Nos negamos a creer que seguimos viviendo en una sociedad estanca, como en la Edad Media, pero es imposible obviar que el lugar en el que naces y te crías, así como tus raíces, condicionan tu futuro. Puede que en Kenia esté naciendo ahora mismo la persona que, de disponer de los recursos suficientes, descubriría la cura del cáncer. Pero nunca sabremos si es así. Y hay demasiados ejemplos como este, también dentro de lo que consideramos como primer mundo o mundo desarrollado. Nacer en el Bronx y hacerlo en el seno de una familia dominicana que acaba de llegar a Estados Unidos marca, diferencia y distancia. Estados Unidos continúa siendo uno de los países más racistas de nuestra parte del mundo -si nos seguimos empeñando en separarlo-, y allí la procedencia también cuenta. Que se lo digan a Jharrel Jerome, primer actor afro-latino en ganar un Emmy. En 2019. Curioso, ¿verdad?
En su discurso de aceptación, este joven de 23 años, que se metió a todos en el bolsillo con su trabajo -o, mejor dicho, trabajazo- en ‘Así nos ven’, no se olvidó de sus orígenes e invitó a pensar y a reflexionar con una simple pero directa frase: “siento que debería estar en el Bronx ahora”. Con esto, no sólo hace referencia a la emoción y a la incredulidad que invade a todos los intérpretes que logran hacerse con un galardón de esta categoría, sino también a lo complicado que lo tienen quienes nacen en su condado y también quienes son latinos. Tal y como vemos en la serie que ha terminado por encumbrarle definitivamente, hace menos de 30 años había quienes ni siquiera salían del ‘barrio’, vivían atascados por sus características y sus condiciones, y no había nada que hacer. Porque no interesaba que se hiciera. Una realidad que va mejorando poco a poco, pero que no ha desaparecido.
Quizá el Emmy de Jharrel Jerome sirva para eliminar algunas de las muchas barreras que ven impuestas los latinos y, sobre todo, para que niños y adolescentes que desde su habitación en Harlem, el Bronx o Queens sueñan con ser actores lo hagan con más fuerza. Porque tu nacimiento y tu raza pueden condicionarte, pueden ponerte obstáculos y pueden complicar tu camino, pero el talento siempre gana. Y en este joven encontramos el mejor ejemplo de una victoria merecida por muchas razones, pero sobre todo por su trabajo y ese talento del que hablo.
Hipnótico
Hay mucho de justicia poética en el Emmy de Jharrel Jerome. Justicia con todo un colectivo que ha sido ignorado por Hollywood durante años, justicia por los 5 de Central Park, que son el mayor ejemplo de racismo que puede haber, y justicia por el reconocimiento que supone para un joven que nunca lo tuvo fácil y que, probablemente, tendrá que seguir luchando mucho más de lo que se puede imaginar a través de una pantalla. Él mismo ha confesado en numerosas ocasiones que ha llegado a colarse en el mundo que tanto le apasionaba desde niño porque su madre nunca se rindió por él, porque no dejó de trabajar hasta que pudo pagarle clases de interpretación y porque fue su verdadero impulso. Creyó en él y en que su talento natural, que apreció cuando era solo un niño, rompería con esa estanqueidad de la que hablo. Y vaya si ha sido así.
El mundo conoció a Jharrel Jerome el pasado año 2016 gracias a ‘Moonlight’, una de las películas más aclamadas de los últimos años. En ella, interpretaba a Kevin en su edad adolescente, un joven que vivía camuflado entre matones y homófobos, ocultando su verdadera orientación sexual. Su papel, fundamental para el crecimiento personal del protagonista, Chiron, es uno de los más especiales de la cinta de Barry Jenkins, y creo que parte de la culpa la tiene el propio actor. Ahora que he podido ver más de él, he entendido que Kevin no sólo estaba bien construido desde el guión, sino que Jharrel también aportó mucho, con ese magnetismo suyo que caracteriza sus interpretaciones.
Han pasado tres años, y el público se ha reencontrado con su mirada en un nuevo personaje. En ‘Así nos ven’, interpreta a Korey Wise en su edad adolescente y también en su edad adulta, presentándonos dos caras de una misma moneda, captando a la perfección la madurez del personaje cultivada a saltos y transmitiendo el infierno que vivió este inocente encarcelado por sus raíces y su procedencia.
Podría quedarme con muchos aspectos de su interpretación en la serie de Netflix, con esa ansiedad que genera verle en la pantalla, encerrado, con lo mucho que comparte y lo mucho que esconde, siempre transmitiendo, o con su perfecta conversión en Korey Wise. Pero todo me lleva a lo mismo, a su mirada. Es imposible no agarrarse a ella, porque es la que nos lo cuenta todo, incluso aquello que no se dice y no se muestra. Es la clave de todo su trabajo, la mayor fuente de emoción de la serie y el verdadero imán de todo.
Tanto es así que durante el visionado me he encontrado en diferentes momentos deseando que Korey o, lo que es lo mismo, Jharrel Jerome apareciera en escena. No porque el resto de personajes y el resto de trabajos de sus compañeros sean inferiores. En realidad creo que ha sido una reacción natural, algo que no he podido evitar. Como si me hubiera hipnotizado desde su primera escena, algo que -¡sorpresa!- también me ocurrió en ‘Moonlight’. Parece que su madre, a la que Jharrel adora y siempre tiene presente, estaba en lo cierto: ha nacido para esto de la interpretación.
Buena guía, mejores decisiones
La carrera profesional de Jharrel Jerome es corta, sí, pero también es impecable. Parece haber elegido los papeles con un gusto exquisito y siempre buscando que marquen la diferencia. Algunos más potentes que otros, pero todos ellos consiguen no dejar indiferente al espectador, especialmente si hablamos de sus dos trabajos más importantes. Y ahí se aprecia la buena guía que hay detrás de él, un equipo al que también tiene presente en todo momento y que está sabiendo conducir su carrera de la mejor manera posible.
Así, con 23 años, este joven afro-latino, como él mismo se define, puede presumir de poseer una filmografía interesante, con títulos independientes y que van más allá del entretenimiento. Uno de los talentos más especiales y mejor valorados del momento, que no se lanza al blockbuster, sino que busca marcar esa diferencia con su cine -y también con sus palabras-. Un talento interesante, una figura que poco a poco va ganando peso y que representa a un conjunto de actores jóvenes que están sabiendo cómo escalar sin correr, pero sin perder el ritmo.
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