Seguro que has escuchado cosas de ‘The Boys‘. Desde que esta serie de Amazon Prime Video echó a volar el año pasado por estas fechas, se han dicho muchas cosas de ‘The Boys’. Por simplificar mis opiniones de alguna manera y empezar a partir de éstas: a mí me parece divertidísima. Divertidísima de carcajada, y sobre todo divertidísima de disfrute, porque es una crítica constante hacia la basura del sistema y la sociedad estadounidense, y una tiene muy claro cuánto disfruta con algo así. Es curiosa la plataforma desde la que se realiza esta crítica, lo que no deja de ser otra ironía divertidísima. Tiene, además, uno de los mejores personajes que he visto en estos últimos tiempos: Patriota. El malo. En esta serie de superhéroes no me interesan los héroes sino el villano. Esto ya de entrada es fantástico.

Creada por Evan Goldberg, Seth Rogen y Eric Kripke, ‘The Boys’ va por su segunda temporada y tiene confirmada una tercera. La protagonizan Karl Urban, Jack Quaid, Erin Moriarty o Antony Starr, la estrella del show. ‘The Boys’ nos propone un mundo como el nuestro, pero alternativo. En este mundo, los superhéroes existen y forman parte de una gran corporación privada. Puedes contratar sus servicios por un precio concreto, y sus acciones suben y bajan como si fueran un producto más. Porque lo son. Estos superhéroes visten como los superhéroes que conocemos y tienen nombres, modales e historias ficticias que nos recuerdan a los superhéroes que conocemos, pero no hay en ellos esa dignidad, ese altruismo y ese sufrimiento que conocemos.

En estos superhéroes hay egoísmo, manipulación, cansancio y merchandising. Protagonizan películas, conceden entrevistas, se preparan discursos y sonríen a la cámara. Son las personas más famosas del planeta. Son Taylor Swift, Brad Pitt, Cristiano Ronaldo. Tienen ese estatus, ese perfil de reconocimiento global. Elaboran estrategias en torno a su popularidad, que despunta por completo si tienen la fortuna de pertenecer al gran grupo, a los grandes superhéroes, a los mejores: los Siete.

Todo esto parece una parodia de los superhéroes, pero creo que solo lo es a medias. No es que ridiculicen el tono o las historias de los superhéroes, ni siquiera sus figuras. Lo que hacen, más bien, es tomar esas figuras endiosadas y darles un lugar real en estos Estados Unidos de hoy en día en los que todo se puede y se debe vender, y en los que todo se puede y se debe comprar.

Señala con el dedo a esa sociedad, que siempre está centralizada en el gran país de Trump pero que a veces se puede llevar más lejos. Nos dice: miradla, ¡están dispuestos a todo con tal de ganar dinero! Una sociedad excesivamente capitalista y racista, que todavía utiliza a las personas que pertenecen a la comunidad LGTB+ como una estrategia de márketing y donde las superheroínas tienen que vestir con trajes muy incómodos pero muy sexys, porque sino no venden.

Y es muy divertido de ver, porque normalmente no hay una persona que lo señale para decir: esto está mal. Lo que hacen es presentarlo con un discurso convencido de que este es el modelo adecuado, de que así es como deben ser las cosas, a través de los propios superhéroes o de los trabajadores de Vaugh. Sus publicistas, sus comerciales, los responsables de sus redes sociales, los guionistas de sus películas. Creen en todo esto, y te miran a la cara y te lo dicen. Y te tienes que reír. A veces con un suspiro de reconocimiento, de “entiendo esto y es una mierda”, te tienes que reír. Por lo absurdo, por lo incomprensible y por la realidad.

Y por sus formas, porque buscan crear influencers y mantenerlos, porque se acogen a esta actualidad y esta modernidad para ello. Sus fondos, si lo piensas, no hacen tanta gracia, así que ‘The Boys’ es una serie de comedia pero podría ser perfectamente un drama duro y seco sobre estas basuras de la sociedad de Estados Unidos. Y como el tono de comedia es tan bueno, tan acertado, te unes a él para reírte de lo ridículos que suenan. No puedes hacer otra cosa. Es que te tienes que reír.

Es, además, una serie bastante violenta. Lo anterior tiene que ver con sus malos, pero también en ‘The Boys’ hay buenos, y estos buenos son personajes caóticos que se meten en problemas reales de esos que provocan que te lleves una mano a la frente mientras cierras los ojos exasperado. Pero son buenos personajes, Hughie y los demás. Son los antihéroes que tratan de luchar contra este modelo corrupto de superhéroes, y para el espectador, sobre todo para aquel que se involucre fácilmente en las historias así, es fácil ponerse pronto de su lado.

Sobre todo porque al otro lado tienes a Patriota, con esa sonrisa que Antony Starr ha debido ensayar frente al espejo un millón de veces antes de conseguirla, porque parece antinatural. Es perfecta. Patriota es un personaje perfecto. No he conocido un personaje más sencillo de odiar. Será uno de los villanos más despreciables de la historia de los villanos. Lo odias. Lo amas. Es el protagonista de esta serie, y cuando comprendes esto lo sientes como un perfecto resumen de lo que es ‘The Boys’.

Tienes que verla. Si todavía no la has visto, tienes que verla. Puede que no sea para ti, puede que este tono y este ritmo no vayan contigo, puede que no conectes con estos personajes porque son un desastre, pero tienes que intentarlo. Si estás dentro, vas a sentirla como una de esas series que siempre apetece ver. Me parece todo lo buena que puede ser una ficción. No puedo dejar de recomendarla.