Esta crítica no contiene spoilers de ‘Oxígeno’. 

Imagina despertar sobresaltado, encerrado en una cápsula y cubierto por una extraña tela. Imagina no recordar ni cómo acabaste allí, ni quién eres. ¿Qué harías si esto ocurriera y si, además, despertaras con la amenaza de que tu oxígeno se está acabando? ¿Cómo explotarías los pocos minutos que tienes por delante para salir de la cápsula y salvar tu vida? Esa es exactamente la potente premisa de la que parte ‘Oxígeno’, película dirigida por Alexandre Aja y guionizada por Christie LeBlanc. 

Mélanie Laurent da vida a una mujer que, completamente desorientada, despierta encerrada en una cápsula de criogenización a la que está conectada por diferentes vías. Aún confundida, descubre que la cápsula ha sufrido un fallo grave y está quedándose sin oxígeno. Así comienza una claustrofóbica y agobiante carrera por sobrevivir, por salvarse sin más recursos que su ingenio y sin rastro de memoria. 

‘Oxígeno’ arranca de manera potente, como cabría esperar de una cinta con esta sinopsis. Y, en un principio, parece que este comienzo en lo alto puede jugar enormemente en su contra. Por lo complicado que es mantener la tensión y la emoción si ya partimos de un punto elevado. Sin embargo, aunque es cierto que en algunos compases se desinfla, esa angustia que acompaña desde un comienzo al viaje de esta mujer se mantiene medianamente. Y sigue funcionando hasta el final de la cinta. 

Ahí, Aja tiene mucho que agradecerle a Mélanie Laurent, la verdadera estrella de la película, la que consigue que todo funcione, que la tensión no se pierda y, sobre todo, que la conexión con la historia y con el personaje sea posible. No importa lo inverosímil que pueda resultar en según qué momentos o lo intensa que pueda parecernos en otros, Mélanie, su mirada y su angustia ejercen de nexo de unión inmejorable. La actriz ofrece una interpretación sobresaliente y sólo por disfrutarla ya merece la pena ver la película. 

Pinchazo final

Para una persona que no siente especial afinidad para con las historias que van de sorpresa en sorpresa y de momento angustioso en momento angustioso, he de reconocer que la primera mitad de ‘Oxígeno’ me ha mantenido en vilo. Y de manera positiva. No deseando conocer ya el desenlace y pasar a lo siguiente, sino más bien buscando un mayor desarrollo de la trama y algún que otro giro de guion bien trabajado. 

Sin embargo, y sin desvelar nada, diré que los compases finales me han desconectado mínimamente de la cinta, algo que creo puede ocurrirle a una importante parte de los espectadores. Por lo enrevesado, por la rapidez a la hora de deshacer el nudo y por el final en sí, que no me encaja absolutamente nada con todo lo anterior. Una desconexión que le hace un flaco favor a una película que, siento repetirme, había arrancado de manera notable. 

¿Fenómeno a la vista?

Con todo y con eso, ‘Oxígeno’ tiene todo lo que hace falta para generar un fenómeno mundial. Especialmente si tenemos en cuenta la senda de los fenómenos surgidos en Netflix. Es una historia potente, una historia que apela a las emociones del ser humano y una historia que atrapa desde el primer minuto. Exactamente lo que busca un porcentaje alto de los usuarios de la plataforma. 

No es la película perfecta, y tampoco pretende serlo. Pero se sostiene con pocos elementos y entrega al espectador ‘tipo’ justo lo que busca. Incluso ahora, en un momento en el que lo claustrofóbico no parece lo más adecuado o lo más deseable, funciona y engancha. Es, en definitiva, un producto de consumo fácil y para un público muy amplio. 

Personalmente, y por seguir sacándole un poco de punta al lápiz, me hubiera gustado encontrar una mayor reflexión en torno al tema central, que reservaré para que descubras por ti mismo. Pero entiendo el por qué la dejan en nuestra mano. Porque ese dilema nunca fue el objetivo final de la cinta. 

‘Oxígeno’ se estrena este miércoles 12 de mayo en Netflix.