Estamos viviendo historia. A estas alturas, nadie puede dudarlo. Dentro de unos años, se estudiará la pandemia a la que nos estamos enfrentando, así como las muchas consecuencias de la misma. Pero, para quien no lo haya vivido, será complicado entender cómo ocurrió todo dentro de los hogares. Ahí, como siempre, nuestra mayor aliada es la ficción. Antes de que se desatara la moda de crear contenido audiovisual acerca de la cuarentena, HBO España lo tuvo claro. Había que hacer no sólo una ficción sobre la cuarentena, sino en la propia cuarentena. Así nació ‘En casa’. 

Esta serie antológica, compuesta por cinco cortos o capítulos autoconclusivos, ha conseguido reunir a cinco de los directores más talentosos de la escena española: Leticia Dolera, Rodrigo Sorogoyen, Paula Ortiz, Carlos Marqués-Marcet y Elena Martín. Cada uno de ellos se ha encargado de uno de estos cortos, con los materiales de los que disponía en su casa y con sus acompañantes de vida como reparto. Un formato diferente que no buscaba otra cosa que reflejar esa realidad que estamos viviendo y que dentro de unos años tendremos que compartir con las siguientes generaciones. 

El segundo ‘episodio’ corre a cargo de Elena Martín, directora de ‘Julia Ist’. Un corto rodado en una nave industrial, en la que confinó junto a su grupo de amigos y una serie de gatos, y que gira en torno a la ruptura de cánones, la convivencia y la importancia de la intimidad. Con largos planos y largos silencios, en este corto se aprecian con facilidad las imperfecciones de la vida y de lo real. Tanto que, por momentos, el espectador puede sentir que se ha colado en el día a día de ese grupo de amigos tan peculiar. Robándoles la intimidad sin hacer ruido y sin pedir permiso. Tiene mérito si tenemos en cuenta que precisamente la directora irrumpió en la vida de su grupo de amigos para rodar este corto. 

Verdad y reflexión

Esto es lo que, personalmente, me ha aportado ‘Mira este vídeo de gatitos’, el corto con la firma de Elena Martín. Colándose en esa realidad, una entre millones, el espectador se encuentra ante sí dilemas con los que probablemente ya se haya enfrentado en la vida real. O con los que se enfrentará. Esa pareja que huye de las etiquetas y que, precisamente por hacerlo, en ocasiones genera dudas, miedos y desconfianzas. Ese amor del que no estamos seguros de hablar en alto, porque nunca nos toman en serio. Esas peculiaridades personales que nos hacen únicos, pero también provocan que choquemos con quienes convivimos. Esa increíble necesidad de intimidad, pero también de compañía. 

En el segundo ‘episodio’ de ‘En casa’ no sólo me encuentro un retrato de la cuarentena, sino también de la vida, de las relaciones y de los sentimientos. Y me gusta lo que veo, aunque por momentos lo sienta muy lejos de mí y de mi día a día. Es el aire de realidad, presente de principio a fin, el que consigue conectarme sin ningún tipo de problema. El que me hace creer que lo que veo no es ficción, sino vida. Verdad. 

También me ha gustado la introducción de los gatos, no voy a negarlo. No sólo porque verles en una pantalla siempre sea bien, sino por su peso en la trama. Su marcha representa la necesidad que se apodera de nosotros cuando nos roban la intimidad. También cuando nos la roba alguien que no quiere y nos cuida. Pero que nos ahoga. Y representa lo que todos hemos sentido en algún momento de este confinamiento. Nos hemos sentido encerrados físicamente, pero también atrapados dentro de nosotros mismos o fuera de nuestro cuerpo, sin ser capaces de reconocernos. Nos hemos sentido extraños en nuestro propio hogar, rodeados de nuestros seres queridos, pero en la más absoluta soledad. Y Elena Martín lo ha recogido con acierto y con una naturalidad que cuenta mucho más de lo que parece.