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7.3

'El crack cero'

Lo mejor
  • La interpretación de Carlos Santos
  • El regreso al cine noir más puro
  • Magnetismo de Germán Areta y su universo
  • Viaje en el tiempo en todos los sentidos
Lo peor
  • La distancia, puede costar reconectar con el personaje, la historia y el universo

Hay quien huye del cine en blanco y negro, de los clásicos y de la forma en la que se componían antes los largometrajes. Lo antiguo, para otros lo viejo, a veces causa rechazo, por desconocimiento o por miedo a lo diferente, pero lo causa. Quizá por eso, la última propuesta de José Luis Garci me parece ante todo valiente. El director madrileño ha vuelto a ponerse detrás de la cámara y lo ha hecho de la mano de uno de sus grandes aliados, el detective privado Germán Areta. Esa dupla que tan bien funcionó en los 80 y que tantos éxitos y aplausos cosechó regresa este viernes 4 de octubre a los cines con ‘El crack cero’, y lo hace como si no hubiera pasado el tiempo, como si el reloj se hubiera quedado parado hace ya varias décadas. 

Regresan en el Madrid de los años 70, en una sociedad que parecía que despertaba para luego quedarse de nuevo atascada. Y regresan en blanco y negro, coleccionando absolutamente todas las características principales del cine noir de los años dorados de Hollywood. Algunos podrían hablar de homenaje al género, porque sin duda la película le hace justicia, pero personalmente creo que Garci nos ha entregado una historia tal y como él la ha entendido y la ha concebido. ‘El crack cero’ es puro cine noir y el director ha tenido la valentía de rodarlo tal y como nació en su cabeza y tal y como le correspondía. 

Esta precuela de ‘El crack’ nos reúne con Germán Areta, ese detective casi magnético que en su día interpretó Alfredo Landa y que ahora llega con el rostro de Carlos Santos. En esta ocasión, tendrá que investigar el supuesto suicidio del sastre Narciso Benavides, que apunta más a asesinato que a la causa de la muerte afirmada por la Policía. Un caso que sirve de hilo conductor, pero que no es ni mucho menos el centro de la película, como sí lo es el repaso a la sociedad del momento, inteligente y claro, como sólo nos podía llegar de la mano de Garci. 

Puro cine noir

Si tuviera que definir ‘El crack cero’ de manera concisa y clara, optaría por afirmar que es puro cine noir. Un cine sin fecha de caducidad, que bien podría llegarnos de finales de los 80, de 2045 o del momento actual. Un cine rebosante de calidad técnica, en el que la fotografía es hipnótica, pero que ha tenido la valentía de apostar por ese blanco y negro sin el que no habría tenido sentido, sin el que habría perdido toda esencia y toda lógica y sin el que se habría quedado sin identidad. 

A los verdaderos amantes del cine, esos que disfrutan del séptimo arte sin importar la procedencia, la edad o el género de la cinta, probablemente no les haya sorprendido toparse con una película en blanco y negro en pleno 2019. Pero para los jóvenes, para aquellos que se inician en este romance o que simplemente disfrutan a su manera del cine, puede suponer un shock. He aquí la valentía de Garci, que ha hecho el cine que quiere y que ama, sin importarle si eso ahuyenta a un público dominado por el desconocimiento y ese miedo a lo diferente del que he hablado. 

Más allá de este primer rasgo que llama la atención, toda la cinta, de principio a fin, es un retrato perfecto de ese cine negro. Desde cómo están concebidos los personajes, además del propio Germán Areta, hasta cómo está organizada la trama, pasando por los diálogos y ciertas escenas, que bien podrían haber estado sacadas de una película clásica. Y, contra todo pronóstico, este regreso al pasado funciona, no resulta rancio en ningún momento -algo en lo que se podía haber caído con facilidad- y genera una atracción inexplicable en el espectador, que queda atrapado por la trama, sí, pero también por el mundo que observa, por los personajes y los escenarios. 

'El crack cero'

Magnetismo irrefrenable

Desde la primera escena de la cinta, en ese paralelismo más que claro con ‘El crack’, se produce un efecto magnético entre la pantalla y el espectador. O al menos se produjo en mi caso. No necesité más que cruzarme una vez con la mirada de Areta, en esta ocasión con un rostro diferente, para entrar de lleno en su mundo y en su historia. 

‘El crack cero’ es magnética en sí misma, así como también lo es el universo que crea Garci, que nos hace viajar en el tiempo a un Madrid que muchos ni siquiera conocimos pero que reconocemos perfectamente, no sólo por sus paisajes, sino por sus gentes. Pero más allá de este magnetismo logrado por el director, tanto en esta faceta como en la de guionista y creador, hay un elemento que te da la mano en la primera escena y no la suelta hasta que los créditos están rodando por la pantalla: la mirada de Carlos Santos

'El crack cero'

Uno de los mayores retos de esta precuela era, por supuesto, lograr que Germán Areta mantuviera su esencia y fuera tan convincente y potente como lo era cuando lo interpretó Alfredo Landa. Pese a la dificultad más que evidente, Carlos Santos se ha tirado a la piscina y se ha entregado a una interpretación en la que la contención es protagonista y en ocasiones hipnótica, como también lo es su ya mencionada mirada, que muchas veces habla más que su voz. El murciano firma una más que buena interpretación que es además, y sin ninguna duda, uno de los puntos fuertes de la película. 

Veredicto final

Si amas el cine, amarás ‘El crack cero’. Tan sencillo como eso. La historia, arquetípica de este cine noir del que hablo y que podría estar sacada del mismísimo Cluedo, atrapa. Germán Areta vuelve a ser hipnótico y magnético. Y la calidad técnica se respira en cada escena. Un regreso impecable el de José Luis Garci, como no podía ser de otra manera tratándose de este director.

Rosa Suria
Periodista. Escribo y hablo continuamente de cine, series y música.

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