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Crítica de ‘High Fidelity’: larga vida a Zoë Kravitz

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Esta crítica no contiene spoilers de ‘High Fidelity’.

Después de ver los cuatro primeros episodios de ‘High Fidelity’, no puedo hacer otra cosa que rendirme ante la sensibilidad de Zoë Kravitz. Es lógico que, siendo la absoluta protagonista de esta historia, se lleve todas las miradas. Pero lo que he encontrado en su Ron es un magnetismo elevado a la máxima expresión. La sensación de no poder apartar la mirada de sus ojos, cargados siempre de sentimientos al borde de la explosión. Pasión, amor, dolor, angustia, tristeza, nostalgia, euforia, rabia… A través de sus vivencias y del repaso de sus rupturas, el espectador también realiza un viaje entre sentimientos que no le serán extraños y entre historias que son suyas, pero podrían ser nuestras.

Supongo que ‘High Fidelity’ es extraña o desconocida para muy pocos. La protagonizada por Zoë Kravitz no es más que una nueva actualización de la novela de Nick Hornby. Una historia que ya hemos visto anteriormente en la gran pantalla y que ha conquistado a millones de personas desde su concepción, en los 90. De nuevo, volvemos a encontrarnos con Ron, aunque con un cambio sustancial: es una mujer. También ama la música y es propietaria de una tienda especializada, pero ahora en Nueva York. Y también tiene cierto trauma con sus rupturas, a las que organiza en un ranking en función del dolor o del impacto que tuvieron y siguen teniendo en ella.

En esta nueva versión seriada, seguimos los mismos pasos que se siguieron en ocasiones anteriores y que se siguen en la novela. Pero con la vuelta de tuerca que supone el cambio de género de su protagonista. Y también con una mayor libertad, la cual se observa claramente en la orientación sexual de la protagonista. Pero no me gustaría seguir por ese camino comparativo, sino hablar de la serie por sí misma. Y, haciéndolo así, tengo que empezar por afirmar que ‘High Fidelity’ merece la pena y tiene absolutamente todo lo que un amante del género romántico del siglo XXI necesita.

Buena dosis de drama


High Fidelity

Ron es intensa y es obsesiva. Unos rasgos con los que, confieso, me siento enormemente identificada. También tiende al melodrama y no escatima en fuegos artificiales cada vez que un sentimiento se apodera de ella. Así, la acompañamos en un viaje en el que es complicado distanciarse de sus sentimientos. Un viaje en el que hay humor, por supuesto, pero en el que está siempre presente ese tono dramático que tan bien acompaña a un buen romance. Especialmente si lo situamos en el ambiente decadente de la Nueva York más urbana, que no metropolitana.

Esa decadencia bohemia, que tan fácilmente identificable es cuando paseas por según qué barrios de la ciudad, está presente. Y bien recogida. No sólo a nivel estético, sino también desde el guion. De hecho, en los primeros cuatro episodios ya encontramos alguna referencia directa, como esa línea en la que Ron asegura que, en la Nueva York de nuestra época, hay que estar muy mal de la cabeza para dejar escapar un amor del bueno. Qué razón tiene y qué bien representan esas palabras al propio personaje y a su trayectoria.

Parte del encanto de Ron es que, efectivamente, está algo mal de la cabeza. Tiene cierta tendencia a la autodestrucción y al autosabotaje, y eso la hace probablemente más cercana a nosotros. O la hace más cercana a mí, que me he reconocido en sus continuas meteduras de pata, en los mensajes a media noche seguidos de una pulsación larga al botón de apagado y en sus constantes vueltas a un mismo tema. Como también me he encontrado en su increíble capacidad para construir una historia de un grano de arena. Generalmente, una historia amarga e hiriente, en la que retozar entre el dolor. Sí, creo que definitivamente cualquier persona intensa y con cierta inclinación al drama va a encontrar en Ron una gran aliada.

Pero también una mujer por momentos pedante y con cierta superioridad moral. Unas características que históricamente acostumbramos a ver en personajes masculinos. Como, de hecho, ocurre con la historia original. Aunque parezca mentira, este también es un paso hacia delante. Encontrar un personaje femenino pedante, sabiondo de más y consciente de su superioridad en según qué aspectos y situaciones es bien. Y uno de los aciertos de ‘High Fidelity’.

Brava, Zoë


High Fidelity

Vuelvo a los orígenes. Zoë Kravitz es lo mejor de la serie. También la mejor decisión que podrían haber tomado desde el departamento de casting. No puedo pensar ya en otra intérprete dando vida a esta intensa y melodramática Ron. Es, sencillamente, imposible. De hecho, creo que hay una parte del personaje, más allá de la interpretación, que se la debemos directamente a la actriz. Ese aire pasota, que contrasta de manera brutal con las muchas escenas en las que se rompe, es la seña de identidad de Kravitz. Como también ocurre con su ya mencionada sensibilidad y con ese algo que poco o nada tiene que ver con el método o el trabajo. El carisma natural.

Ron puede ser increíblemente desagradable y cortante, pero tiene algo magnético, un aura que hace que resulte imposible no sentirse atraído hacia ella. Y eso también está en la propia Zoë, que ejerce el mismo efecto en el espectador. Te reto a intentar no prestarla atención, te reto a no analizar a fondo cada uno de sus outfits o sus peinados, a no hipnotizarte con sus piercings o a no perderte en su sonrisa. Y estoy 100% convencida de que resultaré vencedora.

¿Entonces?


High Fidelity
Foto: Phillip Caruso / Hulu

Quizá he hablado demasiado de Ron, es más que probable. En los cuatro episodios de ‘High Fidelity’ que he podido ver, me ha cautivado. Pero no sólo lo ha hecho el personaje, la serie también. Es evidente que parte de una buena historia y de una premisa con la que es fácil conectar, porque todos tenemos espinas clavadas y dudas que nos acompañan durante demasiado tiempo. Pero esta nueva interpretación tiene toques interesantes, vueltas de tuerca que funcionan y un buen ritmo. La interpretación de Zoë Kravitz se lleva todas las miradas y todos los aplausos, pero el guion también debería llevárselos. Así como la dirección, que apuesta por la rotura de la cuarta pared desde un primer momento, y la fotografía, una delicia para cualquier amante de los barrios decadentes y bohemios de Nueva York. En definitiva, es un sí.

‘High Fidelity’ se estrena en Starzplay el próximo 10 de septiembre.



'High Fidelity'

7

Lo Mejor
  • Zoë Kravitz
  • El personaje de Ron. Guau.
  • Estética y dirección
Lo Peor
  • -
Rosa Suria
Periodista. Escribo y hablo continuamente de cine, series y música.

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