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‘Euphoria’ regresa con la conversación imprescindible

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Esta crítica contiene spoilers de la primera temporada de ‘Euphoria’.

No hay ni rastro de maquillajes coloridos y looks extravagantes en el primer episodio especial de ‘Euphoria’, el dedicado a Rue. Como era de esperar. El abandono de Jules, como ella misma recalca en varias ocasiones a lo largo de este capítulo, terminó de dinamitar su confianza en las personas, en la humanidad y en sí misma. Si es que quedaba algo de ella. Y la empujó, como también era de esperar, a una recaída. Es ahí donde nos reencontramos con el personaje interpretado por Zendaya, que vuelve a regalarnos una actuación majestuosa en estos 55 minutos de metraje.

En una cafetería al lado de un motel, con un plato de tortitas y un zumo de naranja delante. Y también con un importante ‘colocón’. Frente a un Ali que se confirma como el verdadero hombro sobre el que llorar para Rue, pero también como un compañero de viaje. Un consejero incansable, que alberga toda esa fe y esa esperanza que ella ha perdido. Es un reflejo en el que podría mirarse, pero bloqueado por toda la oscuridad que tiene delante, alrededor y en su interior. Jules fue otra droga más para ella, aunque en esta ocasión física y aparentemente benévola. Pero su ausencia ha provocado una caída y una recaída mucho más profundas de lo que Rue imaginó en su momento. Y ahora es difícil encontrar la salida.

Este primer episodio especial de ‘Euphoria’, ya disponible en HBO, se centra en una conversación imprescindible, la que mantiene con Ali. En ella van surgiendo diferentes reflexiones acerca de la culpa, de la redención, del amor, de la esperanza en uno mismo y de lo que nos define. Una conversación en la que se habla de segundas, terceras y cuartas oportunidades. Pero también de la importancia de que luchemos por ellas y de que confiemos en que las merecemos. Rue no lo hace, no encuentra las fuerzas para ello. Pero esta conversación, fundamental para la sociedad y necesaria para ella, puede cambiarlo todo. Es el impase necesario para entrar en un nuevo capítulo.


Euphoria
Foto: HBO

Con este episodio, la serie de Sam Levinson vuelve a demostrar que, si bien su estética y esa euforia que tan bien sabe recoger funcionan y nos entusiasman, lo sublime reside en la base. En su capacidad para captar el dolor, la angustia, el inmovilismo y la parálisis de una importante parte de las generaciones jóvenes. Y en el análisis que presenta de ellas y de la sociedad actual. Sin artificios. Eso es lo que encontramos en este primer especial. Amargo, triste, duro y angustioso. Pero también esperanzador. Es como si, como espectadores, estuviéramos en medio de un túnel: a un lado, la luz; al otro, la más absoluta oscuridad.

Zendaya y Colman Domingo conectan entre ellos y conectan con nosotros, ofreciéndonos un juego de interpretaciones majestuosas en el que la emoción aparece en su justa medida. Ni falta, ni sobra. Ni nos deja fríos, ni nos nubla con su intensidad. Está como debe estar y en los instantes en los que debe aparecer. Y nos reintroduce de lleno en el mundo de una Rue a la que, como le ocurre al propio Ali, sentimos la necesidad de proteger, de abrazar, de cuidar. De llevar al buen puerto por el que tanto lucha, y que cada vez se encuentra más lejos. Me quedo con todo de este episodio, pero sobre todo con una frase que deberíamos grabarnos a fuego: “ningún problema dura para siempre”.

'Euphoria'

8

Lo Mejor
  • Toda la conversación
  • Interpretaciones
  • Reflexiones
Lo Peor
  • -
Rosa Suria
Periodista. Escribo y hablo continuamente de cine, series y música.

Mis directores favoritos a través de una de sus películas

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