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‘País nómada’, de Jessica Bruder: perfecto para conocer un estilo de vida cada vez más habitual

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Hay un instante clave en la investigación de Jessica Bruder acerca de los nuevos nómadas, personas que por necesidad se ven empujadas a vivir en la carretera. Y no es otro que aquel en el que se plantea si va a poder llegar al fondo del asunto sin meterse en el barro. Si servirá con visitar a los campistas en algunas de sus paradas, pasando ratos divertidos con ellos y observando atentamente. Muchos periodistas habrían llegado a la conclusión de que, efectivamente, eso sería lo suficiente. Unas cuantas pinceladas a partir de las que desarrollar toda la historia, tirando de conocimientos previos, de documentación y de dotes de escritura. Pero Bruder optó por la respuesta que ha terminado siendo la base imprescindible de ‘País nómada’.

La periodista comprendió que, para conocer realmente la vida de estos nuevos nómadas, su día a día, los obstáculos a los que se enfrentan y las motivaciones que les impulsan, tenía que convertirse en una más. Debía adoptar ese estilo de vida, comprenderlo y abrazarlo. No sólo en pos de analizar y plasmar desde la experiencia, sino también con el objetivo de que el resto de campistas se abrieran a ella. Antes de esto, ya había encontrado relatos honestos y miradas amables, como la de Linda May. Pero no fue hasta que encontraron en Jessica una compañera más, una viajera con las mismas rutinas y las mismas herramientas, cuando realmente se mostraron transparentes ante ella.

Esta cercanía de la autora con los protagonistas de su relato y con el estilo de vida que retrata es fundamental. Es lo que ha provocado que en ‘País nómada’ el lector se encuentre con un reflejo fiel a la realidad, respetuoso y sensible, sin juicios de por medio y sin unos prejuicios que continúan hiriendo a los nuevos nómadas. Al convertirse en una más, Jessica Bruder no sólo ha podido captar y transformar en palabras todo lo observado, sino que ha sentido aquello que antes le habían contado. Desde la angustia de la primera noche hasta la necesidad de volver a la carretera. Pasando por el miedo, el agotamiento, la libertad y el cariño existente entre los miembros de estas peculiares tribus.

Lo que siempre hemos creído vs lo que está ocurriendo

Cualquier aficionado al cine sabrá de sobra que las caravanas y otros tipos de ‘casas rodantes’ gozan de cierta popularidad en Estados Unidos. El personaje marginal que vive en una especie de camping por el que no pasa el tiempo es ya un habitual más. Como también lo son esos mayores que aprovechan su jubilación para vivir de un lado para otro. Conociendo el país y disfrutando de aquello que han cosechado durante el resto de su vida. Es curioso cómo aceptamos esta última versión, demasiado idílica para ser real, sin cuestionarnos hasta qué punto eso que vemos en la pantalla es, cuanto menos, posible. Para quienes estamos lejos del país, descubrir que lo que se vendía como un retiro de ensueño es en realidad una lucha constante por la supervivencia puede resultar chocante.

En las primeras páginas de ‘País nómada’, me sorprendía encontrarme con las historias de personas que habían trabajado toda la vida, muchas de ellas en puestos cualificados, y se habían visto obligadas a despojarse de todo y vivir en la carretera. Peor que eso. Se veían obligadas a seguir trabajando, ahora en puestos mucho más precarios y exigentes físicamente, pasados los sesenta y los setenta años. Me chocó toparme con tantos testimonios de personas que lo tuvieron todo y que, por una piedra en el camino, estuvieron a punto de perderse a sí mismas. Supongo que siempre hemos sido conscientes de la desigualdad existente en Estados Unidos. Y de la falta de oportunidades para una parte de su población. Pero comprender que cualquiera puede ser el protagonista de esas historias es un importante shock que Jessica Bruder sabe gestionar bien.


País nómada

La periodista opta por ir de relato en relato, aportando sus propios pensamientos y observaciones, pero dejando el protagonismo a quien de verdad lo tiene. Les cede su pluma y su altavoz a todos estos campistas, para que sean ellos los que nos presenten su modo de vida. Para que sean ellos quienes nos cuenten cómo terminaron allí, rompiendo tabúes y tirando siempre de su espíritu positivo. Creo que esto último, su sonrisa constante, su generosidad y su capacidad de ver siempre el lado bueno de las cosas, ha sido lo que más me ha emocionado durante la lectura. Apropiándose del optimismo de quienes formaron parte de su ‘vamily’, Jessica Bruder consigue darle la vuelta a las historias crudas y tristes. Y mostrarlas como lo que son: relatos de superación y de esperanza.

Las 300 páginas de ‘País nómada’ se quedan cortas, como se le quedó corta la experiencia a la propia autora. Hay tantas vidas, tantas almas recogidas en ellas que el lector sentirá que puede pasar días y días conociéndolas. Y la vida de todas estas personas es tan diferente a la vida corriente a la que estamos acostumbrados que la inquietud le empujará a querer descubrir más. A necesitar un testimonio más, una confesión más, una experiencia más. Y, por supuesto, a viajar junto a Linda, de la que, personalmente, he quedado totalmente prendada. Tanto que siento la imperiosa necesidad de saber qué ha sido de ella. En qué punto se encuentra y, sobre todo, si ha logrado cumplir el sueño de su vida.

¿Por qué es importante ‘País nómada’?

La sensibilidad de Jessica Bruder y su mirada empática me han enamorado. También su concepto del periodismo y de las historias, de cómo deben ser contadas y de por qué importan. Habría sido fácil decorar este libro con algo de sensacionalismo. Optar por explotar episodios aislados y morbosos y transformar la realidad en un relato polémico y generador de conversaciones. Pero la autora ha ido a por la verdad. Y yo, como periodista, considero que no hay nada más positivo que esto.

Creo que uno de los motivos por los que Bruder se atrevió a meterse de lleno en la historia y a vivirla en primera persona fue porque comprendió su importancia. La necesidad de que la sociedad al completo conociera la realidad de cientos de personas que han sido pisoteadas por la economía y por las crisis del mercado. Con el objetivo de que el conocimiento nos empuje a la acción y ésta nos lleve hacia el cambio.

Porque sí, Linda, Silvianne, LaVonne, Swankie Wheels y demás son felices y disfrutan de su modo de vida. De la libertad de no estar atado a ningún lugar ni a ningún sistema. Pero también merecen el descanso por el que han trabajado toda una vida. El cuidado de una sociedad a la que ellas y ellos han cuidado durante décadas. Y las empresas que los explotan vendiendo sus puestos de trabajo como oportunidades recreativas merecen ser expuestas, con el rigor y la verdad con los que las ha expuesto la autora de ‘País nómada’.

He aprendido muchas cosas durante esta lectura. Por ejemplo, que un motor de una furgoneta puede servir como fuente de energía para otros usos. O que se pueden instalar placas solares en el techo de una camper. Pero, sobre todo, he descubierto una realidad, injustamente prejuzgada, que ni siquiera imaginaba. Y he comprendido que está más cerca y es más palpable de lo que me gustaría creer.

Rosa Suria
Periodista. Escribo y hablo continuamente de cine, series y música.

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