'Zombieland: Mata y Remata'
Lo Mejor
- Historia más potente
- Más tensión
- Provoca la risa de principio a fin
- Reparto de 10
Lo Peor
- Podrían haberse atrevido con el terror
Cuando se confirmó que, diez años después del estreno de la película original, tendríamos una secuela de ‘Bienvenidos a Zombieland’ ya hubo quien habló de cinta innecesaria y sacó a relucir ese dicho a veces tan desacertado y del que tanto tiramos: “segundas partes nunca fueron buenas”. También hubo quien aplaudió la decisión de Ruben Fleischer y de Sony de apostar una década después por una secuela que nadie esperaba, pero que muchos deseaban en secreto. Y con esta dualidad de opiniones llegamos hasta el estreno de ‘Zombieland: Mata y Remata’, que tiene lugar este mismo viernes 18 de octubre.
De nuevo, Woody Harrelson, Jesse Eisenberg, Emma Stone y Abigail Breslin se meten en la piel de los carismáticos y extravagantes Tallahassee, Columbus, Wichita y Little Rock, que continúan luchando por sobrevivir en Zombieland y, en esta ocasión, buscando el hogar que les fue arrebatado hace años. Nos reencontramos ahora con un grupo mucho más unido, casi con una familia que ha aprendido a convivir, pero que se sale de toda norma. Y nos reencontramos con cuatro personajes que mantienen su esencia, pero en los que vemos una importante evolución.
‘Zombieland: Mata y Remata’ se aleja enormemente del dichoso refrán que echa por tierra las segundas partes antes de que comiencen y nos trae una historia fresca, por momentos casi más interesante que la de su primera entrega, y una comedia afilada que sigue tirando de referencias a nuestra cultura -especialmente a la audiovisual- y de situaciones cuanto menos hilarantes para provocar una risa que arranca desde sus primeras escenas.
Más historia
No sé si es porque ya sé cómo termina la primera película y no sabía cómo lo hacía esta segunda, pero uno de los puntos en los que he encontrado cierta mejora ha sido en la historia y en la tensión que la acompaña. Recuerdo la primera película como un disfrute en el que prácticamente no llegué a temer por la vida de ninguno de los protagonistas. Incluso cuando Tallahassee queda acorralado en el kiosco del parque de atracciones, rodeado de zombies y sin ayuda, parecía claro que iba a salirse con la suya. Algo que no se repite en ‘Zombieland: Mata y Remata’.
Aquí el peligro ha aumentado, los zombies no son una excusa más, sino que son una amenaza mucho más grande, y tememos por la vida de la familia desde el principio. De nuevo, la comedia es el eje de todo y la gran virtud de la cinta de Ruben Flesicher, pero en esta ocasión también entra en juego una sensación angustiosa ya conocida por aquellos que se encariñan rápido con los personajes que ven en la pantalla.
Seguimos hablando de una película amable, en la que el terror no forma parte de la ecuación, pero a la que ahora se le ha añadido un ingrediente extra, un poco de picante, que termina de hacerla redonda.
Logrando lo más difícil
Una de las claves del éxito de ‘Zombieland’ fue la sorpresa que supuso encontrarse una película en la que la comedia, el cine slasher y la temática zombie casasen tan bien sin caer en la ridiculización o en la parodia. Pero ahora, con esta secuela, el factor sorpresa se ha perdido y existía un enorme riesgo de que la cinta quedara algo acartonada, casi caduca, anclada en el pasado. Es fácil caer en repetir las mismas bromas y los mismos juegos, hemos visto a los mejores cometer ese error. Pero Ruben Fleischer y compañía han sabido esquivarlo.
De hecho, el film no se antoja repetitivo en ningún momento. Pese a que el marco es el mismo y pese a que esa sorpresa ya ha desaparecido, han logrado encontrar nuevos enfoques, nuevas historias y, sobre todo, han sabido mantener ese humor tan particular de sus personajes sin que resulte algo ya conocido. Incluso el hecho de conocer a los protagonistas y de saber cuáles son sus puntos débiles y sus peculiaridades hace que disfrutemos más de sus momentos cómicos, que intentamos anticipar y que, en alguna que otra ocasión, siguen pillándonos desprevenidos.
Veredicto final
Salgo de la sala con una sonrisa, como esperaba, cruzando los dedos por que al equipo de la película se le antoje entregarnos una tercera parte -aunque sea dentro de diez años- y repitiéndome una y otra vez que, a veces, las segundas partes sí son buenas. Es evidente que ‘Zombieland: Mata y Remata’ no era necesaria, la historia estaba “cerrada” y muchos habían olvidado a esa familia disfuncional que en su día se hizo con nosotros. Pero ahora que la he visto y la he disfrutado, me alegro de que Sony y compañía pensaran que quizá necesitábamos la secuela y apostaran por ella. Ahora entiendo que sí la necesitaba o, al menos, la quería.
Una película fresca, que no queda anquilosada en el pasado y que vuelve a tener guiños que conectan de manera directa con el espectador. Una de esas comedias que hacen que olvides todo lo que te rodea y rías sin parar, incluso con cosas que jamás pensaste que te harían gracia. Y una cinta con un reparto que no podía ser otro y que aporta un extra de comedia, así como una dirección que deja algún que otro detalle interesante.
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