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Crítica: ‘La ley de Comey’ es un buen retrato, pero peca de irregular

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Esta crítica no contiene spoilers de ‘La ley de Comey’

Nos separan tan solo unas semanas de las próximas elecciones estadounidenses. Un momento perfecto para que ‘La ley de Comey’ llegue a nuestras pantallas. La mini serie de Billy Ray, basada en el libro de James Comey, se estrena en Movistar Series el próximo 20 de octubre. Y nos traslada a la época de la campaña electoral de las elecciones de 2016. Este ‘timing’ perfecto es, sin ser parte de la propia serie, uno de sus puntos fuertes. Con la política estadounidense entre los temas más comentados del momento, nos permitirá recordar la serie de eventos que llevaron a Donald Trump al poder. Y a quienes no los conozcan, les permitirá conocer mejor los entresijos de uno de los eventos históricos que ha marcado el inicio de siglo.

Todo desde una de las figuras más polémicas de la última década. James Comey fue nombrado director del FBI por Barack Obama y la motivación que le llevó hasta ese puesto fue la de cumplir con su deber. Hacer justicia y proteger a su país, como gran patriota. Lo que probablemente no llegó a imaginar, hasta que estuvo al borde del precipicio, fue que serían sus férreos valores y su sentido de la justicia los que le jugarían una mala pasada. Durante su mandato, tuvo que hacer frente a dos investigaciones a su vez polémicas y de envergadura aparentemente incalculable. Por un lado, la conocida como ‘Midyear Exam’, investigación en torno a una serie de emails en los que Hillary Clinton podría haber revelado información de Estado deliberadamente. Y, por otro lado, la llamada ‘Crossfire Hurricane’, investigación acerca del papel de agentes rusos en la campaña electoral de Trump.

Así, ‘La ley Comey’ nos introduce de lleno en la mente y el alma del ex director del FBI, al que acompañamos en este complejo viaje. Un viaje que hacemos también a través de sus memorias, pues la mini serie sigue su obra autobiográfica. Y que, lejos de elevar su figura, nos permite conocer los hechos y construir nuestra propia opinión. O, mejor dicho, reforzarla, gracias a la escala de grises por la que la trama se mueve en todo momento.

Un relato completo


La ley de Comey
Foto: Ben Mark Holzberg/CBS

Conocía lo ocurrido en las elecciones estadounidenses de 2016. Había leído acerca de los correos de Hillary Clinton y el papel que tuvieron en su derrota final. Así como acerca del apoyo que recibió Trump desde Rusia. Pero ‘La ley de Comey’ me ha descubierto detalles y matices que, desde la distancia, no habían llegado a mí. Y he encontrado en ella un relato completo, bien planteado y bien desarrollado. Con la profundización que merecen los conflictos que en él se presentan y con una buena relación entre hechos y consecuencias.

Desde un comienzo, vamos viendo cómo cada una de las acciones y decisiones de Comey puede tener un efecto enorme en los resultados electorales. Y, de hecho, queda la sensación de estar asistiendo a una caída inevitable, cada vez más rápida y pronunciada. Todo ello sin que aparezca en ningún momento un posicionamiento claro del director, que se limita a presentarnos los hechos utilizando la experiencia de Comey. Y recordándonos constantemente las motivaciones del entonces director del FBI: el servicio a la patria, la lucha por la justicia, la búsqueda de la verdad…

Esta escala de grises en la que, salvo excepciones contadas, se sitúa la historia es su principal punto fuerte. Porque permite que sea el espectador, con sus propios valores y sus conocimientos anteriormente adquiridos, el que llegue a una conclusión. El que coloque las etiquetas de villanos y héroes, si es que lo hay. Y el que emita el juicio final sobre el propio Comey, en torno al que continúa existiendo una enorme controversia.

Pero irregular


La ley de Comey
Foto: MARK HOLZBERG/CBS.

Lo que le falla a ‘La ley Comey’ es su irregularidad y, desde mi punto de vista, la enorme diferenciación entre sus dos partes. Si bien la primera es bastante sobria, bastante carácter FBI, en la segunda entran en juego ciertas pinceladas de comedia que mejoran el resultado final. Como también lo mejora Donald Trump, interpretado por un Brendan Gleeson que evita, por los pelos, caer en la parodia. Cualquiera que vea sus gestos y escuche la cadencia de su hablar podría pensar que, efectivamente, se trata de una parodia. Pero, de la misma manera, quien haya observado a Donald Trump sabe que lo que está viendo es un retrato bastante fidedigno.

A la primera mitad de la mini serie le falta ese carisma y esa emoción que sí están presentes en la segunda. Dos aspectos que habrían facilitado la conexión del espectador con la trama y con los personajes. También con un Comey (Jeff Daniels) al que se describe precisamente como un hombre de gran carisma y que, sin embargo, en ocasiones se queda a medio gas. Y a su vez le falta la presencia de Hillary Clinton, la única a la que solo vemos en metraje real. Algo que llega a desconcertar al espectador.

Por momentos, ‘La ley de Comey’ peca de seria, de sobria, de formal, dejando al espectador algo frío y distante, sobre todo a aquellos que sientan estos conflictos como ajenos y lejanos.



'La ley de Comey'

6

Lo Mejor
  • Historia bien reflejada, sin caer en posicionamientos
  • Representación de Donald Trump
  • Relación entre hechos y consecuencias
Lo Peor
  • Es irregular y sus dos partes se diferencian demasiado
  • ¿Por qué Hillary Clinton sólo aparece en metraje real?
Rosa Suria
Periodista. Escribo y hablo continuamente de cine, series y música.

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