Hablar con Andrés Suárez esta semana ha sido un auténtico bálsamo para quien está escribiendo estas líneas. Su charla, sus palabras y su interminable capacidad para aprender del de enfrente me han hecho reconciliarme con mi profesión. A veces ingrata. A veces exhausta. Y donde, en muchos momentos, sufrimos el mal humor de ciertos invitados que te hacen hasta dudar de si merece la pena o no seguir adelante. Y este encuentro con Andrés Suárez ha sido suficiente para cicatrizar heridas de ciertos anteriores días.
Hemos charlado de su último álbum. De esa creación y composición. Haciendo hincapié en las veces que nos ponemos limitaciones sin darnos cuenta que podemos hacer hasta lo inalcanzable. De esos temas que llegan en un momento triste para hacer lo que todos necesitamos, hacernos soñar.
El ferrolano vuelve dos años y medio después de su anterior trabajo con diez nuevas canciones reunidas en un disco homónimo en el que se desnuda como nunca antes lo había hecho.
La producción
Tato Latorre y Toni Brunet han sido los productores del nuevo álbum, dos productores que trabajaron por separado, pero se complementaron a la perfección. Era la primera vez que Andrés Suárez afrontaba una situación así. “Tato es modernista, con tendencia a lo electrónico. Ha llevado mi música a lugares que yo nunca había imaginado. Toni me solía llevar a la simplicidad, a la zona de confort habitual, a la orquestación orgánica. He aprendido mucho de ellos dos”.
El resultado es que el álbum ‘Andrés Suárez’ combina un lado musical con bases electrónicas potentes y por la otra cara sobresale un sonido con piano de cola, contrabajo y percusión. Este disco es todo y, al mismo tiempo, producto del trabajo de colaboración entre el músico y sus productores, todos con la vista puesta en un objetivo: mejorar la obra paso a paso, conseguir un disco redondo en todos los sentidos.
Andrés Suárez es un tipo inteligente que no olvida nunca quién estuvo ahí.
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