Durante los últimos años nos hemos acostumbrado a escuchar con mayor frecuencia un término que enseguida asociamos con las nuevas tecnologías, pero que realmente no sabemos su función ni la importancia real que tienen sobre nuestras vidas cotidianas: los algoritmos.

Dejando a un lado términos matemáticos o informáticos complicados, podemos decir que los algoritmos son códigos que usamos para decir a un dispositivo qué tiene que hacer para resolver un problema determinado.

Por ejemplo, si acabamos de llegar a una ciudad nueva y necesitamos llegar a nuestro hospedaje, probablemente usaremos Google Maps u otra plataforma parecida para que nos indique el camino correcto. Una vez que introduzcamos nuestro origen y destino final, los algoritmos ayudarán al programa a crear prácticamente al instante una o varias rutas según diferentes filtros (llegar a pie, en bicicleta, en vehículo propio, usando el transporte público, evitando carreteras de peaje, etc.) para que el usuario elija el camino que mejor se ajuste a sus intereses.

O si una compañía relacionada con el sector del iGaming quiere garantizar que sus juegos tragaperras son completamente seguros con premios aleatorios, utilizará los algoritmos de un RNG (Random Number Generator) para ganarse la confianza de sus usuarios.

Los algoritmos se usan para una amplia variedad de finalidades y de una manera u otra, nos pueden llegar a ayudar a tomar mejores decisiones según los patrones e información a los que tengan acceso. Pero, ¿qué ocurre con los algoritmos que usan redes sociales tan populares como Facebook, Twitter, TikTok, Instagram, etc.?

Los algoritmos de las redes sociales

Los algoritmos de las redes sociales ayudan a las plataformas a catalogar las publicaciones de los usuarios según su relevancia. Es decir, en base a los datos que constantemente están recibiendo los canales sociales, las plataformas determinan qué contenido en el feed del usuario debería ir primero para que realmente lo vea, según su comportamiento previo en la red social.

Este proceso se ha ido optimizando con el tiempo, ya que al principio el contenido que se iba publicando era el más reciente. Ahora esta opción todavía está disponible en algunas plataformas (como Twitter), pero los usuarios se han acostumbrado a que los algoritmos le muestren el contenido que les pueda parecer más conveniente.

Por eso, de manera predeterminada, los algoritmos de las redes sociales muestran el contenido según el comportamiento. Por ejemplo, si en Facebook sueles interactuar más con tus amigos más cercanos, te aparecerán primero sus publicaciones. O si hace poco has estado investigando sobre algo en concreto, posiblemente te aparecerán más publicaciones sobre ese tema. O si has utilizado alguna etiqueta en concreto (#), recibirás más recomendaciones relacionadas con esa etiqueta.

¿Y si los algoritmos nos estuvieran manipulando?

Pero, ¿y si los algoritmos estuvieran ‘manipulándonos’ ocultando cierto contenido y fomentado otro tipo de contenido? Las consecuencias son tan impredecibles, que pueden cambiar incluso el rumbo de la historia; como la controvertida carrera electoral en Estados Unidos durante las elecciones presidenciales de 2016, cuando Donald Trump se convirtió en el presidente del país norteamericano.

Por eso, hay que ser muy consciente de nuestra interacción en las redes sociales, así como ser críticos con el contenido que compartimos y recibimos.