En esta recta final de la tercera temporada de ‘#Luimelia’ disfrutamos de un episodio cómico, sexual y definitorio. Un cuarto capítulo que regresa, sin lugar a duda, al divertimento, al juego, a la provocación. Y que nos muestra que no todo es lo que parece y que nuestras mentes siempre intentan ir un paso más allá. Sobre todo, cuando nuestros miedos internos están gritando para salir a la superficie. Una superficie que lentamente van preparando para esa, seguro, conversación sobre si queremos o no queremos casarnos. Forjando, previamente, puntos en conjunto.
‘La Maru’ regresa por azares del juego y del destino. Y lo hace con la naturalidad que se requiere. Desde ese punto sano del pasado, pasado es. Y con una Luisita que vuelve a acompañar a Amelia hacia esa visita al ayer. Con un ‘Yo nunca’ tentador que vuelve a sacar lo mejor que tiene ‘#Lumelia’, sus diálogos. Porque consiguen mantenerte alerta en todo momento. No hay un solo segundo en que tu mente decaiga. Siempre es interesante escuchar lo que dicen porque hay dos versiones en el aire. Lo que dicen y lo que querían decir. Se trata de un ejercicio muy inteligente y que muestra que las ficciones para que fluyan siempre tienen que estar vivas. Vivas en todos los conceptos.
Las ‘ex’ de Amelia
Las ‘ex’ de Amelia son tentaciones. Las que el destino siempre tiene al acecho cuando las inseguridades revolotean. Si en el capítulo pasado vivimos la llegada de Pepa para recordarle a Amelia que lo que ella quiere es casarse… Ahora llega ‘La Maru’ para advertirle que ella no quiere ni tríos, ni cuartetos, ni una orquesta sinfónica. Y Amelia va trazando, poco a poco, el camino que sí quiere. Va dibujando y atrayendo lo que sí desea de su futuro a corto plazo. Y, en este caso, de la mano de Luisita que sigue estando ahí para afianzar lo que ambas ya sienten.
Resulta interesante que la vuelta al pasado que estamos viviendo con Amelia venga de la mano de relaciones que ya fueron. Y que estas regresen justo cuando han de hacerlo. En el momento en el que las dudas giran entorno a una Amelia que tiene un deseo, pero un deseo rechazado, sistemáticamente, por su pareja. Porque quizá lo peor no es que no haya un punto de encuentro, sino que no encuentren el momento idóneo para plantear la conversación abiertamente. Y seguimos dando vueltas como una peonza. Por eso me chirría la parte de defender el trío que se ve en pantalla como un hecho de la confianza plena que sienten la una por la otra. No creo, de momento, que haya esa confianza extrema. Creo que la confianza extrema se muestra hablando de lo que pasa sin indirectas y sin Paris de por medio. Por mucho miedo que tengas. Porque si no se habla, se enquista. Y si se enquista llegará un día en el que todo saltará por los aires.
El sexo es algo natural y como natural que es no habría que darle demasiadas explicaciones ni demasiadas vueltas. Y, tal vez, si hay que defender estas escenas que sea porque nunca hay que censurar el deseo venga de la orientación sexual que venga. Que se muestren con naturalidad. Sin más vueltas. Porque si empezamos a buscar justificaciones románticas, ya estamos entrando en terreno pantanoso.
¿Qué me gustaría ver?
Que quede por delante que me gusta mucho cómo narran el camino que ha de realizar Amelia. Porque sus miedos son hacia Luisita que es su pareja. Y, por lo tanto, sus ‘ex’ hacen ese diálogo tortuoso que siempre marca la conciencia. Pero también es cierto que una vez que ya hemos independizado (con el capítulo dos de la tercera temporada) a Luisita y Amelia de ‘Amar es para siempre’ y ese año 77, me gustaría seguir viendo quienes son. En muchos más aspectos que sus miedos como pareja. Porque los temores no solo se ciernen entorno a una por relaciones pasajeras, también suelen venir por otros dolores que nos hayan marcado en otros ámbitos.
Comprendo perfectamente que el tiempo es el que es y que poco se puede explicar o analizar cuando tienes ocho minutos en pantalla, pero me estoy quedando con la sensación de verlas madurar de forma esquemática. Como a flashazos. En escenas puntuales sin desarrollo ni anterior ni posterior.
‘#Luimelia’ sigue siendo valiente en la forma y en el fondo. Y lo vuelve a demostrar en este cuarto capítulo. Mostrando lo que nadie se ha atrevido a mostrar en las ficciones de nuestro país. Porque el romanticismo está maravilloso pero siempre parece que lo sexual debe quedarse en un segundo plano cuando a parejas LGTBIQ se refiere.
Nos quedamos con ganas de ver cómo transitamos por la recta final de esta tercera temporada.
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