Vivimos una época en la que es necesario el éxito inmediato. Nos urge llegar al gran público de forma rápida e indolora. Donde tampoco se requiera demasiado esfuerzo. Y por ello el auge de echar la mirada atrás y reconstruir historias sigue más presente que nunca. De ahí la expectación generada por el nuevo remake de ‘Café con aroma de mujer’. Llegará en las próximas semanas con William Levy y Laura Londoño como cabezas de cartel.  De la mano de Telemundo. 

Pero ¿qué tuvo esta historia que en 1994 la hizo tan diferente? ¿Por qué fue tan especial? ¿Dónde reside la clave del éxito que vivieron? Lo más probable es que todo el mundo haga referencia a la química inigualable que desprendieron Margarita Rosa De Francisco y Guy Ecker en la piel de ‘Gaviota’ y Sebastián.

Hay algo muy complejo y que siempre se da… Y es el hecho de conseguir que sus protagonistas tengan química hasta en el mismísimo silencio. Que sus miradas se crucen y que el espectador no necesite nada más que ese instante. Y eso es algo que en ‘Café con aroma de mujer’ se consiguió a la perfección. Con dos personajes que calaron hasta el fondo. No solo por su bondad sino por el arco que vivieron y sufrieron a lo largo de sus 135 capítulos. Una emotividad extrema que caló.

Margarita Rosa De Francisco y Guy Ecker en ‘Café con aroma de mujer’

Margarita Rosa De Francisco y Guy Ecker hicieron su mejor papel. ‘Gaviota’ y Sebastián se convirtieron en familia. Y lograron del espectador el maravilloso equilibrio de comprender a ambos al mismo tiempo, en cada nueva situación, sin juzgar a ninguno de los dos. Recordemos que en aquel momento las historias ejercían una forma de contar muy marcada. Chica pobre se enamora de chico rico, su amor es imposible, ella sufre y él rehace su vida con otra mujer mientras piensa en el amor de su vida. Hasta que se vuelven a tropezar y comienza la tortuosa batalla entre el bien y el mal. ‘Café con aroma de mujer’ tuvo otro fondo. Mucho más profundo y mucho más audaz. Más atrevido. Con mucha más carga emocional de lo habitual. Y el público lo aplaudió con creces. Fue el gran fenómeno de la época.

Contó lo que había que contar de formas diferentes. Mostrando a sus personajes de forma honesta y no generando héroes por el mero hecho de hacerlo. Hasta la ‘sed de venganza’ tuvo tratamiento y cuidado estupendo.

Sin olvidar la belleza de sus localizaciones. La importancia que se le dio a mostrar a Colombia en todo su esplendor. Convirtiendo así, dichas localizaciones, en un personaje principal. Oxigenando al espectador.