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‘¡Olvídate de mí!’: si los sueños fueran una película

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Si los sueños fueran una película, serían algo parecido a ‘¡Olvídate de mí!’. Caóticos, disparatados, frenéticos, imposibles; formalmente incoherentes pero con una base de verdad, de esencia, de eso a lo que a veces nos cuesta llegar pero que hace que seamos quienes somos, con todo lo bueno y todo lo malo. Hablar de esta película, creo, también implica hacerlo un poco de esta manera, adecuándose a sus tiempos y a su manera de contarnos las cosas, persiguiendo hilos de pensamientos que tal vez nunca concluyan. Que no tienen porqué concluir, que no importa si no lo hacen, porque lo que importa siempre está ahí, de una forma u otra.

Cada vez que vuelvo a ‘¡Olvídate de mí!’ lo hago emocionada. Contenta de reencontrarme con este Jim Carrey, con esta Kate Winslet, con esta pareja caótica que tiene mucho más sentido del que nos dan a entender al principio. Y es un buen momento para volver a ella, porque Netflix acaba de compartir el tráiler de ‘Estoy pensando en dejarlo’, que es la nueva película de Charlie Kaufman. Se habla poco de Charlie Kaufman, con todo lo que se debería hablar. Es el responsable de la historia y el guion de esta joya, y también de otros títulos: ‘Cómo ser John Malkovich’ (1999) o ‘Confesiones de una mente peligrosa’ (2002), por mencionar algunas.

Cuando ‘Estoy pensando en dejarlo’ se estrene en Netflix, seguramente sea el título más visto a nivel mundial durante esos días. Así que, para irnos preparando, para quien todavía no haya conocido a Kaufman, vuelvo a ‘¡Olvídate de mí!’ y la recomiendo con todo mi corazón cinéfilo. A todo el mundo.


Olvídate de mí (2004)

¿De qué va ‘¡Olvídate de mí!’?

Permitidme que empiece hablando de esta película destacando su título original: ‘Eternal Sunshine of the Spotless Mind‘. No puede parecerme más bello. Me duele aceptar a lo que fue reducido.

La vida de Joel (Jim Carrey) da un giro cuando descubre que su novia, Clementine (Kate Winslet), se ha sometido a un proceso de borrado de memoria. Todos los momentos que Clementine y Joel compartieron han sido borrados de la cabeza de ésta; todos los recuerdos, todos los sentimientos. Como si nunca hubieran estado juntos. Dolido, decide someterse a la misma operación, acudiendo a la misma clínica, al mismo doctor, accediendo a lo mismo. Pero cuando, poco a poco, durante una noche, los recuerdos empiezan a desaparecer, Joel comprende que ese no es el camino que quiere seguir. Comprende que no quiere olvidar a Clementine. Redescubre el amor que siente por ella. Se arrepiente, y durante el mismo proceso, desde dentro de su cabeza, intenta detener la operación.


Olvídate de mí (2004)

¿Por qué la recomiendo?

‘¡Olvídate de mí!’ es muchas cosas a la vez. Es el redescubrir ese amor; el conectar de nuevo, poco a poco, con los sentimientos más puros, menos corrompidos, de un hombre que ha amado de verdad a su pareja. Asistimos a este proceso, y si vamos más allá reflexionaremos sobre cómo, a medida que conocemos a alguien, tendemos a centrarnos en los defectos que nos molestan más que en las virtudes que nos llevaron, en primer lugar, a estar ahí. Con esa persona. Reflexionaremos, porque lo vemos, sobre cómo las relaciones mueren. Nos preguntaremos por qué mueren en algunos casos; en este caso concreto, por ejemplo. Viendo a Joel y Clementine a través de los años, a través de los recuerdos, nos preguntaremos por qué mueren. Desearemos que no mueran.

‘¡Olvídate de mí!’ nos hace sonreír, nos hace sufrir, nos introduce en un mundo que parece un sueño y que, en realidad, podemos tomarnos como tal. La mayor parte de la película se desarrolla dentro de la cabeza de Joel, donde los acontecimientos funcionan como digo: como un sueño. Pasamos de un escenario a otro en cuestión de segundos, lo modificamos, vemos cómo desaparecen las personas, vuelven a estar presentes. Cogemos a Clementine, la soltamos. Joel habla consigo mismo, también con el niño que fue. Visita a su madre, se convierte en otra persona. Piensa, dentro del propio sueño, dentro de su propia cabeza.

Clementine ayuda a Joel a impedir que desaparezca; en realidad, es él ayudándose a sí mismo, proyectando su conciencia y sus propios deseos en ella, y la conoce tan bien que puede hacerlo partiendo de la personalidad de quien fuera su pareja, que nunca sentimos que haya dejado de serlo. ‘¡Olvídate de mí!’ termina siendo una película triste cuando llegamos a un determinado lugar, porque comprendemos que quiere olvidarla porque el daño es demasiado grande, pero que no, que en realidad no quiere, que la quiere, que le ha hecho feliz, que podría haber muerto de felicidad en sus brazos y que no quiere desprenderse de eso. Que forma parte de su vida, de quien fue y de quien es.

Y sentimos tristeza, viendo su tristeza. Casi impotencia. Me gusta sentir impotencia con las películas, porque significa que estoy dentro de ellas, y que precisamente porque no lo estoy -porque, en fin, es una película- no puedo ayudar, así que siento impotencia. Guau esto. Ya os digo que me mimetizo con ‘¡Olvídate de mí!’ cada vez que la veo.

‘¡Olvídate de mí!’ empieza siendo gris, con todos los colores que abarca después y con todos los colores que tiene el pelo de Clementine. Y pasa por todos los tonos, en realidad: es amable por momentos, es divertida por momentos, es cruel por momentos, es reflexiva, intensa, emocional, emocionante. Es una persecución, es también pausa. Es todo a la vez. Tiene muchas capas, aborda muchos escenarios, muchos personajes que van y vienen, con diferentes caras, a veces sin ninguna cara. ¿Cómo? Ya, es que es un sueño. De verdad lo es. Es estar dentro de la cabeza de una persona, y las personas somos caóticas. Por eso digo: si pudiéramos coger uno de nuestros sueños y hacer una película a partir de éste, siguiendo el mismo recorrido, saldría algo así. Algo con sentido, pero sin él, repleto de conceptos, pero sin la coherencia de las historias lineales.

Es una de las mejores películas de este siglo, con una gran versión de Jim Carrey, una preciosa y diferente versión de Kate Winslet, y un Charlie Kaufman inspirado a rabiar. Tan inspirado como todos nos sentimos en esos sueños que no parecen nuestros por lo elaborado, por lo incoherente, por lo imposible de descifrar, y por la magia que tienen. Michel Gondry, por cierto, no falla en la dirección: la cámara acompaña la sensación que nos transmiten las palabras.

“Déjame conservar este recuerdo. Sólo este”, dice en un momento Joel. Me quedo con eso. Y si tuviera que quedarme con una película, en la que vivir y en la que soñar, podría ser esta.


Olvídate de mí (2004)
Judith Torquemada
Periodista, feminista, marvelita, Taylor Swiftista. Escribo sobre cine, libros y música. Se me da bien aprenderme letras de canciones y enamorarme de personajes ficticios. Aragorn dijo: por Frodo. Lo suscribo y lo amplío: por Ned Stark. Yo soñaba cada día poder alcanzar la playa, desde aquí, desde mi casa. Tomorrow there'll be more of us.

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