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‘La maldición de Bly Manor’: Jamie es la vida

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Este artículo contiene spoilers de ‘La maldición de Bly Manor’.

Siento que ha quedado mucho por ver de Jamie (Amelia Eve) en ‘La maldición de Bly Manor’. De esa apasionada de las plantas y de la vida, siempre dispuesta a bromear, con rostro serio y mirada cálida. Pese a esto, también siento que la conozco. Pero todo lo que he visto me ha gustado tanto que me ha dejado con ganas de más. No sólo de la Jamie que flirtea desde la seguridad en sí misma y desde la protección que le ofrece su coraza. También de la Jamie real, la que aparece cuando Dani y ella crean su propio hogar, cerca o lejos de Bly. La que vive por y para sus sueños y para el amor, la que vive al máximo y la que confía ciegamente en la victoria frente a todos los obstáculos.

Esa es la Jamie que conocemos en los últimos compases de la serie, cuando somos testigos de su historia de amor y de vida. Antes de que surgiera la chispa con Dani, todo parecía reducirse a las plantas y, probablemente, a romances esporádicos. Al contrario que la au pair, Jamie sí se aceptó hace mucho tiempo. Se conoce, se quiere y se siente bien consigo misma, precisamente por eso ejerce de catalizadora de todo el proceso de Poppins. Es a través de la confianza que inspira, que nace de la que siente hacia sí misma, como logra que Dani se quiera y se abrace a sí misma. Es su constante, el ancla que la mantiene serena y estable, pero también es su puerta hacia la libertad.

Se podría definir así a Jamie, sí. Como un catalizador, como una especie de Estatua de la Libertad en medio de la incertidumbre de una nueva llegada. Un alma pura, pero fuerte, capaz de sostenerte y también de elevarte. Hay muchas maneras de definir a una persona o, en este caso, a un personaje. Pero pocas son tan bellas como hacerlo a través de todo lo bueno que genera en las personas de su entorno. Esta jardinera de alma libre es el eje en torno al que todos querríamos girar. Un hombro en el que apoyarse cuando es necesario y la mejor compañera de felicidad que pueda haber.

Adiós coraza


La maldición de Bly Manor
Foto: EIKE SCHROTER/NETFLIX © 2020

Cuando conocemos a Jamie, es una mujer aparentemente seria y bastante distante. Digo aparentemente porque en seguida comprendemos que es todo lo contrario. Es su coraza la que genera la confusión. Una coraza que nace de la necesidad de protegerse, supongo, y de evitarse daños de los que sea difícil recuperarse. También surge de ese gusto por la soledad, que contemplamos desde la lejanía. Con sus plantas, en medio del enorme terreno de Bly, es feliz durante el día. Y cuando éste termina, regresa a casa sin compañía. Un día tras otro, su vida gira en torno al cuidado de ese jardín, al que siente más cerca que a muchas personas.

Desde esa distancia prudencial que establece, ya apreciamos su carácter juguetón. También una importante sensualidad, que tiene mucho que ver con la confianza de la que hablaba. La seguridad que le aporta saber quién es y lo que quiere es algo casi mágico, sobre todo en un mundo en el que casi nadie se atreve a seguir el camino que realmente desea. Este es uno de los principales atractivos del personaje, que gana aún más sin muros. Cuando comprobamos que detrás de sus juegos y de su ligera chulería hay un corazón dispuesto a amar sin límites y sin barreras, una persona capaz de cuidar y de proteger a quien quiere cueste lo que cueste y un alma que sigue soñando como la de un niño. Pero que también tiene la valentía de luchar por esos sueños.

La magia de Jamie


La maldición de Bly Manor
Foto: EIKE SCHROTER/NETFLIX © 2020

Hay mucho de especial y de mágico en Jamie. Está esa capacidad liberadora que posee y que comparte, así como la confianza que inspira a todo el que se acerca a ella. Es evidente que Dani se siente atraída hacia ella por muchas razones, pero una de ellas es esa seguridad de que a su lado estará a salvo. No sabe hasta qué punto. Su generosidad y su entrega también son mágicas. Cómo cuida de Poppins hasta que comprende que ya no es su labor, cómo la deja ir cuando debe hacerlo y cómo la espera a pesar de ser consciente de que no va a volver. Su amor perdura, como también su fidelidad y su total lealtad hacia ella. Un compromiso que hablaba de vivir su amor hasta que se les agotara el tiempo, y que continúa cumpliendo hasta que se le agote la vida.

De esto último, va sobrada. De hecho, creo que es la mejor manera de definirla. Es vida, vivida con intensidad y, sobre todo, vivida a su manera. Como quiere, con quien quiere y cuando quiere. Y, al igual que ocurría con otros rasgos, no se queda con él. También inspira, también lo comparte. Por eso Dani está más viva que nunca cuando se deja llevar. No sólo en los primeros compases del romance, también en la rutina, en lo cotidiano, en esa fase en la que el común de los mortales se aburre. Su carácter atrevido, casi loco por momentos, divertido y juguetón permite que todo a su alrededor se mantenga vivo, en cualquier circunstancia.

Por eso también es una balsa de salvación para un Dani que jamás habría resistido tantos años sin sus abrazos, sus bromas, sus risas y sus caricias. Jamie es mágica porque es la entrega total, antes y después de la muerte. Es el amor, que llega de formas en las que no lo esperamos, y se hace con nosotros. Descubriéndonos nuestro verdadero reflejo y ofreciéndonos un nuevo camino. Es la representación de los sueños y de su fuerza, de la belleza de las pequeñas cosas y de las grandes historias y de la libertad.

Rosa Suria
Periodista. Escribo y hablo continuamente de cine, series y música.

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