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Iván y Marcos (‘El Internado’): la amistad

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El Internado

Este artículo puede contener spoilers de ‘El Internado’.

El comienzo de la relación entre Iván Noiret y Marcos Novoa es algo rancio. No vamos a mentir. Ese enfrentamiento canallita entre dos machos Alfa, que se pelean para conseguir el amor de una doncella, hace tiempo que no tiene el efecto deseado en nosotros. De hecho, creo que nunca fue del todo eficiente. Pero seamos benevolentes y entendamos que, en el momento en el que se estrenó ‘El Internado’, nuestra sociedad era aún más rancia -perdón por la reiteración- que ahora.

La cosa es que Iván y Marcos no empezaron bien. Sus caracteres líderes y sus intereses chocaron rápidamente. Y lo cierto es que Iván nunca quiso acercar posturas con el nuevo del grupo. No hasta que comprendió que en él podía encontrar un amigo sincero, entregado y con el que compartirlo absolutamente todo.

El cambio en su relación se produce de manera abrupta y, quizá, algo inesperada. Y parte de la culpa la tiene el contacto estrecho y continuo, pero sobre todo un hecho traumático. Cuando la situación de uno de ellos llega al límite, el otro se olvida de rivalidades absurdas y arrima el hombro. Porque en el fondo creo que siempre supieron que formaban parte del mismo grupo, aunque chocaran. Y que tendrían que estar el uno para el otro cuando surgiera la necesidad. Es en ese momento cuando conectan por primera vez y cuando surge, de manera definitiva, la amistad que marca toda la serie. La que se mantiene hasta en los instantes más oscuros y la que, de una manera u otra, termina conectando de manera extraordinaria con el espectador.

Confianza plena


El Internado

Si ‘El Internado’ comenzara a emitirse ahora, una de las pocas cosas que tengo clara es que una importante parte del público ‘shippearía’ a Iván y a Marcos. Es una conclusión a la que he llegado en el revisionado de la serie, en el que he comprobado que la suya es una de las relaciones más solidas que encontramos a lo largo de las 7 temporadas. Como todas, hay momentos en los que se tambalea, pero son los mínimos. Y esto ocurre porque entre ambos personajes se crea una confianza plena, que les mantiene unidos en situaciones en las que todo lo demás se desmorona.

El propio origen de su amistad tiene una relación directa con la confianza. Cuando Iván salva a María, confía ciegamente en Marcos para que sea su escudero. Y Marcos no le traiciona. Está ahí como apoyo moral, pero también como muro de protección, y no revela jamás lo ocurrido. Esto es lo que le demuestra que el chico nuevo, al que ha machacado y al que no se ha querido acercar, no va a fallarle nunca. Algo totalmente recíproco.

Iván también se convierte, casi de manera instantánea, en uno de los principales apoyos de Marcos. En su día a día, en las conversaciones más cotidianas y comunes a su edad, pero también en su lucha personal para descubrir la verdad y volver a encontrarse con sus padres. Aunque todo el grupo se implica en la misma, no hay nadie que lo haga como él. No hay nadie que se arriesgue como lo hace Iván en incontables ocasiones. Sin importarle el resultado y descubriendo por el camino que su vida es una total y absoluta mentira. No sé si él es quien más tenía que perder en todo esto, pero desde luego la búsqueda de Marcos transforma su realidad, su pasado y su futuro. Y no le importa.

Creo que lo que más me gusta de su relación, además de esta confianza ciega que existe entre ambos, es su entrega. Me gusta ver cómo siempre, pase lo que pase y sin importar el punto en el que se encuentren, acuden a la llamada del otro. Y cómo se apoyan y se mantienen fieles cuando todas las circunstancias les empujan a no hacerlo. En eso es en lo que consiste una amistad. En estar para los buenos ratos, por supuesto, pero también cuando nadie más quiere estar. O cuando uno no sabe ni cómo estar consigo mismo.

Iván está para Marcos cuando éste se encuentra encerrado en incontables callejones sin salida y cuando el dolor y la pérdida de inundan (una y otra vez). Y Marcos está para Iván cuando la dolorosa y fría verdad le va golpeando y ve cómo todo lo que antes era una certeza, ahora es de cartón. Ambos están ahí cuando parece que les falta el amor, el cariño y la seguridad de tener una persona al lado. Y forjan una de las amistades más incondicionales, emotivas y gamberras no solo de ‘El Internado’, sino de la televisión española.

Rosa Suria
Periodista. Escribo y hablo continuamente de cine, series y música.

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