‘Patria’ puede convertirse en la serie del año. Desde que se anunció que HBO se atrevería a adaptar la novela escrita por Fernando Aramburu, cada detalle presentado ha sido noticia casi de interés nacional. Y es que ‘Patria’ fue una noticia en sí misma, un fenómeno literario como pocos, una fuente de conversación, de debate, de discusión también. Aramburu, como HBO pero primero y de manera original, se atrevió a narrar una historia de destrucción y reconstrucción. De una familia, dos familias, una comunidad, un territorio. No es fácil hablar de algo así, cuando encierra tanto sufrimiento, tanto conflicto, ni siquiera como crítica. Ni siquiera como parte ajena de la historia.
En el momento en que ETA decide poner fin a su lucha armada, una mujer ya anciana regresa al pueblo donde nació, creció y vivió hasta que la banda asesinó a su marido. Bittori, como se llama la mujer, busca respuestas, busca regresar al que fue su hogar, busca volver a sentirse en su hogar. Sus vecinos, sin embargo, la reciben como una amenaza. Estos vecinos quieren, en el mejor de los casos, perdonar, ser perdonados, reconciliarse, reconstruir; en el peor de los casos, solo quieren olvidar de cara al público, mientras siguen recordando y luchando en su casa, en silencio. Esta segunda parte también se sienten víctimas.
Bittori supone un recuerdo constante. Una espina de culpa clavada en el corazón, la imposibilidad de continuar con una vida interrumpida por una batalla que compete a esos vecinos en tanto que compete a su tierra, pero a la que la mayoría de ellos no contribuyeron más que con palabras o pensamientos. Algunos sienten, sin embargo, la violencia como suya. Otros no comulgan con ella, y sin embargo tampoco pudieron apartarse del todo de su senda. Y otra parte calla. Bittori detesta ese silencio.
Ha sido Aitor Gabilondo quien, de manera más directa, se ha atrevido con esos silencios. Encargado de la dirección, junto a Félix Viscarret y Óscar Pedraza, también es suyo el guion que adapta la novela. Sus protagonistas: Elena Irureta (Bittori), José Ramón Soroiz (Txato), Susana Abaitua (Nerea) e Iñigo Aranbarri (Xabier) por un lado; Ane Gabarain (Miren), Mikel Laskurain (Joxian), Jon Olivares (Joxe Mari), Loreto Mauleón (Arantxa) y Eneko Sagardoy (Gorka), por otro lado. Pocas veces antes en este país he visto un reparto al completo haciendo tan bien su trabajo.
‘Patria’ y las formas
‘Patria’ está muy bien hecha. Podría dar muchas explicaciones hasta llegar a esa conclusión, pero me parece honesto empezar por lo más importante. No solo es una fiel adaptación de las sensaciones y las emociones y las reflexiones que encierra la novela de Aramburu, además es una buena ficción. Ya el primer capítulo lo tiene todo: ese silencio y las pausas, la espera, la soledad, también la acción y la revolución y el conflicto.
La narración apuesta por la mezcla de pasado y presente, que no es nada fácil y que se consigue con una dirección certera, unas buenas interpretaciones y un montaje que además nos brinda guiños y momentos llenos de gracia. Los pensamientos, las acciones y los porqués individuales de cada uno de los protagonistas se entrelazan, se confunden por momentos, permanecen claros hacia el final de las escenas. No sé si puede costar entrar en esta forma de narrar para quien empiece de nuevas, pero sí creo que, en cualquier caso, se coge rápido el ritmo.
Sobre todo porque ‘Patria’ tiene mucho ritmo, incluso cuando está hecha de silencios. Esos silencios importan (los silencios siempre importan) porque nos hablan de la soledad, del arrepentimiento, de la culpa o de la duda de los personajes, así que el espectador asiste a ellos mientras abraza todos esos sentimientos, mientras los comprende y los incorpora a las palabras de los protagonistas para completar la imagen que va formándose de ellos. Da la sensación, y es una buena sensación, de que esta ficción tiene muy claro lo que quiere contar y se lanza a ello sin miedo, como hizo, sí, Aramburu con su novela. No sé si tuvo miedo en su proceso de escritura, no sé si dudó, pero en la obra final no hay dudas. En ‘Patria’, la ficción, tampoco las hay.
Así que tenemos un recorrido por el corazón de los protagonistas, que son diferentes, que tienen vidas diferentes, que sienten diferente y que piensan diferente. Lo hacen en un escenario que se desdobla para ofrecernos las dos perspectivas de una misma historia. Una historia que también tiene claro a quién señalar cuando hablamos de víctima y cuando hablamos de verdugo, pero que no por ello deja de explicar al otro. ‘Patria’, y es algo que siempre me ha gustado mucho de esta historia, siempre explica, pero no siempre justifica.
Hay en las imágenes de ‘Patria’ angustia, emoción, combate, amor, de nuevo conflicto. Personificado en sus personajes, que nunca están limitados a ser las víctimas de esta historia, que tienen una vida más allá y que a veces quieren vivirla y a veces no pueden. Hay en la música de Fernando Velázquez lo que siempre hay en la música de Fernando Velázquez; es decir, todo lo anterior.
