“Bienvenida al mundo de las mujeres invisibles”, le espeta el personaje de Adriana Ozores al que da vida Emma Suárez en un momento de ‘Invisibles‘, casi al principio. Esta frase es un buen resumen de la nueva película de Gracia Querejeta (‘Ola de crímenes’, 2018), que protagonizan las actrices mencionadas junto con Nathalie Poza. Yo tenía la intuición de que esta historia iba a gustarme, y no necesité más que los primeros instantes, con todo teñido de rosa y blanco, para entrar en ella.

‘Invisibles’ gira en torno a las mujeres invisibles, claro. Y en ella se habla de todo. Me interesa especialmente un asunto del que hablé hace poco: cómo las mujeres empiezan a sentirse un poco menos mujeres cuando empiezan a ser madres o esposas. Cómo parece que perdemos individualidad para regalársela al resto. Lo injusto de esto, y lo que puede llegar a martirizar a las personas sin que ni siquiera las perjudicadas comprendan lo que está pasando.

Julia, Elsa y Amelia son tres mujeres, tres amigas, que cada jueves quedan para dar un paseo por un parque. Es el día en el que se cuentan sus problemas, sus preocupaciones, sus ilusiones y las reflexiones que han rumiado durante la semana; cada una lo hace a su manera, y cada una tiene su propio mundo interior, una personalidad definida y un modo diferente de entender la vida. Por eso es tan estimulante escucharles hablar de temas tan variados: la adolescencia, que sienten lejana pero tienen cerca de alguna manera, el suicidio, el fin de las relaciones, la insatisfacción dentro de éstas, la insatisfacción en el trabajo, el sexo, la falta de apetito sexual, la sospecha de que ya no resultan atractivas, el miedo a hacerse mayor, al fracaso y a la soledad. Los techos de cristal, el feminismo, el maltrato, el “machismo instintivo”, al que se pone ese nombre tan acertado en la propia cinta; la responsabilidad de las madres, en relación a esto último, que generalmente sigue siendo mayor que el de los padres en el cuidado de la casa y los niños. Sobre todo esto se habla.

Además de los diferentes mundos interiores que ponen en común durante los paseos, otro eje fundamental de ‘Invisibles’ es la amistad. Casi ponen al espectador en un aprieto cuando le preguntan, sin hacerlo directamente, si ser amigos da derecho a hacerse daño por el compromiso con la honestidad o si esa amistad crea una obligación de hablar de cosas de las que no apetece hablar. Es muy peculiar la amistad entre estas tres, porque siendo como son diferentes es en ocasiones complicada, pero entre los reproches, los juicios (que, como nos recuerdan, todos hacemos de todos) y los enfados, se palpa un cariño y una preocupación sincera.

Y tiene mucho mérito haber construido una película tan minimalista y tan sencilla como esta, porque sin grandes artificios te mantiene atento y despierto y abierto a las reflexiones de las tres protagonistas. Paseas junto a ellas por el parque, y comprendes lo que sienten (mérito de las buenas interpretaciones de las tres) aunque no siempre estés de acuerdo con ellas. Hay una escena preciosa y muy significativa en la que, una tras otra, observan cómo el sol intenta colarse entre las nubes.

‘Invisibles’ llega este viernes 6 de marzo a los cines. A mí me ha gustado mucho.