‘Nuestro último verano en Escocia’ (2014) forma parte de esa clase de películas que pueden captar mi atención desde el principio; como ‘La sociedad literaria y el pastel de piel de patata‘, pero de manera aún más contundente. No en vano lleva la palabra “Escocia” en su título, un imán para todas mis atenciones. Y está protagonizada por (el escocés) David Tennant, mi Doctor entre todos los Doctores. Y aun así, no la vi por primera vez hasta el pasado año, 2019. No puedo explicar cuál es la razón que me llevó a retrasar su visionado, porque no la conozco, y desde luego no la puedo comprender. Sí puedo afirmar que desde entonces, desde ese primer visionado, he disfrutado de ella en muchas ocasiones. Es otra película comodín, de esas a las que me gusta volver de vez en cuando. En ‘Nuestro último verano en Escocia’ también encuentro una casa. Está en las Tierras Altas, me aguarda en ella una familia peculiar y suelo terminar llorando, y agradecida.
Lo que es ‘Nuestro último verano en Escocia’
Doug (David Tennant) y Abi (Rosamund Pike) se están divorciando. Su relación no es del todo mala, pero desde luego no pasa por su mejor momento. Y tienen que tratar de entenderse de nuevo porque están a punto de reencontrarse con Gordie (Billy Connolly) y toda la familia escocesa de Doug. Gordie celebra su cumpleaños; padece cáncer, así que seguramente sea el último. Ni Doug ni Abi quieren preocuparle con sus problemas, por eso deciden ocultar el estado de su matrimonio. También se lo ocultan, un poco, a sus tres hijos, que son avispados, despiertos y un poco excéntricos. Con ellos ponen rumbo a Escocia, dispuestos a pasar unos días en calma, que terminan convirtiéndose en una increíble pesadilla que, sin embargo, les dará un par de lecciones de vida.
‘Nuestro último verano en Escocia’ es una película familiar, de la que disfrutar en compañía de cualquiera de las personas que tienes alrededor. También es de visionado en soledad, porque de ella puedes sacar un par de mensajes importantes, de esos que no deben olvidarse pero que generalmente se olvidan. Sobre todo te llevarás luz: la luz de las Tierras Altas, la luz de tres niños encantadores, la luz de esa relación entre abuelo y nieto, que es única, irrepetible e inolvidable. Si el espectador siente un fuerte vínculo con sus mayores, como le pasa a una servidora, seguramente también concluya su visita a la playa escocesa protagonista de la película con un par de lágrimas. En este sentido, hay un par de fotogramas que se han quedado grabados en mi retina.
Quizá lo mejor de ‘Nuestro último verano en Escocia’ sean sus tres jóvenes protagonistas: Lottie (Emilia Jones), Mickey (Bobby Smalldridge) y Jess (Harriet Turnbull), que funcionan muy bien llevados por un guion divertido, elocuente, original, que en ningún momento abandona la emoción. Es una de esas películas que apuesta por llegar al corazón del público de manera tierna y amable. Supongo que por eso es uno de mis comodines.
¿Por qué la recomiendo?
La recomiendo porque creo que no es una película especialmente visionada (quizá sí conocida, de oídas), y creo que podría convertirse en el comodín de otras muchas personas. ‘Nuestro último verano en Escocia’ hace reír, hace llorar y hace que los más entregados se planteen, aunque sea durante unos minutos, lo que esos niños te están intentando decir. Que seas tú mismo, con tus excentricidades, que no mientas, que te aferres a la verdad y seas siempre amable sin ignorarla, ni esconderla, ni intentar cambiarla. Y que no juzgues a los demás, sobre todo si son personas a las que vas a seguir queriendo de igual modo. Que es mucho mejor aceptar cómo son las personas que nos rodean, y que si decidimos que esas personas merecen la pena entonces tenemos que abrazarlas con todos sus defectos. Siendo sinceros, tratando de mejorar, pero sin juzgar.
La recomiendo porque siempre recomendaré todos los proyectos que nos acerquen a la figura del abuelo. Aprecio muchísimo todo aquello que pone el foco sobre el primer valor de nuestras personas mayores, que son personas con vida antes que todo lo demás, pero no puedo evitar emocionarme cuando es el abuelo el que tiene la presencia definitiva. Y me gusta recomendarlo, porque sé que hay por ahí muchas personas que de vez en cuando necesitan, como yo, recordar lo que era sentirse protegido, querido, cuidado y comprendido en los brazos de esos hombres (también de esas mujeres, las abuelas) que sentíamos tan grandes y que, aun así, nos hacían sentir también grandes a nosotros. ‘Nuestro último verano en Escocia’ refleja todo esto a la perfección.
Y, al final, la recomiendo porque me gustan las películas familiares bien hechas. Esta en cuestión es divertida, y creo también que es muy real. Los problemas no se dulcifican, y no busca llegar a ese final feliz que dejaría con la sonrisa facilona en la boca. El final es el que es, porque así podría ser en la vida real. Así que ‘Nuestro último verano en Escocia’ es también muy real.
Además, en fin: Escocia.
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