En ‘Patria’ hay una intención sincera de contar una historia. Esto se traduce en imágenes certeras, que espían la vida cotidiana de las personas antes y después de la tragedia que sacude las vidas de todos. Hay los gritos de una mujer pidiendo una ayuda que le fue negada cuando todavía no era tarde, en una escena desgarradora que ya había visto y que sin embargo me heló la sangre. Y hay también un geranio creciendo, que algunos sienten como una amenaza y que yo veo como una vida que, a pesar de todo, sigue creciendo. Tenemos esta clase de detalles.
Tenemos una serie completa, compleja por el contenido, brillante en sus formas.
El contenido de ‘Patria’
‘Patria’ se mete de lleno en el gran conflicto que sacudió a Euskadi, centrándose sobre todo en un pueblo cercano a San Sebastián. ETA tiene en la violencia la peor expresión de sus ideales; ETA asesina, extorsiona y atemoriza a miles de personas en el territorio. Y todo esto está en ‘Patria’. Está la incomprensión de las víctimas como el Txato, la distancia que quieren tomar personas como Nerea, el temor de jóvenes como Gorka. Y también, sí, la lucha decidida de soldados como Joxe Mari, que consideran justa su causa, y los sentimientos de madres como Miren, que anteponen su hijo a todo lo demás.
Todo está en ‘Patria’, siempre con la figura de Bittori un peldaño de protagonismo por encima del resto. Bittori representa a una gran parte de las víctimas de este conflicto, y despertará muchas cosas en el espectador que comprenda que algunos ojos la ven como una amenaza. Una víctima se convierte en amenaza; una mujer mayor, casi anciana, se convierte en una amenaza por su condición de víctima. Esta aparente contradicción despierta muchas cosas, definitivamente.
Cuando decimos que en ‘Patria’ están todas las perspectivas de esta historia no nos estamos refiriendo tanto a que encontramos la perspectiva del soldado de ETA y la de la víctima de ETA, que también. Pero más bien, nos referimos a todas las emociones que acompañan a la tragedia que es el eje central de la historia. Nos referimos al enfado, al miedo, a esa incomprensión ya mencionada, a la resignación, a la necesidad de olvidar y también a la necesidad de perdonar. Y más aún a la necesidad de saber y de comprender, precisamente por la incomprensión que uno no puede evitar sentir.
Hablando sobre esta historia con varias personas, me he dado cuenta de que muchas, en algún punto de aquella primera lectura, pensamos: ¿por qué el Txato? Y esta pregunta también puede actuar como eje central de las reflexiones y de las emociones provocadas. En todas las direcciones en las que se mueve la serie.
Si estoy siendo tan poco concreta con mi análisis es porque no quiero robarle a ningún espectador la oportunidad de extraer sus propias conclusiones y reflexiones. No quiero robarle a ningún espectador la oportunidad de emocionarse con momentos concretos, con situaciones concretas, con personajes concretos. ‘Patria’ es emocionante y es también reflexiva. Y es un viaje que podemos realizar todos como sociedad, pero que cada uno debe realizar antes como individuo.
¿Te va a gustar ‘Patria’?
No es fácil de ver. ‘Patria’ es una historia cruda, dura, difícil, compleja, repleta de recovecos que cuesta explorar, con personajes que no siempre son fáciles de entender, con escenas duras que abordan violencia, enfermedades y muertes. Asesinatos. Amistades que se rompen, y que también cuesta ver, porque no comprendes y porque te enfada. Amores que no pueden ser, y vidas que se rompen, y que se esfuman, y que dejamos pasar, y que sentimos escapar sin poder hacer nada por ello. Una de las virtudes de ‘Patria’ es que es muy sencillo sentirla como una historia real. Es muy sencillo sentir que esos personajes existen, porque de hecho existen, con otros nombres y otros recorridos, pero con la misma historia esencial. Entonces duele, y enfada.
Pero es fácil de ver. ‘Patria’ es una buena ficción. Sus imágenes nos llegan con la facilidad de las imágenes de calidad, con una banda sonora que acompaña en todo momento y unas interpretaciones naturales, contundentes, emocionales. Unos detalles precisos, preciosos. Un abordaje de ese conflicto desde la cercanía, desde la honestidad y desde el conocimiento.
No creo que vaya a gustar a todo el mundo, por todo lo anterior; al menos, no creo que pueda ser para todo el mundo, no de momento. Porque hay demasiado aquí. Y sigue habiendo demasiado sufrimiento aquí, entre nosotros, aunque muchos lo sintamos en la distancia porque nos ha pillado en la distancia. Pero creo que, como sucedió con el libro, puede también tener un fin para muchas personas. Y, en el caso más alejado de todos, puede gustar simplemente porque lo han conseguido: han hecho una buena ficción de ‘Patria’.
‘Patria’ se estrena el próximo 27 de septiembre en HBO España.
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