Este segundo capítulo de la cuarta temporada de ‘#Luimelia’ es de esos que estábamos esperando con ansias infinitas. Porque mentalmente necesitábamos construir la vida de Amelia. Poner cara a sus padres y a su hermano. Entender de donde venía, cuales eran sus motivos y hacia donde podrían llevarle a corto plazo. Así que plantarnos con ese camión de mudanzas en casa de la familia de Amelia ha sido como visitar un ring de boxeo. A un lado el abrazo de una madre que ama a su hija por encima de todo. Y al otro, la invisibilidad que traza su padre incapaz de entender que el amor es amor en todas sus formas. Una batalla que nos ha ido encogiendo el corazón segundo a segundo.
Amelia llega con temor a casa. Consciente de que la cosas no han cambiado. Sabedora de la frialdad que ha dibujado su padre. Incapaz de entender el motivo por el cual su madre no da un golpe en la mesa o porque su hermano no es capaz de comportarse de forma adulta y defenderla. Y lo hace de la mano de una Luisita que solo quiere que Amelia encuentre aquello que tanto necesita. Una Luisita que llega con la misión de estar ahí, por si necesita una caricia. Observando, en silencio, sin meter baza. Cauta, comprensiva y reflexiva. Cuando lo fácil hubiese sido saltar a la yugular del padre desde el inicio y marcar la confrontación como estrategia de guerra.
Y no es que Luisita busque una aceptación, es que lo único que quiere es un padre que ame a una hija sin condiciones absurdas de por medio. Creyendo que ese padre lo hace, pero que no sabe cómo hacerlo cuando ‘el que dirán’ se apodera de su pensamiento. De ahí que oculte a su hija en cuanto un amigo viene de visita. El maldito ‘que dirán’. Esas normas silenciosas impuestas por una sociedad demasiado entregada a mandamientos que te piden ser bondadoso, pero acatando un claro concepto de familia. Porque de otra forma te señalaremos y te marcaremos para que no tengas ningún tipo de espacio en un mundo cada vez más frío y distante.
El dolor de Amelia
A Amelia le duele. Porque ya ha pasado por lo mismo tantas veces que no espera nada. Por eso impone y se impone. Y no deja espacio a que su padre pueda o no mantener una comunicación más honesta con ella. No quiere ni puede permitirse dar ese margen porque su corazón no tiene espacio para un golpe más. Así que se rebela y grita. Porque es lo único que tiene. Lo único que le queda. Gritar para que esa persona que debería amarla sin más abra los ojos en algún momento del camino. Y entienda que esa niña pequeña sigue siendo la misma que confiaba ciegamente en el. Hasta en la marcha de Federico.
Enfrente tiene a un padre que se oculta y que se esconde. Que navega entre la rabia que le provoca su hija, por no ser como dictan que hay que ser, y la rabia que él mismo se provoca por su nula empatía hacia ella. Hay momentos en el capítulo en los que parece que no soporta a su hija porque no se soporta a sí mismo.
Me quedo con el regusto amargo de una conversación pendiente. Y ojalá la tengamos antes del fin de temporada.
El hermano cómplice
El hermano de Amelia es clave en toda esta historia. Porque es un personaje que todos hemos tenido en algún momento de nuestro viaje. Esa persona que se calla, que se escuda en cuatro bromas y que no es capaz de señalar a quien está cometiendo una atrocidad. Por lo tanto, es cómplice de la injusticia. Y de estos hay muchos en la vida. Los que luego dicen que ellos no están de acuerdo pero que con sus acciones solo provocan el envalentonamiento de los demás.
El silencio nunca es la respuesta. Ni mucho menos un apoyo. Ha que denunciar a quien lo esté haciendo mal. Y señalarlo. Porque es la única forma de modificar algunas conductas que deberían desaparecer de nuestro contexto.
Aprendamos a señalar a quien no hace bien las cosas y no a quien simplemente ama.
Es hora que reconozcan de una buena vez a Carol Rovira como una excelente actriz
Aunque no haya ganado ningun premio ….para mi ya lo gano …..#excelenteactriz#luimelia#carolrovira😘
La multifacetica Carol Rovira actriz ,compositora y cantante merece un Premió hace ratos.
Acaso no saben valorar sus talentos.