El cine no para. En estos momentos se está celebrando en Corea del Sur el prestigioso Festival de Cine de Jeonju. Festival en el que se reconocen películas independientes y experimentales dentro de los movimientos alternativos del cine contemporáneo. Estamos acostumbrados a descubrir en él todo tipo de nuevos talentos, especialmente talentos disruptivos que se atreven a caminar por nuevas sendas dentro del panorama cinematográfico y que lo hacen con acierto. Ahí es donde nos encontramos ‘El año del descubrimiento’, de Luis López Carrasco.
La película está construyendo una trayectoria modélica. Festival que pisa, festival en el que triunfa. Y en este caso no iba a ocurrir lo contrario. La cinta documental ha salido de Jeonju, donde competía dentro de la sección oficial, con el Premio Especial del Jurado. Un reconocimiento que se suma a la larga lista de galardones que ya adornan su palmarés: Premio Film Forward a mejor película en el Festival Internacional de Thessalokini, Gran Premio a mejor película en el Festival de Cine Documental Cinéma du Reél y premio del Jurado de las Bibliotecas junto a la cinta ‘Makongo’, de Elvis Sabin Ngaibino.
‘El año del descubrimiento’ se estrenará en Sección Oficial en el Festival de Cine Europeo de Sevilla en noviembre y está seleccionada en el Festival Internacional de Cine IndieLisboa 2020.
Así es ‘El año del descubrimiento’
La cinta documental nos traslada a la historia reciente de España, concretamente a uno de esos años cruciales que ahora forman parte de los planes de estudios. Hablamos de 1992, fecha en la que se celebraron en nuestro país los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Exposición Universal de Sevilla. Para ese momento, España era, en teoría, un país próspero y moderno. De ahí que pudiera acoger dos eventos de tal calibre.
Sin embargo, la realidad de las calles era bastante diferente, sobre todo en según qué ciudades. Es esa la realidad que explora ‘El año del descubrimiento’. El documental nos lleva hasta Cartagena, donde los disturbios y protestas por el cierre de fábricas y el desmantelamiento industrial adquieren una violencia creciente hasta acabar con el incendio del parlamento regional con cócteles Molotov.
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