‘La maldición de Bly Manor’ me ha sorprendido mucho. Y no me gustaría privarte de esa sorpresa tan agradable que me he llevado yo. Por eso, voy a intentar hablarte de sus nueve capítulos sin detenerme demasiado en los detalles que creo que debes conocer por ti mismo. No sólo detalles de la trama, sino también del estilo narrativo y del camino que ha decidido tomar en esta ocasión Mike Flanagan. Como se deduce de mis palabras, esta segunda entrega se diferencia notablemente de su predecesora. Y tampoco me gustaría caer en comparaciones, pero siento que en esta ocasión es casi imposible no hacerlo mínimamente. Hay un cambio sustancial, pero la esencia y la mirada del creador, analítica y sensible a partes iguales, siguen estando presentes. Y siguen siendo la principal razón por la que esta serie es diferente al resto de ficciones de terror que llegan a nuestras manos.
Hablando de terror, no esperes encontrarte grandes sobresaltos en ‘La maldición de Bly Manor’. Tampoco demasiadas secuencias que te obliguen a taparte los ojos o a desviar la mirada. Flanagan no es muy afín a ese terror que impide mantener la atención en la pantalla. Ni sangre, ni sustos constantes introducidos sin ningún tipo de sentido. Aquí, como ocurrió con la primera entrega, encontramos un terror mucho más psicológico y analítico. Que está directamente relacionado con los sentimientos más básicos y puros del ser humano: el amor, el miedo, la necesidad, la culpa… El director, partiendo ahora de la historia escrita por Henry James (‘Otra vuelta de tuerca’), estudia estos sentimientos y el efecto que tienen en nosotros.
No sabría decir si ‘La maldición de Bly Manor’ es más o menos humana de lo que esperaba, pero sí es más conmovedora de lo que había imaginado. Y la sorpresa está en que este rasgo no sólo no desencaja, sino que funciona. No estamos acostumbrados a ver esto cuando hablamos de terror, a emocionarnos y a sentir mucho más allá del pavor. Quizá por eso la sorpresa sea mayor, y también el mérito. Flanagan vuelve a lograr aquí el equilibrio perfecto entre misterio, terror, análisis y sentimiento, construyendo una serie compleja y que deja mucho poso. De hecho, confieso que según me alejo más del visionado, más detalles de la misma van apareciendo en mi mente. Pidiéndome a gritos un segundo viaje, que me permitirá apreciar todo aquello que he pasado por alto y que, seguramente, no será poco.
La única pega que tengo que ponerle es su ritmo algo pesado en los primeros compases. Un detalle que, sin embargo, acaba olvidándose en cuanto el espectador comienza a comprender el juego en el que está metido de lleno. Y en el que el tiempo tiene un importante papel. Lo que en un principio puede resultar lento, termina convirtiéndose en una base imprescindible para comprender el complejo entramado que poco a poco se va descubriendo ante nosotros. Y que convierte a esta serie en una ficción retadora que, de nuevo, no sólo habla de fantasmas. Curiosamente, como ya ocurrió en el pasado, los fantasmas terminan siendo lo de menos.
‘La maldición de Bly Manor’ se estrena en Netflix el próximo viernes 9 de octubre.
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