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Crítica: ‘Alguien tiene que morir’ no desarrolla bien sus muchas propuestas

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‘Alguien tiene que morir’ se estrena el próximo viernes 16 de octubre en Netflix. Se trata de la nueva serie de Manolo Caro para Netflix, que ya sorprendió con la refrescante ‘La casa de las flores’. Demuestra aquí, de nuevo, en ‘Alguien tiene que morir’, que tiene una voz propia y que no tiene miedo a alzarla, ni tiene miedo tampoco a aplicar su mirada diferente, nueva, en las propuestas que se consideran de siempre.

‘Alguien tiene que morir’ puede considerarse una historia de las de siempre. Un thriller familiar donde todo el mundo tiene algo que esconder. Donde las apariencias importan más que las verdades, hasta que esas verdades estallan, donde las relaciones se sustentan sobre pilares emocionales, pero también sobre frivolidades e intereses. Lo de siempre, pero con Manolo Caro tenemos imágenes, escenas, transiciones entre éstas, que nos convencen desde el principio de que estamos ante una historia de siempre abordada de una forma diferente. A lo Manolo Caro. Como ya sucedió con ‘La casa de las flores’ y su deconstrucción y reconstrucción de un género de toda la vida, el de la telenovela.


Alguien tiene que morir (2020)

Ahora bien: ‘Alguien tiene que morir’, a pesar de esta voz propia y de esta mirada nueva, no acierta en el desarrollo de sus muchas propuestas. Esta mini-serie, compuesta por tres episodios, se centra en dos familias con buena posición en la España de los años cincuenta. Cuando el hijo mayor de una de esas familias, Gabino, regresa de México acompañado de un misterioso bailarín de ballet, Lázaro, la comodidad de ambas se rompe.

Su llegada, y todo lo que traen con ellos a una España reprimida y oprimida, provocará que los diferentes personajes de esas familias y sus relaciones se tambaleen. Provocará conflictos, despertares de conciencia, revelaciones de secretos pasados, nacimiento de deseos prohibidos. Las leyes franquistas, la persecución de los homosexuales, de los republicanos, el papel de la mujer en la sociedad y en la familia… Todas las denuncias que se pueden hacer en relación a esos años también están en ‘Alguien tiene que morir’, y se sienten. Pero la ejecución de estas ideas no entusiasma, ni siquiera convence.

Comenzamos la ficción sintiendo que entramos de lleno en la intimidad de las vidas de los personajes. Pero con la comodidad de quien ya los conoce, porque en seguida esos personajes nuevos se adecuan a estereotipos explorados anteriormente, en otros proyectos, en otras vidas. Así descubrimos esta historia de siempre, que ya hemos visto en otros proyectos, en otras vidas, pero que tiene una forma de contar, de narrar, que no es la que tradicionalmente asociamos a propuestas de este corte. Es decir: la primera impresión no es mala, porque es un poco lo de siempre con la promesa de lo nuevo. Pero desde estos primeros minutos prometedores encuentro dos problemas.


Alguien tiene que morir (2)

El primero: la falta de efecto. Porque me cuenta demasiadas cosas, y las entiendo todas ellas, las localizo y las doy un recorrido. Pero tratándose como se trata de una ficción de tres episodios ese recorrido se queda corto. Y entonces pierde contundencia hasta que sus porqués se difuminan. Si me preguntan por la trama de ‘Alguien tiene que morir’, supongo que puedo decir que es un retrato de los años cincuenta de una España vieja y fea, consumida, pero nada de lo que surge a partir de aquí tiene fuerza suficiente como para apuntalar este retrato. Está el esbozo, y está la idea, pero nunca termina de ejecutarse con la garra necesaria. Planea sobre muchas cosas, pero no forma un discurso contundente, ni con palabras ni con imágenes, sobre ninguna de esas cosas. Solo un par de escenas, por su brutalidad o su desagrado, pueden tener un verdadero efecto.

Y esto último enlaza con el otro de los problemas: he encontrado sus formas bastante torpes. La mayoría de las escenas no tienen puesto el foco en lo que importa, ni tampoco acompañan otros elementos como la música. Los diálogos no tienen ni la frescura ni la naturalidad necesarias para atraparnos, ni siquiera en ocasiones tienen coherencia o continuidad. La evolución de los personajes y sus relaciones se da de manera abrupta; no hay desarrollos naturales. Como si tuvieran poco tiempo (lo tienen, tres capítulos) y se hubieran saltado los pasos necesarios para transmitir la realidad que requiere la ficción. Para construir los conflictos con coherencia y en los tiempos que podemos admitir como válidos.

No creo que ‘Alguien tiene que morir’ sea una mini-serie porque la idea no dé para más porque. De hecho, creo que la idea da para una serie larga. Es una idea de las de siempre, de las de dramas familiares interminables. Si nos atenemos a esas muchas propuestas mencionadas, podrían desarrollarse pausadamente, en el tiempo que se necesita para que no exista esta sensación de precipitación y de insuficiencia, de incoherencia y de falta de profundidad. La profundidad no se consigue con dos escenas con diálogos básicos, y para calar en el espectador esta historia necesita ahondar en las cosas y en los personajes. Así que, en fin, no se consigue. No funciona.

Alguien tiene que morir

4

Lo mejor
  • La estética y algunos toques ingeniosos de un Manolo Caro que sigue demostrando una voz propia
Lo peor
  • Quiere abarcar demasiadas cosas, y no tiene tiempo para desarrollar ninguna de esas cosas como deben ser desarrolladas
  • Sus escenas carecen de fuerza, algunas de coherencia, no están bien acompañadas por la música y en general no tienen ningún efecto en el espectador
  • El guion salta de una idea a otra dejándonos diálogos sin sentido y evoluciones nada creíbles
Judith Torquemada
Periodista, feminista, marvelita, Taylor Swiftista. Escribo sobre cine, libros y música. Se me da bien aprenderme letras de canciones y enamorarme de personajes ficticios. Aragorn dijo: por Frodo. Lo suscribo y lo amplío: por Ned Stark. Yo soñaba cada día poder alcanzar la playa, desde aquí, desde mi casa. Tomorrow there'll be more of us.

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