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¿Por qué apenas hay espectáculos de temática deportiva?

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El deporte es uno de los grandes pasatiempos de la época actual. Millones de personas en todo el mundo se sienten atraídos y fascinados por juegos como el fútbol, el tenis o el baloncesto.

Se pagan grandes cantidades de dinero para presenciar eventos deportivos: partidos de LaLiga Santander, de la Liga de Campeones, encuentros de la NBA, duelos de Roland Garros, Wimbledon, etc. Las televisiones de todo el mundo invierten fortunas para retransmitir torneos, competiciones, campeonatos… ¿por qué? Pues porque al público le engancha los deportes y eso supone una buena fuente de ingresos.

Una demostración de la buena salud de la que goza el deporte la encontramos en las apuestas; en los últimos años han proliferado casas de apuestas deportivas como la que puedes ver en este link, a la par que ha crecido el número de apostantes.

Las limitaciones de la representación del mundo del deporte

A pesar del éxito que tienen los deportes entre el público, pocas veces se ha llevado el mundo de los deportes a otras manifestaciones culturales, ya sean obras de teatro, espectáculos de danza, películas… ¿cuáles son las razones por las que hay tan pocas representaciones deportivas en el mundo de las artes escénicas y el cine?

El deporte, como ocurre con cada “ritual”, exige unos espacios específicos: una cancha de fútbol, un pabellón de balonmano, el parqué del baloncesto, el tartán de una pista de atletismo… llevarlos a escena con veracidad resulta casi imposible. La única posibilidad de conseguirlo es mediante una representación metafórica del espacio, lo que ya de por sí conduce la función a un determinado código, y, afrontémoslo, no todos los directores escénicos son capaces de crear obras con un alto grado de abstracción.

El deporte tiene sus propios ritmos y dinámicas, además precisa en la mayoría de sus disciplinas de un elevado número de participantes, y pocos montajes se pueden permitir tener en escena tantos actores.

Las representaciones del mundo del deporte tienen más que ver con los entresijos de cada disciplina, con lo que ocurre de puertas para dentro, de sus tejemanejes, que con el propio deporte en sí. Tomemos el ejemplo de la película Moneyball, que trata sobre el béisbol. En la cinta, apenas hay fragmentos partidos. Se centra más en cómo se gestó el equipo de Oakland en los despachos que en cómo se desarrollaron los partidos. En definitiva, aunque plasma el ambiente del béisbol, la película poco tiene que ver con el deporte y mucho con el negocio.

El último motivo por el que casi no se lleva el deporte a las tablas tiene que deberse a una falta de interés por parte de los creadores, que no sienten la necesidad de hablar de un tema que ocupa una gran cantidad de tiempo en nuestro día a día.

En el futuro seguro que se empieza a tratar el deporte en las artes. Solo hace falta que aparezca algún creador con inquietudes que sea capaz de extraer la esencia del deporte y de llevarla al escenario. Quién sabe si las obras basadas en esta temática se convertirán en un absoluto éxito de masas. El tiempo lo dirá.

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