Hay veces que, por mucho que veamos venir de lejos a una obsesión, no podemos ni queremos hacer nada para evitarla o refrenarla. Le ocurre a Addy en ‘Rétame’ y me ha ocurrido a mí misma con la serie de Netflix. Este thriller adolescente se estrenó en la plataforma el pasado viernes 20 de marzo y tardó pocas horas en convertirse en una de las ficciones más vistas a nivel mundial. Un hito que también se veía venir de lejos, puesto que la producción sigue uno de esos esquemas que nunca fallan y que, por mucho que conozcamos, siguen resultando adictivos.
Tenemos una amistad tóxica, una líder que en el fondo sólo busca amor, una beta que quiere despuntar y no sabe cómo y un elemento desestabilizador. Este último nos llega en ‘Rétame’ en forma de entrenadora del equipo de animadoras. Una joven mujer exigente y dura cuando tiene que serlo, pero extrañamente irresistible. Seguro que tú también has tenido un profesor o profesora similar. Implacable en el aula, pero amigable cuando sonaba la campana. Radiante, siempre perfecto y una especie de imagen de lo que, en parte, te gustaría ser unos años más tarde. Y digo en parte porque esa figura también es humana, no es una estrella de Hollywood inalcanzable. En el caso de Colette French, la entrenadora, es guapa, elegante, tiene una familia que parece perfecta y alcanzó sus metas rápidamente, pero no todas. De hecho, ha regresado al pueblo, dando lo que parece un paso atrás por amor. Ahí está la prueba de que es humana.
Este elemento desestabilizador rompe el orden establecido en el instituto y, sobre todo, en el equipo de animadoras de Sutton Grove. Beth, la tirana popular que había capitaneado el equipo hasta el momento, será la única que no caiga en las redes de la entrenadora, situándose en el extremo opuesto de su amiga Addy. Antes de que llegara Colette a sus vidas, ambas eran inseparables, pero en cuanto la entrenadora hace acto de presencia, se convierten en extrañas. Este triángulo tóxico, en el que no faltan las mentiras y las manipulaciones, es el eje en torno al que gira toda la historia. Un eje al que se le suma un misterio que, como la mayoría, también se ve venir. Pero no importa, porque en este caso, el misterio no lo es todo.
¿Quién miente a quién?
El juego de mentiras y manipulaciones sí lo es todo, o al menos así lo he sentido durante el visionado. En todo momento, el espectador se mueve en una espiral de confusión y oscuridad, en la que es prácticamente imposible señalar a los buenos y a los malos. Principalmente, porque no hay ni lo uno ni lo otro, la serie se mueve en una escala de grises en la que todo el mundo parece bastante despreciable y nadie muestra su verdadera cara. La que más lo hace es la tirana líder, una Beth que aparentemente es una adolescente enfadada, pero que demuestra ser mucho más inteligente que el resto de sus compañeras. Y que, además, lleva en silencio su propio infierno, pero eso es otra historia.
Frente a ella, una Addy que se va tornando cada vez más oscura y, sobre todo, una Colette que es el perfecto ejemplo de persona manipuladora, embaucadora y a la que no terminamos de calar en ningún momento. Es su juego el que más me gusta, sin llegar a disfrutar en ningún momento del personaje. Porque esa mujer egoísta, egocéntrica e inmadura me repele por completo, pero a la vez, tratar de descubrir su verdadera cara me resulta magnético. Ese es el juego que sustenta la serie y el juego que más disfrutará el espectador, al que los 10 capítulos de esta primera temporada se le pasarán volando.
Una de cal y otra de arena
Junto a este juego, hay elementos que funcionan y otros que restan y que son los que no permiten que ‘Rétame’ llegue a un nivel de notable/sobresaliente. Entre los primeros, para sorpresa de muchos, está Beth y lo que hay detrás de su máscara. Si bien es cierto que el personaje está repleto de clichés, como esos daddy issues que son el origen de todos sus problemas, este personaje nos trae cosas que merecen mucho la pena. La primera, la interpretación de la hasta ahora desconocida Marlo Kelly. Esta joven de ojos grandes y sonrisa amplia tiene el carisma que cualquier actriz desearía y, aunque evidentemente le queda mucho por trabajar y madurar, da aquí un golpe sobre la mesa y parece advertirnos de que ha llegado para quedarse. También valoro muy positivamente la incorporación de su trama con Kurtz, de la que no desvelaré mucho. Simplemente me limito a recordar la importante que es el reflejo en ficción de situaciones y realidades como la que vive esta joven animadora, generalmente silenciadas por miedo y vergüenza, y capaces de marcar una vida para siempre.
En el otro lado de la balanza tenemos lo que no funciona. No termina de convencerme un montaje en el que hay saltos y se generan confusiones absurdas por momentos, así como la ausencia de una amistad pura y en la que no aparezca la toxicidad. Ya contaba con los clichés, y no me importa que los haya, forman parte de este tipo de ficciones, pero no entiendo que a estas alturas todo lo que veamos en una serie dirigida a los más jóvenes sea odio. Quizá es que realmente el mundo está podrido y tenemos que dejarlo tan claro como lo deja ‘Rétame’ para que las siguientes generaciones abran los ojos y den un giro. Mirándolo así, no está tan mal.
Y, por último, regresando a lo bueno de la serie, mención aparte tienen las espectaculares coreografías del equipo de animadoras y la brutal banda sonora. Tengo que reconocerlo, vestida con un pijama de gatitos y en plena cuarentena, he vuelto a querer ser adolescente, estudiar en Estados Unidos y ser animadora. Al quarterback lo dejamos a un lado, que siempre causa problemas.
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