El multipremiado espectáculo El principio de Arquímedes regresa a los escenarios madrileños en el décimo aniversario de su primera puesta en escena. Y lo hace de un modo muy especial, con su autor Josep María Miró al frente, también, de la dirección.
La pieza -que ha sido merecedora del prestigioso Premio Born de Teatro en 2011, entre muchos otros galardones nacionales e internacionales- podrá verse sobre las tablas del Teatro Quique San Francisco del 22 de abril al 29 de mayo. Ana Belén Beas, Pablo Béjar, Guillermo López y Alejandro Tous completan el reparto de este nuevo montaje del texto.
Abriendo interrogantes
El principio de Arquímedes es una obra que abre interrogantes sobre los miedos contemporáneos, las relaciones humanas, los prejuicios y la confianza. Con sus espectáculos, Josep María Miró es un observador que busca la verdad. Su escritura tiende a reflejar la complejidad del mundo y, nunca exenta de polémica, se inspira en la realidad de su entorno con la intención de suscitar el debate. Como cita Laurent Gallardo en el prólogo de El principio de Arquímides, “las obras de Josep María Miró desorientan, perturban, inquietan; abren nuevos horizontes en los que las cosas que vemos parecen adquirir de pronto una dimensión que trastoca progresivamente las perspectivas”.
El principio de Arquímedes comienza el día en que los «Caballitos de mar», un grupo infantil de natación, empiezan a nadar sin burbuja. Este momento crucial para los más pequeños de la piscina es el desencadenante de que salgan a la superficie sospechas, dudas y temores. Anna, la directora del club deportivo, le pide explicaciones a Jordi, el entrenador de los «Caballitos», porque algunos padres se han quejado de cómo ha gestionado la negativa de lanzarse al agua de uno de sus alumnos. Ya que han visto con inquietud y preocupación que, para tranquilizarle, le haya dado un beso.
El principio de Arquímedes, para debatir
En la sala, el espectador es empujado a tomar una posición, a participar en el debate social que plantea la obra. No se trata tan solo de saber si el entrenador es culpable o inocente, si no también y, sobre todo, de preguntarse qué modelo de sociedad se está imponiendo en nuestro presente. ¿Preferimos vivir en un mundo donde todavía se permita un gesto de ternura hacia un niño, aunque quede margen para los abusos, o queremos una sociedad con seguridad blindada que imponga el control de los individuos para prevenir cualquier riesgo?
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