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‘La casa de papel’: hablemos de esa escena

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La casa de papel - Palermo y Berlín

Me ha gustado la cuarta temporada de ‘La casa de papel‘. El primer visionado de la tercera temporada no me dejó muy contenta, el segundo mejoró mis sensaciones con esta nueva etapa de la ficción de Netflix y la llegada de esta cuarta parte ha asentado mis inquietos sentimientos para con esta serie. Me apasionaron las dos primeras, las seguí en el prime-time de Antena3 con emoción, nerviosismo y entusiasmo; grité con esa escena del Profesor (Álvaro Morte) en el desguace y no dejé de repetir por redes sociales lo impresionante de que sea capaz de hacernos ver con una mirada que cambiaba de papel. Y, sin embargo, creo que nada de aquellos primeros pasos, siempre mis favoritos y siempre los mejores para este melancólico corazón, ha dejado tanto poso en mí como esto de lo que voy a hablaros.

Octavo episodio de la cuarta temporada. Suena ‘Ni sueño ni amor sin ti‘, un fantástico bolero de esos que son capaces de arrancarle el corazón a un hombre. Escuchamos la voz de Andrés (Pedro Alonso) preguntándole a Martín (Rodrigo de la Serna) cómo le ve; Andrés está enfundado en un traje elegante, que le hace lucir como apunta su alma gemela: poderoso. “Bello”, continúa. Su sonrisa, su mirada, su suspiro anterior nos lo dice todo. Ya sabemos que Martín está enamorado de Andrés; ya sabemos que Andrés no puede corresponder su amor.

Pero por un momento dudamos. Andrés le pide a Martín que sea sincero, y Martín es además valiente. Se acerca, lo tantea y Andrés se mantiene cerca. Y entonces se besan; son solo unos segundos, pues parece que Martín deja de ser valiente para empezar a ser consciente de que son los labios de Berlín los que tiene ahí, seguramente la persona que más ha querido nunca. El bolero ha dejado de sonar, por cierto. Y la manera que tiene Berlín de explicarle que no puede sentir lo mismo es dejar que el propio Martin compare los besos de ambos, sus respiraciones y su forma de aferrarse el uno al otro. Para entonces, Martín está sufriendo de una forma que casi me cuesta definir: sufre de lo mucho que lo quiere, sufre por saberse con él, sufre porque sabe al mismo tiempo que, en el fondo, no lo tiene.

Es una de las mejores escenas de desamor que he visto jamás, en la que la acción transcurrida permanece fiel a la personalidad de cada uno. Berlín sigue siendo ese tipo enigmático que a veces parece hablar lanzando acertijos a su interlocutor, y Palermo no puede dejar de sacar la rabia que tiene dentro para esconder todo lo bueno, lo que le hace mejor, porque está sufriendo otra vez. En esta ocasión, por algo mucho más sano que su propio ego o el mantenimiento de ese poder que tanto anhela. Sufre algo más sano y más fuerte: sufre por amor. Y Berlín también, a su manera y por sus razones. Berlín, esa noche, estaba ahí para despedirse de él y poner fin a todos sus planes. Pierde con esos besos a su alma gemela, a su mejor amigo, y eso también duele. El que rechaza y quien es rechazado; el segundo siempre sale peor parado, pero pocas veces nos apetece acercarnos a medir la pérdida del primero. Veo en esta escena ambos lados.

Y también le duele al espectador, sobre todo cuando entiende que Berlín ha preferido honrar ese compromiso que dice tener con Martín, hablar claro y dejarle ir. Podría haber callado, pero ha sido valiente y leal. Prefiere que su amigo se cure a conservarlo. Como Martín prefiere, y no parece algo común en él, entregarse a sus sentimientos sin poner límites. Sin escudo.

Todo esto es lo que no se me va de la cabeza.

La casa de papel - Berlín y Palermo
Pedro Alonso y Rodrigo de la Serna, inmortales en mis pensamientos desde ya
Judith Torquemada
Periodista, feminista, marvelita, Taylor Swiftista. Escribo sobre cine, libros y música. Se me da bien aprenderme letras de canciones y enamorarme de personajes ficticios. Aragorn dijo: por Frodo. Lo suscribo y lo amplío: por Ned Stark. Yo soñaba cada día poder alcanzar la playa, desde aquí, desde mi casa. Tomorrow there'll be more of us.

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1 Comment

  1. me paso lo mismo desde que e visto esa escena, esos mismos sentimientos llegaron y ha sido casi imposible ignorarlos, la escena es la mejor que e visto en donde el amor y desamor se funden y se encarnaron en lo mas profundo de mi ser, es perfecta y tan dolorosa a la vez

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