Esta crítica ha sido realizada habiendo visto la primera temporada completa y no contiene spoilers de ‘Teherán’.
Primera serie israelí para Apple TV+, creada por Moshe Zonder, uno de los guionistas de ‘Fauda’. Esa es la carta de ‘Teherán’, ficción que se estrena en la plataforma este viernes 25 de septiembre. Una historia de espías que nos traslada a la capital iraní, donde tiene lugar una misión del Mossad, servicio de inteligencia israelí. Tamar, una joven hacker que forma parte del mismo, entra en el país bajo una identidad en teoría segura. Con el objetivo de sabotear una serie de señales para asegurar la misión; lo que parece una tarea sencilla que no debería llevar más de un día. Sin embargo, las cosas se complican y da comienzo una carrera por su supervivencia en la que fuera su ciudad natal.
Si bien es cierto que, aparentemente, se aprecia un posicionamiento claro, y eso empaña parte de la historia, la de ‘Teherán’ es una trama de espías bien construida. Que no se sale demasiado de lo típico, pero que está bien planteada, bien desarrollada y medianamente concluida. Con la calma que eso requiere en ciertos compases, para garantizar que el público conozca a los personajes y sus motivaciones, y que estos gocen de una evolución lógica y elaborada. Pero sin sacrificar en ningún momento el ritmo, en el que se aprecia el estrés característico de las misiones secretas clásicas. Pero en el que también hay espacio para esa paz que precede a la tormenta.
‘Teherán’, salvando algunas pinceladas ideológicas que le hacen de menos, es una serie que da gusto ver. Porque la trama es lo suficientemente atractiva como para cogernos en un primer momento, y todo lo que viene después la mejora. Técnicamente, me gusta. No me apasiona, pero sí he encontrado una buena fotografía. E interpretativamente, me resulta imposible no quedarme con una Niv Sultan delicada y fiera a partes iguales. Para mí, un descubrimiento. Una actriz que ha conseguido captar la esencia de su personaje y del espionaje, de esa contradicción en la que se encuentran los agentes de campo en cada misión. Logrando que el espectador no termine de conocer lo que siente, lo que la empuja a actuar o lo que piensa, pero transmitiendo a la vez una total sensación de transparencia.
Casi todo bien
Qué rabia da cuando encuentras una ficción que parece que va por el buen camino y, de repente, se tropieza. Para mí, ‘Teherán’ tiene dos tropiezos claros, sin desvelarte demasiado. El primero ya lo he comentado. Aunque, como siempre ocurre con las historias de espionaje, se exponen los métodos de uno y otro bando, hay ciertas declaraciones políticas que no terminan de encajarme. No sólo con mi opinión propia, sino con la trama en sí misma. Declaraciones que van más allá del tema nuclear, que sí tiene sentido aquí. Y que tocan temas sensibles en los que posicionarse puede ser muy peligroso.
El segundo tropiezo es su final. Después de un desarrollo a fuego lento, de esos que permiten que, como espectador, estés al tanto de todo pero no llegues a distraerte, el cierre es algo precipitado. Gana en emoción, eso es cierto, pero se queda algo cojo con respecto al resto de la trama. Supongo que porque ‘Teherán’ puede estar pensada para tener una continuación en forma de segunda temporada, algo que consideraría una buena noticia. Sin embargo, aunque me agradaría saber que tendremos la oportunidad de seguir conociendo a Tamar y acompañándola en sus siguientes pasos, habría disfrutado mucho más de un final más estabilizado, mejor planteado y mejor ejecutado. Dicho esto, que no te asuste este tropiezo, pesa mucho menos que todo lo bueno que habrás visto antes.
¿A quién le gustará?
Curiosamente, pese a la distancia que nos separa del escenario principal, de los problemas y dilemas de los personajes y del propio conflicto, estoy convencida de que ‘Teherán’ gustará a todos los espectadores. Como es lógico, los aficionados al género de espías disfrutarán de la misión, de las estratagemas de Tamar y de la respuesta de los servicios iraníes de inteligencia. Pero también lo harán quienes no sean particularmente adeptos al mismo. Sobre todo, por lo bien que está construido y narrado todo y por los diferentes obstáculos y interrogantes que se van planteando a lo largo de la serie.
También por la combinación de acción y sentimiento, bien gestionada desde un primer momento. El equilibrio, tanto a nivel de trama como de ritmo, es otro de los puntos a favor de esta serie. Perfecta para un maratón de otoño. Como siempre, un último apunte: en versión original, aunque haya quien no sea aficionado a los subtítulos, se disfruta mucho más.
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