Guillermo Pfening - Alice
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Guillermo Pfening: ‘Alice’, la adicción a la cirugía estética e Isabel Coixet

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Mientras el planeta entero está parado y confinado, el cine se sigue gestando. En estos momentos, Guillermo Pfening, que hace unos meses nos enamoró en ‘Foodie Love’ con su fragilidad y su mirada sincera, está inmerso en la búsqueda de financiación para su próxima película. El actor argentino vuelve a colocarse detrás de las cámaras en ‘Alice’, el que será su segundo largometraje y en el que compartirá dirección con Carolina Stegmayer

De nuevo, Pfening bebe de su propia vida y de su experiencia para crear esta historia, inspirada en su madre, Alicia, quien sufrió una profunda adicción a la cirugía plástica. A través de esta figura y con Cecilia Roth como protagonista, explorará la presión de una sociedad que nos empuja a alcanzar cánones de belleza inalcanzables y todo lo que hay detrás de una adicción. Un análisis sobre el que hemos hablado con él en pleno confinamiento y a miles de kilómetros de distancia. 


El germen de la historia o de la motivación es mi mamá.


MEW Magazine (MW): Háblame de ‘Alice’. 

Guillermo: ‘Alice’ es mi segunda película como director. En este caso, voy a compartir la dirección con Carolina Stegmaye. Sigue un poco la línea de ‘Caíto’, mi primera película, en la que el protagonista era mi hermano. Ahora, la película, el germen de la historia o de la motivación es mi mamá, Alice o Alicia. Pero no es un biopic sobre mi madre. Está basada en hechos reales, pero a partir de ahí hay un montón de ficcionalización. Inclusive, cuando trabajé en ‘Caíto’ con mi hermano también él era el protagonista, era su vida, pero también inventábamos cosas y ficcionalizábamos cosas. Lo que me interesa es eso, tomar a alguien, en este caso, de mi grupo familiar y usar eso como trampolín para contar una historia. Pero no todo lo que sucede es verídico o pasó de esa manera. Me parece interesante también modificar esa realidad y borrar los límites entre la ficción y la realidad, eso es algo que a mí me interesa. 

‘Alice’ es un proyecto que está en desarrollo. Actualmente estamos en el Mercado del Festival de Málaga, creciendo con el proyecto, y estamos buscando una posible alianza con algún productor europeo. Y tenemos a Cecilia Roth como protagonista. 

La película tiene dos líneas. El tema básico es la imagen, la adicción a las cirugías estéticas. Pero tiene como dos líneas argumentales. Por un lado, tenemos a una actriz que llega al pueblo donde nació mi mamá para investigar ese personaje, que es el que va a interpretar en una futura ficción. Y, en paralelo a esa línea, tenemos la historia de Alice en Buenos Aires, con su hijo y su problema de adicciones. Entonces es una actriz que está buscando a ese personaje y el propio personaje intentando convivir con esta adicción a las cirugías estéticas o a los tratamientos estéticos. 

Está basada en hechos reales, pero a partir de ahí hay un montón de ficcionalización

MW: Como dices, ‘Alice’ es todavía un proyecto. ¿Cómo estáis trabajando para conseguir esa financiación? ¿Y cómo se trabaja esto en un momento tan complicado como el que estamos viviendo?

Guillermo: Lo bueno es que todos estamos en la misma y todos tenemos, de alguna manera, más tiempo. Entonces creo que los productores con los que estamos haciendo contacto tienen tiempo de leer los guiones, de ver el proyecto… Todo el mundo lo que te dice es ‘bueno, me interesa, pero ahora no’. Entonces tenemos que esperar a ver qué es lo que va a pasar y cómo se van dando las cosas. Pero es un trabajo que se puede hacer. Si bien el contacto en un festival con cualquier productor es importante, de esta manera también se puede hacer. 

Y también es una oportunidad para releer el guión y pensar bien la película, para cuando haya que salir a la cancha, como decimos acá, esté todo más afilado. 

MW: ¿Por qué quisiste hacer esta película? Como creador, sé que te inspiras mucho en tu vida, pero qué te lleva a querer compartir algo tan íntimo y tan duro como esto. 

