'El silencio del pantano'
Lo Mejor
- La trama de corrupción
- Raúl Prieto y su mirada
- Magníficos trabajos de Nacho Fresneda y Carmina Barrios
Lo Peor
- Se queda a medias
- Por momentos, el espectador puede perder el interés
- Falta profundización y sobran algunas subtramas o están mal trabajadas
Un thriller ambientado en la Albufera valenciana, con Pedro Alonso de protagonista y uniendo los géneros policiaco y político, prometía. Quizá prometía demasiado o quizá yo esperaba demasiado, tanto que terminé insatisfecha. ‘El silencio del pantano’ se me quedó a medias, sin terminar. La película de Marc Vigil tiene pinceladas muy interesantes entre sus muchas tramas -otras no tanto-, pero nunca terminan de ser un trazo seguro. No se apuesta por una de ellas, en la que bucear y a la que explotar a fondo, y creo que ahí está el gran error del largometraje.
Tenemos a un escritor que encuentra la inspiración en sus propios asesinatos, una familia gitana que controla todo el negocio sumergido de Valencia -con la supervisión de los políticos que manejan la ciudad y la comunidad autónoma de manera oficial-, un ex alto cargo desaparecido… Una especie de entramado que podría ser muy potente y generar un enorme interés en el espectador, pero que a mí se me desinfló a la media hora de película.
No es una mala cinta, no me gustaría que se malinterpretase. Los amantes del thriller disfrutarán con ella y yo también lo hice con algunas partes, aunque luego se me quedaran cortas. Su fotografía y un reparto más que acertado también merecen el visionado, y son estos últimos los que mantienen la tensión en gran parte de la cinta, así como la atención del espectador, acompañados por una banda sonora que baña muy bien al largo.
El foco del problema
Tras mucho análisis y mucha discusión conmigo misma, creo que lo que le falla a ‘El silencio del pantano’ es esa falta de apuesta firme por una trama. La película podría haber funcionado sin haberse centrado en un solo hilo narrativo con una hora más de duración, para poder profundizar en los muchos temas que se tocan de manera superficial. El entramado de negocios sumergidos que une a los barrios más bajos de Valencia con los altos cargos de la ciudad y la comunidad podría haber sido explorado y explotado al máximo, y seguramente mi crítica sería muy diferente. Como también podría haber ocurrido con la mente perversa y probablemente privilegiada del escritor. O incluso con personajes como los interpretados por Nacho Fresneda y Carmina Barrios -impecables trabajos-, de los que se nos cuentan detalles escabrosos que podrían habernos llevado muy lejos.
Veo ambición en la película, veo ganas de sorprender y de hacer algo diferente. Y por momentos también encuentro eso en la pantalla, pero luego desaparece. Lo reitero, quien busque un thriller al uso disfrutará en el cine, le gustará lo que se encuentre allí, pero quizá yo esperaba algo distinto, sobre todo tras los primeros compases.
Las pequeñas cosas
Siempre dicen que debemos quedarnos con las pequeñas cosas, que son las que pueden hacernos felices, las que pueden transformarlo todo. Y yo de ‘El silencio del pantano’ me quedo, por ejemplo, con la mirada de Raúl Prieto. El actor valenciano se mete aquí en la piel de un personaje que, a simple vista, puede parecer insulso. Pero un personaje al que, con su honestidad, sus ojos, que hablan muchas veces más que sus palabras, y la fuerza que siempre tiene en escena, ha convertido en uno de los puntos fuertes de la película -para mí-. Llevo un tiempo pensando que este actor es una joya que mejora todo en lo que aparece, y esto me lo confirma.
Algo parecido me ocurre con un Nacho Fresneda completamente fuera de los registros en los que le hemos visto y con una Carmina Barrios que arrasa con su torrente de energía y su naturalidad. Juntos funcionan de lujo, pero separados también lo hacen, cada uno a su manera, sin comerle espacio al otro. Ahora, escribiendo esto, me pregunto si son ellos los culpables de que sea precisamente su trama la que más me atrapara de la película y, sin tener clara la respuesta, sospecho que podría ser más que factible.
Entre esas pequeñas cosas, también está la propia trama de corrupción o la relación del escritor con su hermano, la cual me hubiera gustado conocer a fondo. También los métodos poco ortodoxos que están detrás de sus exitosas novelas, por los que siento una inesperada curiosidad, al igual que me ocurre con el futuro incierto de su último relato. Pequeños detalles que salvan ‘El silencio del pantano’ y que, en otra situación, podrían haberla encumbrado.
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