· FICHA ·
Título: ‘A prueba de fuego’
Autora: Javier Moro
Editorial: Espasa
Fecha de publicación: octubre de 2020
Sinopsis: Nueva York 1881: en uno de los barrios más populares malviven el pequeño Rafaelito y su padre, Rafael, un reputado maestro de obras valenciano que lucha por demostrar su talento en la gran urbe. Lo acecha la ruina absoluta. Pero gracias a su genio infatigable, ese hombre alcanzará fama y fortuna al construir los edificios emblemáticos que han dado su perfil a Nueva York.

En este libro encontrarás: un relato humano de una vida fascinante, un descubrimiento emocionante y un viaje en el tiempo a los orígenes de lo que hoy es Nueva York.

No conocía la figura de Rafael Guastavino. No había oído hablar de él, ni en mis clases de Historia del Arte ni en conversaciones aleatorias. Tampoco en los medios generalistas. Y, por tanto, no conocía su obra. Aunque, curiosamente, había llegado a admirar parte de ella en persona sin saber que le pertenecía. Y sin imaginar que esas líneas curvas y elegantes llegaban desde España. Parte de la responsabilidad recae, por supuesto, sobre mí, enamorada de Nueva York que nunca me había parado a pensar en quién se encontraba detrás de su belleza. Pero la otra parte de la responsabilidad debe recaer sobre la memoria colectiva o, mejor dicho, la falta de la misma. Una ausencia que no hace otra cosa que mostrar la importancia de obras como ‘A prueba de fuego’, de Javier Moro.

El escritor madrileño nos introduce, gracias a un exhaustivo trabajo de documentación, en la vida del arquitecto de Nueva York. En su trayectoria laboral, en su mente y en su corazón. Combinando así las dos facetas del genio, la profesional y la personal. Y mostrándonos una imagen completa del arquitecto y del padre, del marido, del amante y del amigo. Lo hace a través de la mirada y la voz de su hijo, Rafael Guastavino Jr., siendo este el principal acierto del libro. Porque al encontrarnos con una perspectiva humana, en la que se confunden el cariño, la admiración y el juicio objetivo, nos acercamos de manera realista a la vida y la persona. Alejándonos de una visión académica que, sin desmerecerla en ningún momento, habría restado impacto y valor emocional al relato.

‘A prueba de fuego’, cuyo título me apasiona y me emociona ahora, después de la lectura, ha supuesto para mí un descubrimiento. Y un golpe de realidad, que me ha recordado lo importante que es mirar hacia atrás. Conocer nuestro pasado y mantener viva la memoria de quienes, en su día, marcaron un antes y un después. También ha supuesto una lectura enriquecedora, en la que me he encontrado intrigada por conceptos y técnicas arquitectónicas que jamás habría creído de mi interés. Y un viaje emocionante, aunque en ocasiones algo pausado, a lo más íntimo de una(s) vida(s) apasionante(s).

Una voz inmejorable

Regreso a la voz escogida por Javier Moro. El escritor nos relata la vida de Rafael Guastavino a través de las palabras y la mirada de su hijo menor, del que también tenemos la oportunidad de conocer sus intimidades, sus motivaciones y sus luchas personales. Lo hace en primera persona, dando un carácter más humano y más potente que el que cabría esperar en una biografía. Quizá porque este particular recorrido por la figura del arquitecto no está concebido, o yo no lo he entendido, como tal, como una biografía al uso. Aquí hay una clara intención narrativa, que lo acerca mucho más a la novela de ficción. Pero con el valor añadido de que lo que se nos cuenta en sus páginas es tan real como bella es Nueva York.

Si bien es cierto que, como señalaba, hay pasajes del relato más lentos o menos emocionantes, esta voz honesta y personal permite que la conexión del lector con la historia no se pierda en ningún momento. Un logro que se debe, en parte, a que nos encontramos en el mismo punto que el narrador. Que, por cierto, narra a través de una prosa elegante y a la vez cercana. Vamos descubriendo al verdadero Rafael Guastavino al mismo ritmo que lo descubre él, su hijo. Lo único que cambia, que ha cambiado en mi caso, es que yo he ido construyendo el mito al mismo ritmo que Rafaelito lo va deconstruyendo. Conforme la admiración ciega del hijo se va convirtiendo en un orgullo y un cariño mucho más objetivos, la mía, como lectora entregada, aumenta y le otorga cierto misticismo a la figura del valenciano.

De ‘A prueba de fuego’ me ha gustado especialmente esta elección, pero también las pasionales descripciones arquitectónicas. Tratándose de un tema tan concreto y tan técnico, encuentro complejo el transmitir esa emoción que dominaba a los Guastavino y a sus colegas cuando el trabajo llamaba a su puerta. Y, sin embargo, Javier Moro ha sabido recogerla a la perfección. Poniendo en valor este arte y, por supuesto, a aquellos que fueron responsables de la construcción de un templo como es Nueva York.

Pasear por sus calles embarradas, que poco tienen que ver con las grandes avenidas pavimentadas de hoy en día, supone un placer casi indescriptible para quien ama la ciudad. Sólo superado por esos momentos en los que, entre coches de caballos y un estilo de vida muy lejano, se reconocen lugares visitados en primera persona. El que nos plantea el escritor es un viaje en el tiempo bastante peculiar, por las enormes diferencias que encontramos entre la realidad que describe y la que conocemos. Pero a la vez es embriagador. Como lo es la propia ciudad.

Sólo queda en mí una pena o una espinita tras la lectura de ‘A prueba de fuego’. La de no haber conocido la obra de Rafael Guastavino antes de mi visita a Nueva York. Pero, como sabrán quienes compartan conmigo la pasión por Manhattan y su libertad, nunca está de más tener una nueva excusa para cruzar el charco. Gracias por regalármela, maestro.