Guillermo: Porque no se me ocurre otra manera. Es como que me parece que cualquier persona que quiera expresar algo tiene que usar su vida para expresarlo. Quizá, si no me hubiesen pasado grandes cosas a nivel emocional, no tendría nada para contar. Pero teniendo esto para contar, ¿me lo voy a guardar para mí? ¿Por vergüenza? No me da vergüenza absolutamente nada. Al contrario. No lo hago de una manera terapéutica tampoco, ni para sanar cosas, ni para evitarme el psicoanálisis o el psicólogo. Pero sí, de alguna manera, creo que cualquier persona que quiera… No quiero decir la palabra artista porque me parece muy grande. Pero cualquier persona que quiera expresar cosas, debería trabajar con sus emociones. Es este caso, yo elijo hacerlo sin ninguna careta y sin ningún antifaz. Creo que no podría hacerlo de otra manera. En una tercera película que tengo pensada, tal vez el conflicto pase más por cosas que me pasaron a mí. Quizá cuesta más hablar de eso y por eso uno primero se las agarra con parte de su familia. Mi mamá falleció, pero mi hermano estuvo de acuerdo, no es que yo le obligara a hacer nada… (Risas). 

Cualquier persona que quiera expresar cosas, debería trabajar con sus emociones

MW: Volviendo a la historia, que me ha impactado sin llegar siquiera a verla o a conocerla por completo. Son varios los temas complejos y, además, tabú que tocas. Ahí está la presión que sufrimos las mujeres para alcanzar cánones de belleza que son inalcanzables y que no son reales. Algo de lo que todos somos conscientes, pero que la sociedad sigue fomentando. ¿Cómo lo vas a tratar tú en el largo? ¿Y qué pasos crees que es importante dar para revertir la tendencia?

Guillermo: La idea es, en principio, no tratarlo como alguien que está juzgándolo, sino tratando de entender desde dónde viene. Creo que en Europa pasa un poco menos de lo que pasa en Latinoamérica. Acá hay como un turismo en el que vienen muchas americanas y muchas europeas a operarse porque es más barato. En algunos lugares de Bolivia, Paraguay o Venezuela, cuando cumples 15 años, a las chicas les regalan operarse los pechos. O les regalan una cirugía de nariz. Cosas que, a veces, te parecen casi un delirio. 

Entonces, cuando uno ve a una mujer o a un hombre muy operado por la calle o mal operado, uno tiene siempre a reírse y está siempre la burla o el estigma sobre eso. Incluso mi mamá sufrió mucho de eso en la calle. Y la idea no es esa. La idea es tratar de entender de alguna manera qué es lo que las lleva a ellas o a ellos a ese punto, qué pasa con los médicos, cuál es el límite… ¿Por qué está todo tan corrido, por qué no pueden parar? En muchas es una adicción, es como las chicas o los chicos que tienen anorexia y no se ven como son. Es una extorsión de la imagen, a eso quiero llegar. Hay algo ahí que es una combinación que tiene que ver con algo de la presión de fuera, pero también con algo que está mal dentro de esa persona. En este caso son las cirugías, pero hay un montón de cosas en las que tenemos como presión de fuera, de un sistema que nos ‘obliga’ a ser lindos, jóvenes… A la mayoría le gustaría heterosexuales, heteronormativos… Todo lo que se corra un poquito no gusta. 

Yo no estoy en contra de las cirugías tampoco. Si te quieres ver un poco mejor, algo armonioso, bien. Pero el problema está cuando se pierde la armonía. En realidad la belleza tiene que ver con lo armónico. Y no hablo de la belleza de si eres lindo o feo, sino de si eres armónico, también a nivel interior. A veces hay cosas que se pueden acomodar con una cirugía, en cuanto a una armonía. 

¿Cómo lo voy a tratar? Acompañando al personaje, haciendo cómplice al espectador con el personaje. Tenerlos a los dos juntos, sin juzgar nunca al personaje. 

Guillermo Pfening
Guillermo Pfening – Laura Ortego

MW: Y, además de contarlo, lo cual considero enormemente importante, ¿qué crees que se puede hacer desde la industria del cine? Tú conoces los dos lados, y estamos viendo que, de repente, en muchos proyectos pesan más los seguidores de Instagram y los likes que el talento, se están frivolizando el arte y la interpretación. 

