde no tienes las propias piezas. Y que todo tenga una coherencia y una naturalidad.

MW: ¿Has tenido que pedir en algún momento alguna pieza de ese puzzle que mencionas?

Claudia Riera: La he suplicado (Risas). La he suplicado muy fuerte y no me quisieron decir nada. No he sabido nada hasta el final del rodaje que sí que me dijeron algunas cosas. Porque tenía que rodar unas escenas finales en las que sí lo necesitaba para poder hacerlo bien.

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