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6.8

‘Planta Permanente’

LO MEJOR
  • La falta de comunicación como eje.
  • Una narración directa que omite minutos sin sentido.
  • Un reparto que siempre suma a la trama.
LO PEOR
  • No hay nada a destacar.

En ‘Planta Permanente’ vemos a Lila (Liliana Juárez) y Marcela (Rosario Bléfari). Dos mujeres que trabajan desde siempre como personal de limpieza en un edificio estatal. Conocen sus secretos como nadie y se han inventado una forma de subsistencia –y un sueño– gestionando un comedor absolutamente irregular. En un rincón abandonado del edificio. Pero los tiempos cambian: llega una nueva directora –con sus discursos cínicos, plagados de lugares comunes– y con ella las promesas vacías, el cierre del comedor y una ola de despidos que destruyen el precario equilibrio, transformando las tareas cotidianas en una lucha por la supervivencia.

“El film se adentra en una historia de supervivencia, encarnada en la figura de dos mujeres compañeras de trabajo, limpiadoras en un edificio estatal, que han de adaptarse a la llegada de una nueva directora” (…) “La película hace que la gente se pueda encontrar en esos personajes, porque son muy humanos”, ha afirmado Ezequiel Radusky.

‘Planta Permanente’ narra lo vulnerables que somos y cómo la incertidumbre puede campar a sus anchas, por nuestra vida, cuando menos lo esperas. Lili y Marcela son ese David que a veces sí pierde contra Goliat y lo que es peor, destrozando su propia comunicación. Porque esa relación que parece tan idílica se ve truncada con el paso de lo minutos y la llegada de los ajustes, desajustes y problemas. Todo cambia cuando en la atmósfera hay una promesa de mejoras. Porque empieza una carrera a contrarreloj para pisotear cabezas sin remordimiento.

Las divisiones que favorecen al poder

Con unos concisos 78 minutos y mucho humor negro, nos plantamos ante una trama que se podría definir como un inteligente y angustiante acercamiento a las miserias de la burocracia. Y, sobre todo, a cómo la falta de diálogo, solidaridad y conciencia de la clase trabajadora abre o facilita el camino para las divisiones internas. Con la posterior manipulación desde el poder. Porque no hay nada mejor para el poder que ver, contra quienes tiene que combatir, una división plausible. Una historia honesta, con un reparto a la altura, que, con el paso de los minutos, va rasgándote hasta dejarte sin aliento. Porque a veces las segundas oportunidades ya no están al alcance de la mano. Dejando un claro poso de lo importante que es tomar acción siendo conscientes de todas las consecuencias posibles.

Radusky ha calificado a ‘Planta permanente’ como “una invitación a la reflexión sobre la lucha de clases” y esa tarea, ha añadido, “no es algo propio de Argentina, sino global”.

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