Guillermo: Tiene que haber más personas como Isabel Coixet, por ejemplo, en la industria del cine. Ella me eligió a mí, teniendo 30.000 seguidores, Laia tenía 35.000, y podría haber elegido a cualquier actor español con un millón de seguidores, que te iba a hacer la serie, porque era HBO. Nos eligió a nosotros y demostró con nosotros que, teniendo actores sensibles y que se metan en sus venas, la historia se puede contar. Y lo importante es eso. Y la serie (‘Foodie Love’) es la serie que es gracias también a esas decisiones de Isabel.

Tiene que haber más personas como Isabel Coixet en la industria del cine

MW: Parece que has leído las preguntas que tenía preparadas, porque justo te iba a preguntar ahora por Isabel Coixet. Ella siempre tiene mucha personalidad, tiene un sello clarísimo, pero en la serie de HBO la siento más auténtica y más ella que nunca. ¿Qué se aprende a su lado, a nivel de actor y a nivel de director y creador?

Guillermo: Se aprende a confiar, a estar tranquilos, a saber que si estás ahí, después de unos días de estar trabajando con ella, es porque tienes lo que hay que tener para contar esa historia. Entonces te relajas y todo empieza a fluir. Y ella hace que las jornadas sean súper lindas, te da confianza, te tiras en la pileta (piscina), te equivocas… Es como estar filmando con una amiga que te dice ‘va a estar todo bien, haz lo que quieras, sé libre’. Yo fui muy libre con ella. Y después ella elige, recorta y va moldeando. Aparte, lo hace todo. Escribe, dirige, se monta… Ella hizo la cámara, todo el tiempo tenía la cámara montada. 

Isabel es muy especial. Además, es muy buena compañera. Siempre tiene algo para comer, algo para tomar, te invita a su casa, te cocina, te muestra películas, libros, música… Es como un torbellino de buena onda. 

MW: Cuando actúas y estás bajo los mandos de un director, ¿sale el director que llevas dentro? Ya no sólo porque digas ‘mmm, esto no lo haría así’, sino también en el sentido de ‘qué interesante esto, quizá lo estudie y lo trabaje de cara a x proyecto’.

Guillermo: Sí. A veces me ha pasado en películas, después de dirigir yo mi primer largo, que he dicho una opinión y el director me ha dicho ‘bueno, cuando hagas tu película, hazlo de esta manera’. Y yo no lo quería decir de esa manera, la verdad. Pero, la mayor parte de las veces, me sirvió ser director para, cuando estoy en la escena, darme cuenta de cosas que tienen que ver con la cámara y corregirlas yo, para ayudar a la directora… En realidad, todas las cosas que se me ocurren son cosas que pienso para ayudar.

Después sí, miro mucho, observo y aprendo. Aprendí lo poco que sé de dirección actuando y mirando.

MW: ¿De quién bebe el Guillermo creador? ¿Cómo se ha construido?

Guillermo: Por un lado, la teoría la aprendí en la universidad. Porque yo estudié Artes Combinadas, entonces ahí estudié viendo cine, toda la historia del cine argentino y toda la historia del cine mundial, y aprendí mucho. Y leyendo, textos de cine de un montón de autores. 

Y, después, con cada director que trabajé, aprendí. Con Trapero, con Lucía Puenzo, con Solomonoff, con Coixet, con Subiela, con todos… En cada rodaje. He hecho como 30 películas, entonces aprendí de todos. Con los directores jóvenes, con los cortos, todo el tiempo. 

MW: ¿Y qué quiere contar? 

Guillermo: Mi idea es embellecer el mundo de alguna manera. Hacer de las tragedias cosas bellas, embellecer la tragedia. No embellecer como algo ni superfluo, ni taparlo, ni enmascararlo. Sino en el sentido de transformar el dolor en cosas bellas. 

Mi idea es embellecer el mundo de alguna manera

MW: ¿Qué nos recomendarías para esta cuarentena?

Guillermo: Recomiendo ver la filmografía de Lucrecia Martel, que es una directora argentina. Tiene cuatro películas y un corto muy bueno. El corto se llama ‘Rey muerto’, su primera película es ‘La ciénaga’, su segunda película es ‘La niña santa’, su tercera película es ‘La mujer sin cabeza’ y su cuarta película es ‘Zama’.  

Rosa Suria
Periodista. Escribo y hablo continuamente de cine, series y música.

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