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“Mr. Robot” se marcha descodificando la realidad

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El 2020 se ha ido con el final de una de las series más importantes socialmente de la última década. No estamos hablando de “Juego de Tronos”, ni de “Lost” o incluso si me apuran de “The Walking Dead”. Esta es “Mr. Robot”, que ha llegado a su final en uno de los momentos más importantes socialmente y en el que la ficción ha recuperado ese función social que en los últimos años tanto se ha olvidado siendo un producto más de la excesiva comercialización y creación de series sin fondo.

Pocas ficciones se atreven a arriesgar adentrándose en un terreno tan pantanoso como es el psicológico y tienen un final digno. En “Mr. Robot” Sam Esmail ha logrado hacerlo y se ha llevado un trozo del corazón de muchos espectadores. Cuando la serie protagonizada por Rami Malek parecía deambular sin destino fijo, dando tumbos y siendo hasta cierto sentido inconexa, el creador ha sabido poner la puntada final a una trama que es apoteósica y que nos permite adentrarnos en un mundo tan complicado como es el del trastorno de identidad disociativo.

La serie nos presenta un mundo bastante conocido para nuestra desgracia en el que tan solo un 1% del 1% de la población tiene todo el poder adquisitivo. Hasta este punto no hay nada extraño e incluso es veraz. El sistema capitalista sigue presente en nuestra sociedad y siguen manejando todo aquello que nos rodea. Por su parte, el protagonista de la serie, Elliot Alderson, interpretado por un sensacional Rami Malek, nos muestra a una persona con un trastorno de identidad. Son 45 capítulos en los que te no pierdes en ningún momento y en los que el laberinto que se nos presenta con distintas tramas interconectadas no es más que la representación de la vida real.

Decodificando la realidad

El personaje que interpreta  Malek se nos presenta como un hacker que lucha para intentar conseguir una sociedad más justa. No le importa enfrentarse a las más altas esferas e intentar destruirlas. Lo hace codificando y descodificando una realidad que no es falseada. Es más, muchas de las técnicas que se muestran en la serie las pueden utilizar cualquier informático con conocimientos de programación. La mecanización no es una excusa, es un hilo conductor que al final nos roba un trozo de nosotros que permite conocer un mundo desconocido.

Foto: Usa Network

En las cuatro temporadas de la serie los exteriores interiorizados cobran mucha fuerza. Las escenas del metro, aunque sean secundarias no es otra cosa que en un viaje en el interior del ser humano y de Elliot Alderson. Es donde se producen varios de los diálogos internos que nos dan las claves de lo que se nos propone en la serie. A todo ello, los momentos de contradicción o de “colapso” se nos muestra con una sacudida de la cámara o con un sonido distorsionado que ya nos muestra que existe un problema que no se sabe cuál es interno. La irrealización de la realidad está presente acercándonos a un protagonista que está perdido en su interior.

En los 45 capítulos nos muestran varias tramas interrelacionadas pero que en cada una de ella nos regalan pequeños gags en los que nos presentan la gran trama que en los tres últimos capítulos cobra sentido. El protagonista está codificado en un laberinto interno que tiene demasiados giros y una intrahistoria que emociona y desgarra. En él, predominan las relaciones humanas y sus múltiples conexiones. La unión hace la fuerza y al final, esta serie no es otra cosa que un conjunto de uniones que marcan el devenir de Elliot Alderson de quienes están a su alrededor.

Una cuarta pared quebradiza

La grandeza de “Mr. Robot” se encuentra en que no dulcifican los trastornos mentales o psicológicos. Nos lo muestran con su dura realidad. No es una fantasía o un sueño. Es la vida en sí misma. En el caso de Elliot Alderson se trata de una odisea interna que no se nos descubre hasta el último capítulo. Es el viaje de toda una vida, de la niñez y la creación de una identidad que ya no predomina, pasando a la protección maternal, a Mr. Robot (Christian Slater) y a la que controlaba a todas estas “la Mastermind” abre paso a un nuevo camino. No mueren en el recorrido del interior de Elliot, al contrario, conviven y hacen que el protagonista no sea realmente él mismo.

En los últimos capítulos la cuarta pared se rompe en mil pedazos a base de golpes que realidad. Ellliot mantiene un supuesto dialogo interno que no es otro que el mantiene con la audiencia. Con esa en la que en varias ocasiones ha intentado apelar. La serie no se pierde en divagaciones vacías insustanciales. Sam Esmail tenía claro que quería hacer y cómo hacerlo. Han sido 45 capítulos en los que la crítica a la sociedad ha sido un elemento clave para comprender que le sucedía al protagonista. Y pese a que es una ficción y se trata de una persona con un trastorno mental no difiere tanto del resto de la sociedad. Todos tenemos nuestras maneras de protegernos del exterior, de no hacernos daño. “Mr. Robot” no es otra cosa que el viaje interior de cualquier persona.


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