Este artículo no contiene spoilers del primer capítulo de la cuarta temporada de ‘El Ministerio del Tiempo’. 

No era fácil cumplir con las expectativas en este caso, pero el regreso de ‘El Ministerio del Tiempo’ lo ha hecho. Después de más de dos años de ausencia, el público esperaba esta vuelta con ilusión y con ansia, dos sentimientos que siempre provocan un aumento de las expectativas. Y de la expectación. Un arma de doble filo, ya que te asegura la atención del público, pero también su arduo análisis crítico. Los espectadores siempre han exigido mucho a la serie de los hermanos Olivares, porque desde el principio ésta les ha dado también mucho, pero después de su ausencia esa exigencia es si cabe mayor. Quizá por el miedo irracional de que, en el descanso, la esencia se hubiera perdido o difuminado.

Con los primeros compases del primer episodio de la cuarta temporada, emitido este martes 5 de mayo en La 1 de Televisión Española, las posibles dudas han quedado disipadas. Ni siquiera ha hecho falta la totalidad del capítulo o un avance más prolongado en la trama principal de esta entrega. Ya en estos primeros minutos queda evidenciado, como también quedó en el corto precuela publicado en la web de RTVE, que la esencia de ‘El Ministerio del Tiempo’ sigue presente en cada esquina. Pero con una vuelta de tuerca, apostando por una trama que ya desde el comienzo parece más arriesgada y dejando un mayor espacio para la profundización en los personajes, sus personalidades y sus conflictos, internos y externos. 

Es cierto que este arranque puede pecar de algo lento para aquellos que esperaran acción trepidante desde la primera escena. Pero es una sensación que se disipa rápidamente con el primer viaje en el tiempo y en la historia de la patrulla, en el que ya podemos vislumbrar algunos cambios. Teniendo en cuenta que se trata de un planteamiento y del enlace con los acontecimientos que tuvieron lugar hace más de dos años, el trabajo de guión es inmejorable y meticuloso. No hay pérdida que valga, y eso ya es mucho decir para una serie tan compleja como esta y para una distancia temporal como la que nos separa de nuestro último contacto con la ficción. 

Sin obstáculos

Uno de los principales retos a los que se enfrentaba el equipo de ‘El Ministerio del Tiempo’ era el de provocar una reconexión rápida del espectador con la serie. Un reto en el que ya comenzaron a trabajar con el corto precuela y, por supuesto, a través de redes sociales, pero cuyo peso recaía casi en su totalidad en este primer episodio. Aunque los ministéricos han seguido teniendo presente el recuerdo de Pacino, Alonso, Lola, Irene y compañía, el tiempo siempre hace mella. Y este primer capítulo tenía que borrar en cierta manera el tiempo transcurrido, al menos en lo que a la unión de público, personajes e historia se refiere. 

Una reconexión que ya supone el primer éxito de la cuarta temporada de la serie y que bien podría tener el récord de la más rápida en el mundo seriéfilo. Sólo con ver las primeras escenas, aunque la acción se haya trasladado a otro Ministerio y hasta haya cambiado la cabecera de la ficción, ya estábamos dentro. Y el motivo no es otro que el ya mencionado mantenimiento de la esencia de la serie. 

Todo lo que nos gustó en su día de ‘El Ministerio del Tiempo’ sigue estando en ‘El Ministerio del Tiempo’. El papel protagonista y cómplice del espectador, el humor, la divulgación, la unión de géneros, la humanidad de sus personajes, lo variado de sus tramas y, por supuesto, la afilada crítica que siempre se cuela en los capítulos. No falta absolutamente nada, aunque se haya dado una vuelta de tuerca a la propuesta inicial, con el objetivo de aportar un valor añadido. Tanto es así que esta cuarta temporada ya comienza con regresos, lo cual añade una especie de sensación crepuscular y de homenaje que conecta de lleno con el sentimiento de los espectadores para con la serie. 

Buena introducción

Este primer episodio es, además de un regreso a casa, una introducción a toda la acción que tenemos por delante en la cuarta temporada. La vuelta de un Julián que aparece de la nada y con una identidad desconocida es el detonante que desata la trama principal. O la que parece que va a ser la trama principal, porque ya sabemos que en ‘El Ministerio del Tiempo’ siempre hay sorpresas acechándonos donde menos lo esperamos. 

Ya con el primer viaje en el tiempo, del que no quiero adelantar demasiado, vemos la tónica que probablemente seguirá la temporada en este sentido y entra en juego la intriga. Ya hay un elemento que nos mantiene pendientes de la emisión del siguiente episodio, más allá de nuestro amor por la serie. Y también se vislumbra esa vuelta de tuerca de la que tanto ha hablado el equipo de la ficción. Desde este primer contacto, entramos de lleno en el interior de los personajes, por ahora de Pacino, Alonso y Lola, pero es evidente que esto ocurrirá con todos los demás. Vemos más de la persona detrás del personaje, siguiendo un poco la línea de la anterior temporada, pero con un mayor espacio. 

Acción, algo de thriller, historia, drama, romance, humor… Todo ello en poco más de una hora de capítulo en el que recuperamos sensaciones y sentimientos y encontramos novedades sustanciales. No creo, honestamente, que se le pueda pedir mucho más a un regreso. Bueno, sí, que se mantenga el nivel y que sigamos viajando por mucho tiempo.